Refundar el Estado: protestas y transiciones en América Latina

agosto 6, 2021

22 min

​Los Estados nación en América Latina han sido construidos sobre la base de un proyecto homogeneizador, elitista, colonial y patriarcal

Chile despertó

Un ejemplo de este tipo de movimientos refundacionales en la actualidad lo tenemos en Chile. En el 2019 sucedió una jornada de protesta multitudinaria, con debates y organización social para enfrentar  al Estado  chileno -fundado sobre un andamiaje neoliberal y represivo- producto de la dictadura de Pinochet. Este sistema  quedó sellado en la constitución política de Chile, cuyos precursores se opusieron a cualquier reforma sustantiva.

La magnitud de estas protestas hizo  añicos lo que fue considerado el paradigma neoliberal de América Latina (Jiménez, 2019). Modelo diseñado con asesoría directa de Milton Friedman y la Escuela de Chicago, con la formación de cuadros de economistas, conocidos como los “Chicago Boys”, quienes, desde antes del golpe de Estado a Salvador Allende en 1973, habían intentado sin éxito, convencer a candidatos de derecha como progresistas, de adoptar su programa (Valdés, 2008). Lo que sí lograron con la dictadura, cuando se integraron dentro del funcionariado del Estado para realizar este modelo, que bajo el régimen represivo no pudo ser detenido. Así lograron estructurar al Estado de Chile bajo ese modelo, respaldado legalmente en la Constitución que generaciones posteriores están cuestionando, conscientes del origen de los problemas. Como tal, planteó el lema de una de las fuertes movilizaciones de 2019: “No son treinta pesos, son treinta años”.

A pesar de la entrada en el gobierno de figuras y de partidos progresistas, la trayectoria neoliberal, no sufrió cambios. Es decir, desde arriba no hubo señales de rupturas. Fue desde abajo que se interpeló este modelo. Es así que, en este contexto, se fueron desarrollando una serie de protestas ante medidas neoliberales que fueron aportando a la revuelta de Chile actual. Pizarro Conte explica: “Al observar la última década en Chile es posible identificar una trayectoria de movilizaciones sociales que han puesto en tensión el consenso neoliberal presente en el país: el año 2011 con el movimiento estudiantil, las movilizaciones medioambientales, el movimiento contra el sistema de pensiones, el movimiento feminista y el reciente estallido social” (2021, pág. 52). En esta lista, podemos agregar todo el movimiento mapuche, que ha presentado resistencia por años al Estado chileno.

En el 2018, el PNUD (2017) ya advertía en su informe el grado de desigualdad producto de este modelo, sus posibles impactos y necesarias rectificaciones: una estructura productiva con salarios muy bajos y alta rotación del empleo, fuerte concentración de los ingresos y la propiedad; insuficiente aporte de los impuestos, las transferencias y la seguridad social para moderar la desigualdad; un sistema educativo que aspira a igualar oportunidades, pero no lo logra; normas culturales que justifican o rechazan arreglos inequitativos y sobrerrepresentación de los grupos de mayores ingresos en los espacios políticos. Pero las élites seguían atadas a la narrativa del milagro chileno y su excepcionalidad, a pesar de las distintas manifestaciones de descontento como el movimiento estudiantil del año 2011, en contra de la mercantilización de la educación; “Patagonia ¡Sin Represas!”, en contra de los proyectos hidroeléctricos,en 2011 y la Coordinadora No Alto Maipo en el 2014; el movimiento “No Más AFP” en el 2016, en contra del negocio del sistema de previsiones y seguridad social; el mayo feminista del año 2018 en contra del Estado Patriarcal (Pizarro Conte, 2021). O los casos de movimientos sociales más sostenidos en el tiempo, como es el caso del pueblo mapuche.

Lo interesante desde el movimiento social se sostuvo este ciclo de resistencia, que se fue construyendo desde abajo y que dio vida en octubre 2019 al ciclo “Chile Despertó”. Pizarro Conte, citando a Fleet, explica que es “el resultado de un proceso de acumulación de luchas sociales, cuya articulación se produce fuera de un proyecto político disponible” (Pizarro Conte, 2021). Bajo ese campo abierto se desarrolla un movimiento social, que no contaba con líderes visibles, ni partidos-Estado, que fue organizado con la participación amplia de diversos sectores sociales, incluyendo a colectivos y movimientos que habían acumulado experiencia en los anteriores ciclos de protesta, como de sectores de la sociedad que por primera vez se manifestaban, sumándose los sindicatos como Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT). El cual fue creciendo más, ante la represión y criminalización estatal (Tinta Limón, 2021)

Esta diversidad permitió un enriquecimiento de acciones, estrategias y organización que pudo sostener la resistencia en las calles y construir un relato frente a la estigmatización emprendida por el Estado, para deslegitimar al movimiento social.  Desde las defensas ante la represión se organizó  el trabajo de los cuidados, la atención médica a los heridos, las redes de colaboración que conectan las manifestaciones y acciones con la ciudad, como también la logística. Los y las artistas construyeron esa narrativa musical, visual y escrita, que permitió comunicar, darle pasión, identidad y fuerza a la memoria histórica. Las feministas denunciaron el Estado Patriarcal, reflejado en la violencia sexual de la policía en contra de ellas, donde “Un Violador en tu Camino”, se convierte en un himno que lo denuncia.

Aunque su demanda inicial estaba ligada a las tarifas del metro impuestas por el gobierno, rápidamente se conectó con todo el problema de desigualdad y violencia estructural de la sociedad chilena. La demanda se concretó en la refundación del país, a través de la instalación de una nueva Asamblea Constituyente para una nueva Constitución que diera fin al legado de la dictadura.

Los sectores de la derecha reaccionaron en contra de esta propuesta. Pero la fuerza del movimiento fue tal que el Estado no pudo contener la demanda y accedió a la realización de un plebiscito para decidir sobre la Constituyente. La situación del COVID fue aprovechada por el gobierno para declarar el Estado de excepción constitucional y posteriormente el toque de queda, lo que le permitió reducir la capacidad de movilización masiva, pero eso no significó el repliegue del movimiento, sino que todo el tejido organizativo surgido con estas movilizaciones se puso a disposición de atender a la población afectada, lo que permitió seguir en movimiento hasta llegar al 25 de octubre de 2020, con la realización del plebiscito donde ganó la aprobación de la Constituyente.

El 15 y el 16 de mayo la elección de los 155 convencionales constituyentes, dio como resultado la derrota del partido de gobierno, mientras las candidaturas alcanzaron una representación de 155 miembros. (Ramírez Figueroa, 2021) (Montes, 2021) Para entender este resultado hay que ponerlo en el contexto de lo que significó la transición pactada en Chile, entre la élite gobernante y la oposición. Pizarro (2021, págs. 53-54) explica que la transacción entre estos grupos dio como resultado unos pactos explícitos e implícitos para “poner fin a la dictadura», pero que terminaron aislando a la sociedad civil de la política, a pesar de su protagonismo en la lucha en contra de esta. Con el movimiento “Chile Despertó” la sociedad civil y sus expresiones organizadas como movimiento social, desde las diversas luchas que se dieron en el pasado y entre los distintos sectores lograron articularse para volver a recuperar ese papel, arrebatado por la dictadura y las negociaciones de la transición.

El caso de Bolivia

En Bolivia los movimientos de los pueblos originarios también fueron impulsores de la refundación del país, bajo un modelo de plurinacionalidad, frente a un Estado-Nación construido sobre principios coloniales, racistas y excluyentes. Estos pueblos -desde los márgenes, aunque no aislados- igual que la propuesta zapatista, desarrollaron modos de vida autónomos y en resistencia, o como le denomina Makaran, “Autonomía histórica de facto” (2021), que desde esa condición subalterna, cuestionaron y desafiaron al modelo de Estado nación capitalista y del proyecto político de las élites gobernantes.

Entre las fuerzas organizadas, Makaran identificó: katarismo e indianismo aymara, las autoridades tradicionales de ayllus y markas del altiplano (Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu [CONAMAQ]), organizaciones indígenas del oriente (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia [CIDOB]) productores de hoja de coca de Chapare en Cochabamba, los sindicatos obreros (Central Obrera Boliviana [COB]) y campesinos (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia [CSUTCB]), juntas vecinales de El Alto (Federación de Juntas Vecinales [FEJUVE]), Coordinadora Regional por la Defensa del Agua de Cochabamba. (Makaran, 2021, pág. 212). Que en el periodo del 2000-2005, mantuvieron las principales luchas del país, y también propusieron una asamblea constituyente.

Originalmente el MAS (Movimiento al Socialismo), no recogía este planteamiento de la Asamblea Constituyente. Con el transcurso del proceso, el MAS fue siendo parte con la conformación del Pacto de Unidad, establecido con la CONAMAQ, CIDOB, CSUTCB, CSCIOB, la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia-Bartolina Sisa (CNMCIOB-BS), entre otras. Con el cual se propusieron el proyecto constitucional para la refundación de Bolivia y se enfrentaron juntos a las fuerzas conservadoras organizadas en el Consejo Nacional Democrático (CONALDE).

Con las políticas extractivistas, especialmente con la reacción agresiva del MAS, en contra de la VIII Marcha por el TIPNIS en 2011, este pacto llegó a su fin (Makaran, 2021, pág. 212). Posteriormente, con la no aceptación de los resultados del referéndum en el 2016 para la aprobación o rechazo del proyecto de modificación constitucional para permitir la reelección del presidente o vicepresidente del Estado Boliviano, las distancias se aumentaron.

En el contexto de una elección con muchas irregularidades, así como la existencia de estos descontentos reales que no fueron atendidos y negados, fueron el aliciente para una movilización popular, lecturas y posicionamientos críticos como los de la Central Obrera Boliviana, los docentes y autoridades de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), de Mujeres Creando y otros sectores feministas.

En medio de esta confusión, el sector ultraconservador ligado a Santa Cruz -en alianza con el ejército- vieron esto como una oportunidad para sustituirlo con un proyecto reaccionario, violento, racista, clasista y fundamentalista religioso, para lo que dieron un golpe de Estado (Stefanoni, 2020). Apartaron a los sectores moderados de la oposición, también irrespetaron y desconocieron la diversidad de la movilización popular y su agenda. Con la complicidad de los militares demostraron en pocos días su talante autoritario, entraron con armas y con la biblia al Palacio de Gobierno, quemaron símbolos de los pueblos originarios, retrocedieron los derechos logrados y desataron una ola represiva contra todo el que pensara distinto, donde cometieron crímenes de Estado, que están siendo investigados por un GIEI instalado por la CIDH.

El proyecto político de la élite de Santa Cruz demostró en pocos meses una visión extremista, racista, violenta, corrupta, clasista, militarista y excluyente, que dejaba fuera a las grandes mayorías. Finalmente, este régimen fue en contra de la población indígena, las organizaciones sociales, populares, comunitarias, sindicales, feministas, ecologistas y clases medias preocupadas por ver estándares progresistas. Incluso su agresividad llegó a afectar a los propios sectores de derecha, que fueron arrinconados.

El proyecto cruceño fue directo a destruir el Estado Plurinacional y los derechos alcanzados, que las primeras manifestaciones reivindicaron, defendiendo la Constitución y la democracia participativa vinculante, reclamos que no formaban parte de la cosmovisión del proyecto de las élites que giran alrededor de Santa Cruz.

Los movimientos sociales presentaron respuesta al gobierno de la ultraconservadora Jeanine Áñez, para la defensa de la plurinacionalidad, quien también dio una mala gestión de la pandemia del COVID; abundancia de casos de corrupción, una profundización del modelo extractivista y represión (Amnistía Internacional, 2020). De esta manera, el 18 de noviembre pierde las elecciones frente al MAS, quien retorna al gobierno.

Para muchos analistas (Puig, 2020) (Solón, 2020) (Ortiz, Molina, Rocha Fuentes, & Córdova Villazón, 2020) (Stefanoni, 2020), ante el proyecto agresivo de Áñez, las votaciones le dieron una nueva oportunidad a los actores políticos en Bolivia. Al MAS, que rectifique su camino, alejándose del caudillismo latinoamericano, las políticas conservadoras, el desarrollismo extractivista, para acercarse de nuevo a la gente. Y la oposición el chance de abandonar y dar la espalda al proyecto de las élites de Santa Cruz, hacia un modelo que respete los derechos alcanzados, que respete el Estado plurinacional, la diversidad, a la justicia social, el laicismo, la democracia participativa y la libertad. Al fin de cuentas, esa fue la agenda de las primeras movilizaciones.

Bibliografía

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Jiménez, E. (10 de noviembre de 2019). Desigualdad y descontento: lo que tienen en común las protestas en América Latina. Obtenido de EOM: https://elordenmundial.com/desigualdad-descontento-protestas-america-latina/

Korol, C. (2018). Las revoluciones de Berta. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: América Libre.

Makaran, G. (2021). Estado plural y autonomía social vs. nacionalismo populista. Reflexiones desde la Bolivia ‘plurinacional’. En D. y. Castro, América Latina en Tiempos Revueltos (págs. 209-228). Montevideo, Cochabamba y Morelos: ZUR, Excepción y Libertad bajo palabra.

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Pizarro Conte, J. (2021). El estallido social chileno. El largo camino hacia encontrar el ritmo de la articulación contra el neoliberalismo. En D. y. Castro, América Latina en Tiempos Revueltos (págs. 51-68). Montevideo, Cochabamba y Morelos: ZUR, Excepción y Libertad bajo palabra.

Puig, S. M. (19 de octubre de 2020). ¿Una nueva etapa en Bolivia? El periodico. Obtenido de https://www.elperiodico.com/es/opinion/20201019/nueva-etapa-bolivia-evo-morales-lucho-arce-8163953

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Solón, P. (19 de Octubre de 2020). Porque ganó Lucho y David en las elecciones de Bolivia. Obtenido de Systemic Alternatives: https://systemicalternatives.org/2020/10/19/porque-gano-lucho-y-david-en-las-elecciones-de-bolivia/

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Stefanoni, P. (2020). Las lecciones que nos deja Bolivia. Nueva Sociedad. Obtenido de https://www.nuso.org/articulo/Bolivia-Evo-Morales-elecciones/

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Valdes, J. G. (2008). Pinochet’s Economists: The Chicago School of Economics in Chile (Historical Perspectives on Modern Economics). Cambridge: Cambridge University Press.