El cine como herramienta de memoria: entrevista con Mercedes Moncada
marzo 25, 2022
17 min
Mercedes Moncada Rodríguez (1972) es una cineasta nicaragüense – española, con obra producida en España, México y Nicaragua. En esta entrevista conversamos con la directora sobre los documentales EL INMORTAL (2005) y Palabras Mágicas para romper un encantamiento (2012), y la memoria como recurso en estas obras. Esta entrevista se realizó durante el seminario virtual “Semillero de las memorias”, producido por Hora Cero en alianza con el Seminario Memorias de lo Urbano de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, México (UAM-I).
Juan Diría: En tus películas documentales sobre Nicaragua, ¿qué rol o peso le das a la memoria?
Mercedes Moncada: En EL INMORTAL la memoria aparece como herramienta obligatoria para poder contar una historia, para contar el presente en Nicaragua. Es un retrato de posguerra. No es una extensión de la guerra en sí, sino una consecuencia.
La familia Rivera, los protagonistas, tenían que hacer un poco de memoria de cómo sucedió el tema, pero no es una película en donde la memoria tenga el peso más importante. La memoria, los recuerdos de esta familia nos permiten situarnos en un contexto. La película que realmente sí trata sobre la memoria es PALABRAS MÁGICAS, porque hice ese ejercicio directamente zambulléndome.
Juan Diría: Es decir, la memoria es una revisión de los hechos pasados desde el presente, de lo que vos crees que sucedió, pero es un recuerdo tuyo, no un recuerdo de tus personajes, como en EL INMORTAL.
Mercedes Moncada: Claro, es que PALABRAS MÁGICAS soy yo, soy el personaje principal. Soy yo, y es mi memoria de esto. Es la historia de un desencanto, y lo que hago es trazar el recorrido de ese desencanto, a partir de mis recuerdos. Ahí sí hay un ejercicio de memoria, y es la base fundamental de toda la película. El ejercicio era evitar contar la película desde mi visión adulta, poder mostrar el desencanto. Yo no me ponía a revisar el servicio militar, el triunfo de la revolución, la toma del poder, todas esas cosas, desde una perspectiva actual, porque no iba a tener herramientas para contar el desencanto. El ejercicio más difícil con esa película era recordar qué sentía yo a los 8 años de edad, de la manera más cercana posible. Qué sentí cuando empezó la guerra contra la Contra, cómo me sentía, cómo viví lo que viví. PALABRAS MÁGICAS es todo un ejercicio de memoria que se va desplegando, necesario para entender cómo se transformó mi mirada y mis sentimientos hacia al Frente Sandinista.
Juan Diría: “Mi mirada”, no es el documental neutro periodístico, sino que “soy yo en persona, yo viva”, Mercedes contando su historia.
Mercedes Moncada: Cuando empecé la película, no iba a ser así. A mí me da mucho reparo las películas en donde los directores hablan en primera persona. Tiene que estar muy justificado para que me quepa porque en algunos casos me parece un ejercicio un poco narcisista. A mí también me dio un poco de pudor.
La película no empezó siendo mi mirada. La película era un relato para contar cómo había sucedido esa transformación del Frente. Pensaba que la voz en off fuese un hombre, un actor. Cuando desarrollé la película, pensé que la voz iba ser un hombre para alejarlo lo más posible de mí. Yo quería alejarla de mí. Luego pensé que no podía ser un hombre, porque era una mirada ciertamente femenina, la manera en que yo recordaba, mi visión acerca del servicio militar era más de alguien que no lo hizo, viendo a sus compañeros que se iban. De repente, digo “no, espera, esto tiene que ser una mujer, porque vivimos la revolución desde un sitio distinto”. Luego pensé en una actriz, en una voz ficcionada, que lo alejara de mí. Y me fui a Nicaragua con un corte, y con esa voz, pasé a testearla. Junté a un grupo de amigos y de gente que no son amigos para que vieran la película y ver cómo la sentían. También porque estaba lanzando una denuncia más o menos jodida, una crítica fuerte con lo de las pandillas. Estaba acusando al Frente de utilizar a los jóvenes de tal manera en ese momento. En ese momento la gente no lo tenía tan claro como ahora. Yo quería también ir para que me revisaran, que luego no me iba a pillar diciendo algo que no era verdad. Pasé todos los filtros que podía. Viéndola en Nicaragua, con mis amigos y con gente que no somos amigos, me dio vergüenza porque sentía que les estaba contando lo que habían vivido, como si yo iba a ir a dar lecciones acerca de qué fue la revolución en Nicaragua. En ese momento decidí “no, esta es mi película, yo la cuento porque asumo que esta es mi mirada, yo lo viví así, tú no lo viste así, cada quien lo vivió como lo vivió y yo lo viví de esta manera”.
Haciéndola en primera persona, y clavándola en mi memoria, aceptaba que había otras lecturas distintas a la mía. De esa manera sentía que respetaba las otras versiones de la revolución, “¿qué es la revolución?”, pues hay una por cada persona que la experimentó. Sé que no es exactamente así, que hay cosas que son convenciones y que podemos llegar a consenso, pero la experiencia de la revolución y el desencanto sí era una cuestión personal e intransferible. Lo puse en primera persona y de esa manera acepto que hay otra mirada, otras emociones distintas respecto a eso, desde gente que odiaba la revolución. Yo no odio a la revolución, yo amaba a la revolución, pues yo sí tuve un desencanto. Yo sí viví un proceso de desencanto; y ahora hay gente que lo vivió de otra manera, desde otro sitio. Quería respetar todas esas miradas y por eso lo puse en primera persona.
Juan Diría: ¿En el cine “de mirada” tu voz en off vendría a ser tu testimonio? ¿O es una voz neutral, como la de un narrador que no se involucra?
Mercedes Moncada: Cuando hablo de un cine de mirada me refiero a la manera en que me posiciono frente a la cámara y la manera que me posiciono frente a lo que voy a filmar. Es mi mirada con la que estoy comprometida en una manera de relacionarme con el mundo. Hacer cine documental es una manera de estar parada, una manera de provocar al mundo, de elaborar, de recibirlo y de procesarlo. No hay nada omnisciente en mi cine. Todo tiene una posición, la mía, y lo estoy viendo desde donde estoy parada con la experiencia que tengo. En ese sentido, la mirada en sí es lo que define y diferencia un cine de otros cines. El cine de mirada asume que hay alguien en frente de lo que está sucediendo y tiene un compromiso ético con esa realidad.
Juan Diría: Pero siempre escoges el género documental. No haces ficción, por ejemplo…
Mercedes Moncada: Claro, si fuera ficción estaríamos hablando de otras maneras. Sin embargo, también hay ficciones que son desde un sitio. Yo creo que la cámara siempre tiene que estar posicionada de alguna manera específica. En cuanto uno escoge una mirada, te relacionas de esta manera, te posicionas frente al mundo, te alejas de una neutralidad fantasiosa porque realmente no existe tal. Pero a mí me interesa ese cine, no solamente para hacerlo. También tiene que me interesa ver.
Juan Diría: Uno creería que en el cine de denuncia no hay nada lúdico, que todo tiene que ser trágico, dramático y pesado, y vos metes el componente lúdico, de qué metáforas uso, qué montaje uso, o qué música uso, y creas otras cosas, que no es solamente denunciar por denunciar, sino que tenemos otros objetivos, otras posiciones posibles que no son solamente denunciar…
Mercedes Moncada: Yo no afirmaría que hago cine de denuncia. Si ves EL INMORTAL, ¿a quién estoy denunciando? ¿Qué es lo que estoy denunciando? Estoy hablando de una situación, no estoy señalando a unos culpables. Quizás un poco con los evangélicos sí me meto de una forma un poquito más clara, pero lo que estoy diciendo es que, en Nicaragua, esta historia de las víctimas y victimarios respecto a la Contra y la otra parte tenía una revisión importante.
En PALABRAS MÁGICAS, sí hay un “malo” claro que es el Frente Sandinista que quedó después de la ruptura, cuando se salieron los del MRS. Sí hay un “malo” claro, pero tampoco creo que sea una película exactamente de denuncia. En ese sentido, creo que es una película que intenta cambiar una narrativa, de ofrecer una narrativa de desencanto, en un momento en que la izquierda estaba en crisis. Pero en el momento en que yo estaba haciendo esta película y que la terminé en 2012, sí sentía que la izquierda necesitaba una revisión que no aceptaban.
Juan Diría: Te han dicho que PALABRAS MÁGICAS es una película “visionaria”, que predijo lo que pasó en 2018. Pero vos crees que era una película en presente, no del futuro, porque era una realidad que estaba ahí pero no muchos veían. Vos decís que PALABRAS no era visionaria. ¿Por qué?
Mercedes Moncada: Porque las señales estaban ahí. Yo no estaba haciendo ficción, yo hice un registro de lo que estaba sucediendo. Ahí estaban los pandilleros, contando que estaban siendo utilizados como armas del Estado contra la oposición. Ya estaban claras un montón de cosas, ya había sucedido el pacto con (Arnoldo) Alemán, ya habían perseguido a los colectivos feministas, y a todas las organizaciones, ya estaban en las pistas. Ya estaba y yo lo registré. Puede parecer visionario si no estás atento a las pistas, si no estás viendo lo que está sucediendo, pero cuando ves la ola que se está formando, ya te va a caer encima. La estás viendo venir. Se vio el puto tsunami cuando ya estaban debajo de la ola, hasta el 2018.
Juan Diría: Con las reformas del INSS y el incendio de Indio Maíz.
Mercedes Moncada: Incluyendo la reforma del INSS, ya había pistas cinco años antes del 2018. Después de la primera vez que los estudiantes fueron a apoyar a los pensionados. Ahí hubo un ruido alrededor, pero tampoco un gran ruido. Cuando pasó lo de Indio Maíz y los chavalos se pusieron en frente, que se juntó con lo de la reforma del INSS (seguridad social), mucha gente en Nicaragua no entendió hasta que empezó la represión en serio en 2018.
Juan Diría: En PALABRAS MÁGICAS, mencionas que al hacer visible un hechizo los llevas a la luz, y eso permite romper el encantamiento de la revolución. Con la herida poscolonial, ¿crees posible romper este encantamiento a través del cine?
Mercedes Moncada: Esa película está pendiente para mí. Hay gente que está hablando de la herida poscolonial en Nicaragua, que es muy interesante. Erick Blandón, en Barroco descalzo, por ahí Adolfo Hurtado que ha hablado sobre eso en algunos de sus programas. Este es un tema pendiente a desarrollar en Nicaragua, porque la mirada sigue siendo muy corta, muy simplista, de los buenos y los malos, y Nicaragua es muchísimo más complicada.
Pero yo no me puedo meter en eso. Que yo no hice la película sobre Nicaragua, porque de cara a 2018, no haré una película de denuncia. Para eso están otros canales. Tampoco puedo aportar mucho al respecto, no soy la prensa. Ellos existen y están haciendo lo que tienen que hacer y lo están haciendo muy bien, hay gente que está resistiendo como puede, contando las cosas que están pasando. Yo no soy eso. Yo hago otra cosa.
Sí, y me entró una duda grande y creo que razonable. Este discurso de élite que es el centro de esta de esta fractura poscolonial, quien lo está manipulando y utilizando es el Frente. Cuando llega el Frente y le dice a la gente en el campo “ellos son los malos, ellos son los que te han jodido siempre, yo tengo tu color de piel, soy como vos”. Me entraba la duda de si entrar en ese discurso en ese momento, si esa reflexión iba a ser oportuna o iba a ser manipulada. Porque frente a un gobierno psicópata que están matando gente, que tiene en la cárcel a Juan Sebastián Chamorro, que nadie sabe de él, o si lo pudo ver su hermana y no sé cuánto, y es Chamorro, y el abuelo de Juan Sebastián fue presidente, y su bisabuelo fue presidente, y han estudiado en el Colegio Centroamérica desde que estaba en Granada. No es solamente el discurso que aprovecha el Frente, sino que, además es cómo son las lecturas de la audiencia.
Nicaragua entró en un estado de emergencia en el 2018. En la revolución vivimos con esta idea que critico y que menciono en PALABRAS MÁGICAS, de que “lo urgente se comió a lo importante”. Nuevamente lo urgente se come lo importante. Porque lo urgente es la vida o muerte de personas que están en la cárcel. Es algo bien concreto, integridad física. No es filosófico, son personas que podrían morir.
Cada quien con su conciencia y lo que crea oportuno. Yo ante la duda me quedo quieta, porque la duda es grande. No quiero lanzar una película que pueda ser manipulada por el Frente Sandinista, porque ellos utilizan esa herida, esa fractura social histórica, y no confío en la capacidad de lectura que es maniquea, binaria, bueno o malo.
Yo sí confío en que yo no soy binaria. Hace mucho que no soy binaria, pero no confío en que las miradas que se pongan sobre mi película no sean binarias.