Arte público y gentrificación cultural en Nicaragua

octubre 10, 2020

8 min

El arte es la disciplina con más potenciales, es la práctica creativa de crear objetos, experiencias y espacios que decoran y afectan nuestras vidas. Puede, al mismo tiempo, intervenir políticamente y generar conciencia o puede endulzar y normalizar la violencia. Entender estas dos caras del arte involucra estudiar cómo se ha ocupado el arte ya sea para fines comerciales o para fines políticos. Estos dos polos opuestos demuestran que hay que aproximarse al arte de una manera crítica y con sospecha y así pensar dos veces antes de celebrar cualquier intervención artística en nombre de la creatividad, el compromiso y la innovación.

En países como Nicaragua, en donde mucha de la economía e identidad está basada en el turismo y la cultura, hay que poner atención en cómo se ha ocupado el arte para legitimar ya sea una posición económica o una estética cultural. Principalmente, me parece fundamental entender cómo los procesos de gentrificación se relacionan con el arte y al mismo tiempo cómo artistas nicaragüenses empujan el arte al límite para explorar cuestiones de historia, identidad y cultura.  La gentrificación es un proceso de “renovación” económico y social urbano en el que la población o cultura original de un sector o barrio popular es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo.1

En otras palabras, la gentrificación es un fenómeno urbano que los economistas celebran como un índice de desarrollo económico y como una celebración estética del “embellecimiento» de zonas empobrecidas o en deterioro. En Nicaragua podemos ver este fenómeno principalmente en ciudades turísticas como San Juan del Sur, Granada y León, pero también lo podemos notar en distintas zonas de Managua2. Espacios que han cambiado rápidamente en los últimos 10 años. Específicamente hay que notar cómo la inversión al turismo y el enfoque en una clase con mayor nivel adquisitivo construye y privatiza paisajes urbanos que son cuidadosamente decorados y administrados. Por ejemplo, los bares, hostales, restaurantes, cafeterías, galerías de arte, murales, y boutiques reemplazan comedores; pulperías, fritangas, espacios públicos y más.3 El peligro de la gentrificación es cuando se desplazan poblaciones populares y los precios se incrementan para atender a un nuevo público adinerado, así cerrando espacios accesibles para la mayoría de los nicaragüenses. Entender este tipo de “desarrollo” simplemente en términos económicos ignora los efectos culturales y sociales que ocurren en un territorio. Lo que me interesa resaltar es que la gentrificación también es un proceso cultural, identitario y estético.

Foto por Alvaro Garcia para El País

El aspecto cultural de la gentrificación ocurre cuando nuevos objetos y artefactos culturales como artesanías, comidas, vestimenta, expresiones, imaginarios, son modificados para volverlos más comercializables y consumibles para ya sea un turista o un público adinerado. Lo que se modifica en este sentido es la cultura misma, sus significados populares y sus identidades al ser mediados por el capital y la mirada mercantilista.4  Hace ya más de 10 años estas nuevas relaciones comerciales entre identidad, cultura, turismo y consumismo se volvieron obvias en el paisaje e imaginario de Nicaragua. La identidad y cultura nicaragüense se entrelazaron con los anuncios de ron y cerveza[5]. Campañas publicitarias de Movistar y Claro adaptaron lenguajes más locales, JINCHO como marca se volvió popular, Emprendedores en la UAM, Nicaragua Diseña… Estas iniciativas tomaron fuerza y la inversión al turismo aumentó. Estas decisiones estéticas fueron intencionalmente tomadas para atraer y alcanzar a un público con poder económico, y el esfuerzo convirtió la cultura nicaragüense en una moda, un brand. La cultura e identidad nicaragüense en este caso se vuelve algo consumible y exportable en vez de algo que se preserva, investiga y crítica.

Un ejemplo del peligro de crear estos nuevos imaginarios de identidad comercial lo presenta el activista Larry Montenegro Baena al denunciar el lago-volcano-centrismo como el slogan turístico promovido por el INTUR y el Estado de  “Nicaragua: Tierra de Lagos y Volcanes”6 crea un imaginario específico sobre la identidad nicaragüense que excluye el territorio de la Costa Caribe7. En este caso, el turismo es la industria que administra el imaginario territorial y cultural de Nicaragua, atribuyéndole un significado exótico , aventurero y lleno de abundancia.8 Adicionalmente, también el turismo construye un imaginario específico sobre la Costa Caribe, lleno de baile, mariscos, cocos e islas. Específicamente, los espacios gentrificados traen consigo una propia estética, su propia paleta de colores, sus propias definiciones del arte y una experiencia pública meticulosamente curada.

Podemos notar cómo la industria turística está intrínsecamente entrelazada con la industria empresarial y con decisiones estéticas. Para explorar esta relación podemos ver qué estéticas y prácticas artísticas son promovidas por instituciones como Nicaragua Diseña. Esta institución se celebra como una plataforma que “impulsa, promueve y fomenta una Economía Creativa y Emprendedora a través del Diseño, Arte y Moda”.9 Inclusive se pronuncia como “el evento más grande de moda, arte y diseño del país”. Nicaragua Diseña, en nombre de la innovación y la “economía creativa” se aproxima al arte y a la creatividad con una mentalidad consumista y empresarial, creativamente buscando cómo apelar a nuevas tendencias en el diseño y en el arte para así aprovechar un mercado. Esta lógica económica se aproxima a la cultura como una oportunidad para modificar, vender y exportar. La mirada mercantilista hacia la creatividad ignora procesos de producción, labor, extracción y significados locales de Nicaragua. No se produce la innovación en derechos laborales, la preservación de artesanías tradicionales o la conversación con el papel histórico del arte en Nicaragua, más bien justifica y extiende la economía capitalista y la vuelve más palatable y la incorpora a una estética local. La innovación artística en este sentido nunca será una amenaza a los sistemas dominantes, más bien se vuelve un tentáculo más de cooptación y privatización de una cultura e identidad. Su relación hacia el arte y la creatividad se vuelve banal, decorativa y domesticable. 

Un ejemplo contemporáneo de este fenómeno de banalización y gentrificación del arte lo encontramos en Granada en donde a mediados del 2019 se inauguró una nueva escultura, denominada LOVE. Sin consultar a la población y con una obvia mirada hacia el turismo, se construyó una réplica (potencialmente plagiada) de la escultura de Robert Indiana del mismo nombre. La alcaldesa que aprobó la obra anunció que “en Nicaragua hay amor y por eso inauguramos este monumento para compartir con las familias estos lazos de amistad y fraternidad a través del arte”.10 El potencial social de un monumento es totalmente cancelado cuando se construye para embellecer un espacio o para volverse una oportunidad fotográfica. El arquitecto Fernando Lopez Gutierrez remarca que la obra no tienen “nada que ver con nuestra identidad cultural” y representa otro momento de construcción de monumentos encima de la historia local de Granada.11  La interacción entre espectador y monumento se vuelve un consumismo pasivo. Esta escultura, o el arte público en general, cuando se construye con intenciones turísticas deja claro qué tipo de personas son priorizadas y bienvenidas, e impone una relación económica y consumista entre el territorio y el sujeto. 

En este caso vemos como el arte público; ya sea murales, intervenciones urbanas, o esculturas de este tipo, son agentes de la gentrificación y corrompen la sociedad en nombre del arte y la creatividad. Este proceso se llama Artwashing Lavado de Arte y es una estrategia ocupada por inversionistas y urbanistas para justificar sus proyectos y sus construcciones, al volverlas espacios con estéticas “modernas, creativas y artísticas”, pero que al mismo tiempo violentamente cambian el humor de la ciudad y el tipo de persona que es bienvenidx y pertenece a estos espacios. No es casual que los centros turísticos sean altamente policiados y supervisados. Es aquí donde los artistas se vuelven cómplices de la violencia económica generada por el turismo y el capital, ocupando sus talentos y sus definiciones del arte para crear una “ciudad más encantadora”, desplazando a la población popular y original. Lo bueno es que no tenemos que ir lejos para pensar alternativas artísticas y creativas que ocupan el arte y el arte público para generar conciencia, intervenir con conversaciones críticas y hacernos reflexionar sobre nuestra historia y nuestra identidad como nicaragüenses .

Registro de Transporta Managua, por Patricia Villalobos en su página web.

Nicaragua tiene una enriquecedora lista de artistas, iniciativas e intervenciones que presentan un horizonte de las nuevas posibilidades del arte, como una práctica política, crítica, participativa y multidisciplinaria. Tenemos como excelentes ejemplos, Transporta Managua de Patricia Villalobos, Rostros Vivos de Guillermo Vargas Habacuc y Julia Murillo, las residencias y talleres de Operación Queer, La Caída de Alejandro de la Guerra, Instalacion de Remembranza Colectiva por los Arquitectos Autoconvocados, Reconstrucción de una Ruina Anti-monumento de Marcos Agudelo. Estas intervenciones no buscan gentrificar, privatizar o beneficiarse económicamente de sus obras, más bien nos invitan a reflexionar sobre nuestra identidad y nuestra historia y así concientizar y tomar una posición política12. Todas estas intervenciones responden a una manera de hacer arte y hacer política y muchos de sus elementos encajan en lo que se llama Nuevo Género de Arte Público.  El “Nuevo Género de Arte Público” (en adelante, NGAP) es un nuevo modelo para el arte público desarrollado por la artista Suzanne Lacy en su libro de 1991 llamado: Mapping the Terrain: New Genre Public Art. Aquí, Lacy explora las deficiencias del «arte público tradicional» y aboga por un nuevo género de arte público basado en el activismo y el compromiso.13

Partiendo del trabajo de Suzanne Lacy, la artista y teórica Hilda Hein en su libro Thinking Museums Differently agrega a la definición del NGAP como radicalmente diferente a la concepción tradicional del arte público, arte decorativo, arte comercial que implica nuevas concepciones de contenido, forma y medios. Se pretende contrastar con las limitaciones del arte público tradicional, que asume un público general y una comprensión limitada del papel de la obra de arte.14

El Nuevo Género de Arte Público tiene tres características principales. Primero, afirma ser un proceso en lugar de un fin. La obra se encuentra en las conversaciones generadas y en su propio proceso de construcción, la obra se vuelve inmaterial y no-consumible. La segunda característica es que busca cómo construir múltiples públicos. El arte público en este caso necesita proporcionar el espacio donde los múltiples espectadores puedan articular y exponer su propia voz. Esta característica es crucial para el arte público, ya que prioriza a los públicos que son sistemáticamente marginados y explotados y entiende que no existe un público ideal para consumir sus obras (turistas por ejemplos). La tercera y última característica del NGAP es que difumina la definición y la autoridad de un solo artista al permitir que otros participen en todo el proceso de producción de la obra de arte. Esta última característica nos invita a repensar la autoría y la supremacía del artista como emprendedor y creativo singular. 

Si tomamos como ejemplo Transporta Managua de Patricia Villalobos podemos celebrar una manera multidisciplinaria y participativa de aproximarse al arte, la historia y a una comunidad. Transporta Managua es una intervención en donde al público se le invita a hacer un recorrido por la vieja Managua en una serie de caponeras. Cada caponera trae una experiencia sonora que reproduce testimonios aportados por los ciudadanos de la vieja managua, así creando un mapeo de narración y memoria colectiva. Esta obra participativa e investigativa activa la necesidad de reflexionar sobre la historia de Managua y  sus pobladores,  generando conciencia e incentivando la conversación sobre nuestra identidad y nuestra relación con la ciudad. Esta manera de pensar, hacer y relacionarse con el arte se construye en completa oposición a una posición artística mercantilista y gentrificadora, y más bien desafía las fuerzas de olvido histórico generadas por la industrialización y el turismo.

Rostros Vivos por Guillermo Vargas Habacuc y Julia Murillo encontrado en Ameliarueda.

Como espectadores del arte y ciudadanos tenemos que comenzar a pensar críticamente sobre el tipo de arte que se promociona y distribuye; las artesanías, las exposiciones y galerías de arte, las innovaciones creativas en nombre de la cultura, pero también los monumentos y arte público que nos rodea. Comencemos a preguntar ¿Para quién es esta obra? ¿Qué tipo de experiencias está facilitando? ¿Cuál es su intención? ¿Qué tipo de comentarios hace sobre la situación actual? A través de estas preguntas podemos incrementar nuestro estándar y expandir el rol que juega el arte en nuestra sociedad. 

Como artistas y creativos comprometidos con el cambio social tenemos que asumir la responsabilidad de entender los potenciales del arte y cómo es un arma de doble filo. Involucra un proceso de introspección y concientización de las dinámicas sociales y políticas a las que no podemos escapar. ¿Estamos creando arte para concientizar o solo para avanzar en nuestra propia carrera? ¿Vemos a los demás artistas como colaboradores o como competencia? ¿Nuestro público pasivamente consume nuestro arte o participa críticamente en toda su formación? ¿Cómo practicamos la responsabilidad hacia una ciudad, hacia una técnica artística, hacia la historia del arte en Nicaragua?  En Nicaragua, un país que enfrenta desafíos económicos, sociales, políticos y culturales pero al mismo tiempo históricamente lleno de potenciales e iniciativas artísticas es responsabilidad de todxs construir definiciones del arte y la creatividad para responder, reaccionar y proponer en contra de las fuerzas que quieren banalizar y comercializar nuestra cultura y nuestra identidad.

Notas:

[1] Definicion por Fundéu BBVA en Estandarte (2020)

[2] Por ejemplo, las Calzadas de León y Granada y Zona Hippo, Las Colinas.

[3] Sunday Funday en San Juan del Sur es un claro ejemplo de este cambio ambiental y relacional que ocurre en cómo y quién vive y disfruta la ciudad.

[4] Se puede argumentar como el proceso de intencionalmente borrar murales revolucionarios y destruir memoriales sandinistas durante el periodo neoliberal también se puede considerar un proceso de gentrificación. Por ejemplo, después de 10 años de Talleres de Poesía, Movimientos Muralistas y Festivales de Arte durante la Revolución Sandinista, la presidenta Violetas Chamorro exclama que Miss Nicaragua es el evento cultural más importante del año, en 1992.
Ver el trabajo de Becca Cooley, Annelise Finney y Margarita Vannini.

[5] Fidel Ernesto, en el 2017 expuso a través de una campaña, la ilegalidad de esta posición publicitaria al reconocer que de acuerdo al Artículo 18 de la Ley de la Defensa de las Personas Consumidoras y Usuarias es prohibido “reafirmar la identidad nacional para incentivar el consumo del alcohol”.

[6] Geoff Mooreb,Nicaragua Tierra de Lagos Y Volcanes 19 Digital. (2020)

[7] Larry Montenegro Baena Volcan Blue: La Fabula Colonial del Lagovolcanocentrismo

[8] Para entender estas dinámicas de representación recomendamos el libro de Antonio Montes, Paisaje/Sujeto/Nación publicado por el IHNCA.

[9] Nicaragua Diseña, Información General en su Página Web.

[10] Arnulfo Aguero, Alcaldia de Granada Plagia Escultura por Robert Indiana,  La Prensa (2019)

[11] Ibid

[12] Para una reseña detallada de esta escena artística en Nicaragua, pueden leer a Luisa Fuentes Guaza en Managua, La Trama Irreversible publicado en Collecion Cisneros

[13] Suzanne lacy Mapping the Terrain: New Genre Public Art

[14] Hilda Hein, Thinking Museums Differently