Entrevista con Sema Nancy Ludrick, la primera atleta miskita en los Juegos Olímpicos
noviembre 15, 2021
11 min
En esta entrevista hablamos con Sema Nancy Ludrick sobre sus inicios en el levantamiento de pesas, nos cuenta su experiencia como mujer indígena en los Juegos Olímpicos de Tokio y también menciona la importancia del apoyo familiar para las niñas nicaragüenses que sueñan con la oportunidad de hacer una carrera dentro del deporte.
¿Cómo te empezó a gustar el levantamiento de pesas?
Antes jugaba fútbol y pues un entrenador me dijo que había llegado un deporte nuevo a Puerto Cabezas y que él andaba buscando chavalos y chavalas para meterlos. A mí me dijo que miraba que yo tenía fuerza y le dije “dale pues”, porque a mí me gustaba el deporte, yo practiqué casi todos los deportes y dije que quería probarlo. Un día me dijo que fuera y me enseñó las técnicas, ahí comencé a entrenar y a levantar pesas. Una semana después vine aquí a Managua a una competencia de novatos, competí, agarré oro y también fui la mejor levantadora, me motivé y comencé a entrenar más duro y dejé el resto de los deportes, me quedé con pesas.
¿Era difícil al principio levantar tanto peso?
De hecho sí, me costaba. Me dio dolor de espalda, dolor de rodillas, dolor en los codos, me golpeaba con la vara porque no sabía cómo pasarla, me salió una gran pelota… después vino un entrenador de Cuba y él me enseñó la técnica, pero es duro, es un trabajo de hombres que estamos haciendo las mujeres. Yo pensé que no iba a seguir, porque tuve un dolor de espalda feo, horrible, no podía ni agacharme, ni levantar las pesas, pero yo le pedí a Dios, porque me gustó desde el comienzo… pero pensé que mi carrera deportiva acababa ahí. Comencé a ir a terapia, poniendo hielo, calor, y se me quitó.
¿Qué pasó después?
Después me retiré porque no estaba estudiando, solo me estaba dedicando a entrenar y entrenar, y mis padres me dijeron que tenía que estudiar para el futuro. Ellos me sacaron… yo era menor de edad y pues tenía que hacerle caso a mi familia. Eso fue en 2015. Después de que me retiré, salí panzona de mi hijo y sentía que estaba terminando todo. Mi esposo también es levantador de pesas y él también se retiró para comenzar a trabajar. Yo comencé a estudiar Administración de Empresas en la URACCAN en Puerto Cabezas. Estudié en sabatino y saqué el primer año de administración.
Pero no acabó ahí...
Después me llamó el presidente de la Federación Nicaragüense de Pesas y me dijo que había una competencia, fue para los Centroamericanos en 2017. Me dijo que si regresaba a las pesas, yo le dije que ya tengo hijo, tengo que pensarlo por mi hijo, tengo que trabajar y estudiar para salir adelante. Me dijo: usted tiene mucho talento en pesas, nosotros queremos que regresen los dos porque tienen talento. Y decidimos regresar de nuevo. Para el Centroamericano solo teníamos 10 meses de preparación: yo agarré dos platas y un bronce y él agarró tres oros. Ahí comencé a motivarme y después, en 2018, me tocó viajar a los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla. Ya iba mejorando mis marcas, estaba levantando más peso. Después de Barranquilla fui en 2019 a Lima (Juegos Panamericanos) y ahí fue que rompí los récords que había en Nicaragua: una mujer había levantado 111 kilos y yo levanté más que ella (112). Hice un buen total y pues, en Nicaragua nadie había levantado esos pesos.
Hace rato me mencionabas que levantar pesas en Nicaragua es un deporte considerado más para hombres: lo practican los hombres, lo dirigen los hombres… ¿cómo fue ser mujer y practicar levantamiento de pesas?
Al comienzo la gente decía que iba a parecer hombre y yo un año empecé a sentir que tenía trapecio y mi cuñado me dijo: “Uy, parecés hombre porque tenés trapecio y yo que soy hombre no tengo” y me sentí mal. De ahí solo me ponía camisas normales, no de tirantes y me desanimé. Después empecé a ver en Youtube a bastantes chicas levantando pesas y lo vi como algo normal. Y entonces dije qué para qué le iba a poner mente a la gente, si a mí me gusta ese deporte.
¿En algún momento dudaron de vos y tu talento para el levantamiento de pesas solo por el hecho de ser mujer?
De hecho sí, y me decían que porque venía de un departamento no iba a ser buena, porque eran mejores las mujeres de la capital. Me dijeron que no podía.
¿Cuándo te diste cuenta de que eras una mujer fuerte?
A mí me gustaba hacer las cosas de hombre porque yo sabía que yo tenía fuerza. Mi papá tenía una pulpería y yo levantaba los quintales de arroz de 100 libras. Tenía como 10 – 11 años y yo levantaba ese peso. Una vez un señor le dijo a mi mamá que por qué permitía que yo levantara pesas porque soy una chica y le dijo: “Es que ella tiene fuerza”. Yo no sabía que yo me iba a meter en pesas porque ni por la mente me pasó que había un deporte de levantamiento de pesas.
Ya que hablamos de este tema de ser mujer y levantar pesas, ¿qué le dirías vos a las niñas y adolescentes nicaragüenses que quieren empezar a practicar este o cualquier otro deporte?
Es mucho trabajo y mucha dedicación, porque la gente te dice que no podés. Uno no tiene que hacerle caso a la gente.
¿Cómo fue tu experiencia en Tokio?
Fue un trabajo duro. Este año fue duro, porque en la trayectoria para ir a Tokio me lesioné el codo, me lesioné la muñeca y no podía soportar el peso. Fue duro pero nunca me rendí. Me decía: yo puedo, no voy a dejar perder todo el trabajo que hice. No importa el dolor, tengo que ir. Comencé a entrenar duro, sudaba y lloraba. Cuando me dijeron que estaba clasificada para Tokio me alegré muchísimo y le di gracias a Dios.
Después de que vine de Tokio fui a Puerto Cabezas y ellos no sabían que yo practicaba deportes. La gente que me apoyó. Y entonces yo le doy gracias a todos.
¿Dónde estabas cuando te enteraste?
Estaba en mi casa. Me metí a Facebook, vi que estaba clasificada y lloré de alegría, pero también por todo el trabajo que había hecho.
¿Qué crees que hace falta para mejorar el deporte en Nicaragua? Especialmente para las niñas...
Necesita apoyo, más apoyo de las familias.
¿Cómo ha sido la experiencia con tu familia en tu carrera?
Al comienzo ellos no creían en mí, decían que yo andaba perdiendo mi tiempo, pero yo iba demostrando que no. Ahí poco a poco fueron creyéndome. Hasta ahora ellos dicen que se quedaron sin palabras. A veces miro a madres que me preguntan “¿Cómo hago? Mi hijo practica deportes” y yo les digo que los apoyen porque es necesario, los niños se sienten más motivados.
¿Cómo te sentís por el hecho de ser la primera atleta de origen miskito que llega a los Juegos Olímpicos?
Yo me siento súper contenta, súper alegre y bueno, le pido a Dios que quiero ser un ejemplo como mujer indígena. Quiero apoyarlos. Hay muchos chavalos y jóvenes que son talentosos, algunos no saben sus talentos y entonces es necesario que alguien lo descubra. Yo le pido a Dios que yo quiero ayudar a los chavalos y descubrir los talentos de ellos.