Memorial del fuego / Poesía

abril 30, 2021

A los torturados, secuestrados, desaparecidos 

y exiliados

 

“Lloré así y canté. Aullando los perros

perseguían a los muchachos y los

guardias sitiaban.

Lloré y más fuerte mientras los

cuerpos caían”

Raúl Zurita

Plegaria

(Poema para leer durante un genocidio)

Dios, te ruego que sus armas se atasquen y sus manos se cercenen, 

que el francotirador pierda la vista y una pierna,

cegalo con la luz que no tenemos.

Apagá la existencia de quien da la orden de fuego. 

 

Dador de vida,

encendé brasas

entre las vísceras del tiranuelo que dejaste nacer.

 

No quiero un Moisés, ni otro mesías.

 

Dios de amor, tené piedad de mis madres,

ellas aún te rezan arrodilladas por saber a mis hermanos a tu lado. 

Dios, soy aquel que ayer y hoy reniega de tu existencia.

Muerte

Para  los atrincherados

Es de noche,

te veo desde un agujero de la barricada.

Venís a salvarme del desconcierto de las horas, 

venís a salvarme de las horas

venís delgada,

como un disparo.

Venís

con tu espectro de silencio.

Escarbás mi tráquea en un parpadear de vida. 

Hace frío

ya estás conmigo.

Mayo, 2018.

 

Abril

(Poema para leer después de un genocidio)

April is the cruellest month, breeding 

Lilacs out of the dead land (…)

The Waste Land, T.S. Eliot 1922

 

He aquí el último poema que escribo. 

Esto no significa que ya no encuentre 

                     versos en la deriva nocturna,

ni que no los hayan

ni que nadie más pueda encontrarlos 

                              o tropezar con ellos. 

Sucede que, desde el invierno de abril del 2018

Quiero escribir, y el llanto no me deja.

No son versos,

son lágrimas que encuentro y luego cargo 

           como un féretro 

           con cientos de cadáveres dentro.

Nocturno en San José

La poesía no habita en mí. 

Sin embargo, la busco.

La busco en esencias ajenas como el pan 

que me alimenta.

La poesía se esconde, huye esta noche y no me espera. 

Se esconde de mis manos fétidas a evocación y tristeza. 

Me es imposible sembrar girasoles, Francisco.

Ni en el asfalto y menos sobre edificios acuclillados. 

Hoy es viernes y en San José hace tristeza con frío. 

Pienso:

“¡En Managua jamás sentí congoja como esta!”

¿Y qué es este frío?

La poesía aparece sin poema.

8 de julio*

Para Eduardo Rappaccioli, 

por compartir la búsqueda

 

Feliz cumpleaños, Eduardo.

Hoy te llegará plomo de regalo.

Caminá tranquilo porque hoy moriste un poco más 

y celebrás la muerte como el obsequio

que traen los reyes carniceros con un poema.

Ya tenemos casi treinta años, poeta,

y estamos lejos de casa.

El paisaje que ahora nos rodea es ajeno.

En las calles hay un olor familiar a mierda

pero en el fondo sabemos que no es nuestro. 

Estamos lejos de lo que fuimos hace sólo diez años, 

la inmortalidad ahora es mito.

*El 8 de julio de 2018 en Carazo, Nicaragua, la dictadura Ortega- Murillo ordenó el inicio de la llamada “Operación Limpieza” en la que participaron cientos de paramilitares con armamento bélico. Según los reportes del Cenidh la cifra ascendió a 38 muertos incluyendo varios policías.

Fernando

“Andrés 

Tu piedra es mi esperanza”

Fernando Gordillo

 

Fernando,

mi piedra nunca fue esperanza de nadie.

Ha pasado casi medio siglo y ya ves, 

siempre lo mismo.

Pudo más el dólar que la sangre.

Toda la tierra, Fernando.

Desde Alaska hasta la Patagonia

desde esta esquina hasta las otras esquinas. 

No tienen lágrimas para llorar ninguna patria. 

Ya no hay piedras sino balas.

¡Dispará!

A casi medio siglo de distancia, el enemigo, 

es el mismo: 

          nosotros.

Hoy, hijo mío...

“Mañana, hijo mío, todo será distinto…”

Edwin Castro

 

Hoy, hijo mío, nada es distinto.

La angustia sigue marchando

a paso firme sin encontrar fondo.

El campesino es decapitado, cercenado 

y mutilado por quitarle la tierra suya. 

Que es poca, pero ya no es suya.

 

Las hijas del obrero y campesinos

son las prostitutas de los poderosos, como vos. 

No hay pan y menos vestido

porque su trabajo no merece ser pagado.

Las lágrimas se mezclan con sangre en las calles.

 

Hoy, hijo mío, nada es distinto.

 

Caen bombas lacrimógenas, hay cárcel 

y disparos de Dragunov

para quien ose levantar la voz.

No puedo caminar por las calles 

porque ninguna ciudad es mía,

ni de tus manos y de las manos de tus hijos. 

Encerró la cárcel tu juventud

Como también encerró a los míos

y morirás exilado.

Hoy, hijo mío, todo sigue siendo igual, o peor…