Incremento de la canasta básica, despojo de tierras y persecución a personas defensoras en El Salvador
Maldito País
enero 18, 2024
Los precios de la canasta básica más altos de su historia, proyectos urbanísticos sobre zonas de recarga hídrica, el despojo de tierras a varias comunidades y cooperativas, la indiferencia hacia los temas ambientales por parte del Estado y la persecución a personas defensoras del territorio han sido las características de los temas ambientales en El Salvador este pasado año 2023. Un país publicitado internacionalmente como un fenómeno que ha caminado hacia el progreso y la seguridad, «gracias al actual presidente» y sus políticas de represión, tortura y desaparición, como lo han denunciado diferentes organizaciones sociales. En sus magnos eventos como Miss Universo o los Juegos Centroamericanos y del Caribe -mucho menos en la pauta del Estado- no menciona los conflictos socioambientales y la desprotección de la naturaleza con la que la población ha convivido -con más profundidad- en los últimos cinco años.
Uno de los casos más emblemáticos de este 2023 fue la captura de 5 líderes comunitarios, acusados de delitos cometidos durante el conflicto armado. Ellos pertenecen a la comunidad de Santa Marta, ubicada en el municipio de Victoria, departamento de Cabañas, al norte del país. Santa Marta es una comunidad repoblada, luego que sus habitantes vivieran en el exilio en Honduras, durante el conflicto armado. Ahí, fortalecieron su formación política, la organización comunitaria y popular. Es conocida por ser la comunidad que hizo frente a los proyectos mineros en el país y que lideró la lucha por una Ley contra la Minería Metálica, la cual fue aprobada el 29 de marzo de 2017.
Los líderes ambientalistas Miguel Gámez, Alejandro Laínez, Pedro Rivas, Teodoro Pachecho y Saúl Rivas, junto a Fidel Recinos -que no pertenece a dicha comunidad- estuvieron presos desde el 11 de enero de 2023 por acusaciones de asesinato, privación de libertad y agrupaciones ilícitas, sin pruebas certeras y con un proceso irregular “sin fundamento jurídico”, como lo denunciaron diversas organizaciones populares. No fue hasta la madrugada del 5 de septiembre -y luego de diferentes acciones de calle, protestas y una gran campaña a nivel nacional e internacional- que los líderes fueron trasladados a sus hogares para cumplir arresto domiciliario, según la orden del Tribunal de Instrucción de Sensuntepeque.
El caso de los líderes de Santa Marta ha sentado un precedente peligroso para las personas defensoras del territorio en El Salvador. La Unidad Ecológica Salvadoreña, UNES, en su balance ambiental del 2023, denunció que durante el año pasado continuaron las vulneraciones al derecho a defender derechos y a las personas defensoras ambientalistas. “Siete liderazgos han sufrido a nivel personal o familiar la persecución y detención por parte de policías y militares, donde se han cometido abusos de autoridad, ocultamiento de información, actos arbitrarios, actos de intimidación y violencia física o simbólica de manera reiterada”, afirmaron.
Por otra parte, esta organización señaló que la gestión pública ambiental durante este año se caracterizó por una crisis y despojo ambiental, donde el Estado no tuvo la capacidad de garantizar el agua en cantidad y calidad suficiente para una vida digna, sumado al alza de precios de la Canasta Básica. El Salvador cerró el mes de julio con la canasta básica más alta de su historia, solo por debajo de Nicaragua, según datos de la Mesa por la Soberanía Alimentaria. También informaron sobre el aumento de conflictos medioambientales expresados en la disputa de los bienes comunes. “Comunidades en la región hidrográfica Sensunapan Banderas que expresaron en 2022 enfrentar 4 conflictos socioambientales, han pasado en 2023 a identificar 7 conflictos vinculados a: la escasez y contaminación de agua; la protección de bosques y áreas verdes; la construcción de urbanizaciones; la falta de tratamiento de desechos sólidos; la destrucción de lugares sagrados; el aumento en la extensión del monocultivo de caña de azúcar y la continuidad de las malas prácticas para su cosecha; y la tala indiscriminada en áreas protegidas o de importancia estratégica como los manglares”, expresaron en su comunicado.
Asunción Martínez, jóven activista ecofeminista, agrega a estas preocupaciones la gestión de la Autoridad Salvadoreña del Agua (ASA), institución que nació con la Ley de Recursos Hídricos, aprobada en 2022. Para Martínez, dicha ley no responde a garantizar el derecho humano al agua, sino a intereses económicos. Prueba de ello son los Lineamientos de Transparencia en el Canon por Uso y Aprovechamiento del Recurso Hídrico, emitidos en julio por la ASA y cuyo artículo 8 indica que el distribuidor de agua “no podrá realizar cobros por el valor del metro cúbico de agua a mayores costos de lo que él pague en dicho concepto a la ASA”. Organizaciones han alertado sobre la desigualdad que genera esta medida para las juntas de agua comunitarias.
“Sabemos que muchas juntas de agua sólo logran recaudar para el mantenimiento y dar una relativa calidad de agua, -relativa- porque en El Salvador no hay calidad de agua. Esto es preocupante porque las comunidades ya no pueden seguir gestionando, ya no pueden seguir disponiendo de este bien, sino que se ven obligadas a adherirse a lo que la ASA diga o si la ASA considera que no cumplen los requisitos dejan de existir”, afirmó.
Además, lamenta que muchos permisos medioambientales se dan a empresas privadas sin mayor consulta con la población, como se dio con la planta de tratamiento de aguas negras en El Mozote, departamento de Morazán, lugar donde ocurrió una de las peores masacres de la guerra civil y donde, según denunciaron organizaciones, podría haber osamentas de niños y niñas masacrados. Una decisión que se ha realizado al margen de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que exige al Estado medidas de reparación en el sitio.
La población, dice Martínez, está atemorizada de expresar lo que piensa en procesos participativos, debido a medidas como el régimen de excepción. “La gente se ve amenazada y prefiere no participar y dejar que sus derechos se queden. Estos mecanismos, en este momento específicamente, están quedando sin efectos y aunque como sociedad civil, como sociedad organizada estés exigiendo, el Estado está haciendo caso omiso y es preocupante y alarmante porque entonces estamos ante estas nuevas ‘dictaduras vestidas de democracia’ y que pueden hacer cualquier cosa de la noche a la mañana. Entonces, no nos sorprendamos el día de mañana si amanecemos con una ley que privatiza totalmente el agua o con una derogación de la Ley antiminera en El Salvador”.
El primer trimestre del 2024 El Salvador elegirá a sus representantes ante la Asamblea Legislativa, municipalidades y presidencia de la República, donde el presidente Nayib Bukele optará por la reelección, quien ha ejercido una política de beneficios y facilidades hacia el sector privado respecto a permisos ambientales y explotación de recursos. Asunción afirma que ya no es viable seguir apostando al desarrollo a través del extractivismo en un país vulnerable. Además, hace un llamado a la solidaridad en la región Centroamericana donde, a pesar de su diversidad, existen problemáticas comunes.