Honduras, una tierra que vio florecer a grandes mujeres

Maldito País

noviembre 24, 2022

Honduras es la tierra que vio florecer a grandes mujeres que han marcado la historia del país… es la tierra de Visitación Padilla, Graciela García, Trinidad del Cid, Olimpia Varela, Clementina Suárez, Juana Pavón, Lucila Gamero, Berta Cáceres y muchas más que han dejado huella inmemorable, representando lucha y resistencia ante un mundo que les quiso negar su voz.

Actualmente el territorio hondureño tiene una población de más de nueve millones de personas, donde el 52% son mujeres. Sin embargo, y pese a esto, ser mujer en este país significa un gran desafío social, político y económico. La condición de vida en la que nos vemos enfrentadas cada día se vuelve más desafiante, impera el miedo, la angustia y la desesperanza que se traduce en desalojo, desapego y desplazamiento frente a un mundo que maquilla el sacrificio con oportunidad, dejando como consecuencia el éxodo de miles de mujeres que se ven forzadas a salir  de la tierra que vio florecer a nuestras ancestras históricas, esa misma tierra que perciben como estéril por tanta sangre derramada en los cultivos de la resistencia. 

El pasado mes de octubre la CEDAW expresó su preocupación  por la persistencia de la violencia contra la mujer en Honduras, se mantienen  los altos niveles de inseguridad, la delincuencia y el crimen organizado, esto afecta negativamente al ejercicio de los derechos de las mujeres y niñas. Honduras tuvo la tasa de feminicidios más alta de América Latina en 2019 y  ahora cuenta con un nuevo codigo penal que cuenta con penas mínimas para feminicidio y violencia sexual.

¿Acaso crecer con miedo es la píldora que anestesia las heridas del paso en Honduras?

Las escuetas y débiles leyes que existen en el país no son más que el reflejo de una sociedad donde ser mujer es visto con desdén, y se priorizan otros temas que son considerados más elementales que las mujeres  y niñas. En lo que va del 2022 según el 

Observatorio del Centro de Derechos de Mujeres (CDM) se registran más de 240 muertes violentas de mujeres, destacando que algunos días del mes de agosto el servicio de llamadas de emergencia al 911 fue suspendido por la empresa que administra el servicio telefónico, debido a problemas con el contrato. Es decir, que las mujeres que llamaron en esos días por algún tipo de violencia, no fueron atendidas. 

¿Así de enfermo y desgastado se encuentra el país? ¿Así de densa es la nebulosa de problemas que se inmiscuye de manera transversal? Toda esta situación afecta el ejercicio de una vida digna para cientos de niñas y mujeres, muchas de ellas tienen que enfrentar un desplazamiento forzado para salvaguardar su vida. A lo largo de los años, cientos de miles han emprendido un camino de incertidumbre hacia el norte, cientos de realidades que cruzan fronteras para sostener la esperanza de vivir sin miedo, vivir con calma. Me pregunto ¿Qué pensarían estas mujeres históricas que he mencionado al inicio… ¿Qué pensarían de toda esta realidad que nos golpea día a día?

¿Qué pensaría Gabriela García al ver a las mujeres explotadas en las maquilas sin reconocerles sus derechos? ¿Qué pensaría Visitación Padilla al ver que cientos de mujeres son asesinadas mientras otras migran por el crimen organizado?Existe  un sistema judicial  que no las escucha, que silencia las voces que claman  dignidad, respeto y justicia.

En Honduras contamos con la primera presidenta mujer en la historia, gracias a la lucha de las que abogaron en el pasado para que hoy pudiéramos ejercer el voto y pertenecer a espacios políticos. Pese a eso, sigue existiendo un Código Penal que minimiza el dolor de ser mujer en un país como este. Mientras tenemos a la primera mujer presidenta seguimos sin derecho a la Pastilla Anticonceptiva de Emergencia (PAE). ¿Qué dirían nuestras ancestras históricas al ver cómo se instrumentaliza la lucha de las mujeres en Honduras? Porque es evidente que solo nos mencionan en discursos, solo nos mencionan para que un gobierno pueda ser bien visto ante los ojos del mundo. La izquierda progresista a la que muchas le apostamos en este país, a la que muchas defendimos en las calles con la rabia atravesada en la garganta, esa misma izquierda nos ha fallado replicando los patrones capitalistas que visten de  santo moralista para beneficio propio.  ¿Hasta cuándo entenderán que las mujeres no somos una cuota que llenar en un informe ante las conferencias internacionales?  ¿Cuándo entenderán que las mujeres somos realidades diversas que resisten ante la injuria politica patriarcal que se disfraza de alianza y progreso?

Sin contar que actualmente se lleva a cabo el proceso de elección de la nueva Corte Suprema de Justicia, donde los presentes magistrados quieren reelegirse y continuar  mal ejerciendo lo que deberían hacer con compromiso y equidad. Esos mismos magistrados que hoy dicen deberse al pueblo son los que apoyaron una narco dictadura que negaba los Derechos Humanos, son los mismos que avalaron reformas constitucionales que golpean la salud y vida de las mujeres. Y a esto se suman los intereses de los partidos políticos que  ven dónde colocar sus piezas de ajedrez condensadas de poder en todo esto. Mientras cientos de mujeres y niñas viven las consecuencias de la violencia en todas sus dimensiones, muchas mueren, son asesinadas, violadas. Algunas mueren por abortos clandestinos y algunas son niñas madres. La vida no puede ser más riesgosa para una mujer en Honduras. Los lamentos pasados flotan buscando esperanza en la superficie, gritando y peleando para que existan garantías sociales que nos den la oportunidad de ser y no de padecer.

Apostarle a un Estado con representatividad plural, interseccional y democrática debe ser el sur que oriente el camino de construcción y creación para todas, todos y todes. El resistir desde la esperanza y la justicia social es algo que debemos seguir sosteniendo. Como una vez escribió Clementina Suárez “Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza […] para talar, arrasar,
las podridas raíces de mi pueblo.