El agua de El Salvador, Honduras y Guatemala está en peligro: denuncias sobre el proyecto de la mina Cerro Blanco
Maldito País
marzo 22, 2024
El río Lempa, la principal cuenca que atraviesa los tres países centroamericanos y del cual dependen más de 4 millones de personas en El Salvador, está rodeado por proyectos que amenazan su calidad de agua y biodiversidad. El principal es la mina Cerro Blanco, ubicada en el municipio de Asunción Mita, departamento de Jutiapa, Guatemala. Este proyecto extractivista, advierten organizaciones ambientalistas, podría descargar cientos de metales pesados perjudiciales para la salud, lo cual pone en vilo la vida de la población de los tres países.
Este río Lempa tiene su vertiente al océano Pacífico. Con 422 km de longitud, es uno de los ríos más largos de Centroamérica y el más largo de El Salvador. El área total de la cuenca del río, es de aproximadamente 18,240 km2, de los cuales 10,215 km2 (56%) están en El Salvador; 5,472 km2 (30%) en Honduras; y, 2,553 km2 (14%) en Guatemala. Los nacimientos de dicho río se encuentran en la zona sureste de Guatemala y al suroeste de Honduras. Este afluente suministra el 70% del agua potable del área metropolitana de San Salvador, permite cultivar aproximadamente 10,000 hectáreas entre los tres países. Casi 4 millones de personas viven en sus alrededores. Provee el 28% de la demanda energética de El Salvador y sostiene 4 humedales Ramsar en su cuenca. Un sitio Ramsar es un humedal de importancia internacional, catalogado bajo la Convención sobre Humedales, conocida como la Convención de Ramsar, un tratado ambiental intergubernamental establecido en 1971 por la UNESCO, que entró en vigor en 1975.
Cidia Cortes, bióloga, ecofeminista e investigadora de la Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador, AMAES, expresó que el río Lempa ya cuenta con grandes cantidades de contaminación que van desde metales pesados, plásticos, elementos fecales, desechos industriales, entre otros. Además, explica que parte de esta contaminación también se da luego del proceso de tratamiento de aguas que El Salvador realiza para la potabilización. “Del río Ostúa hace un recorrido hasta el Lago de Güija. Ahí está el río Guajoyo, que es el desagüe de la CEL (Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del río Lempa). De ahí se extrae el agua para llevarla a la planta de tratamiento de ANDA (Asociación Nacional de Acueductos y Alcantarillados). Una parte no tratada va al río Lempa”, dijo.
“Dentro del Lempa trae metales pesados de minas, metales pesados de agrotóxicos, de la industria de los pueblos que viven alrededor. Hay otra mina, Holcim, que tiene más de 70 años en Metapan (Santa Ana), el cual ha roto el ciclo de la roca y, al romperse, todo eso cae como lluvia ácida o como desechos al Lago de Güija y se dan los procesos de contaminación”.
Sobre los hombros del río se encuentra la vida y la sostenibilidad de millones de personas. Por ello, organizaciones ambientalistas de los tres países ven con preocupación que existan más de 50 proyectos extractivistas que aumentan las posibilidades de daños ambientales en la cuenta. Para ellos y ellas, cualquier proyecto cerca de este afluente, debe ser considerado como una amenaza de seguridad nacional. Así lo comentó Luis González, director de incidencia de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), quien explicó que una de las alertas más importantes y cercanas al río es la mina Cerro Blanco, ubicada en el municipio de Asunción Mita, departamento de Jutiapa, en Guatemala. Un proyecto minero que ha tenido diferentes etapas de estudios y exploración por parte de la empresa minera Bluestone Resources Inc., quien ha avanzado en las operaciones de la mina, pese a la fuerte oposición de las comunidades y organizaciones de Guatemala y El Salvador.
Según estudios de factibilidad de la empresa, el depósito de oro se encuentra en un área mineralizada que, además, es una zona termal (es decir, un volcán extinto) que contiene rocas de temperaturas de 100 a 120 grados centígrados. Cubre un área de aproximadamente 5 kilómetros de largo y 1 kilómetro de ancho. La empresa instalará 14 pozos para desaguar la mina a una profundidad promedio de 450 metros, además de 10 pozos que ya existen para un total de 24. Con ellos extraerán 4,000 galones de agua caliente por minuto (gpm), de estos, 1,500 gpm serán tratados en la planta instalada en la mina, el resto planean reinyectar hacia la parte subterránea.
“El tipo de minería que querían desarrollar era por galería, es decir de manera subterránea. La empresa estaba constantemente inundando por esta agua termal, que era evacuada a una quebrada que desemboca en el río Ostúa, el cual llega al lago de Güija, acá en El Salvador. Sabemos que por medio del río de desagüe contamina o afectaría la cuenca del río Lempa. De hecho, ya en este momento de exploración o prospección de la mina, ya habían cantidades importantes de metales pesados que se liberaron y que iban a parar a la cuenca del río Lempa sin que hubiera explotación”, expresó González.
La investigación denominada “El Impacto de la mina Transfronteriza Cerro Blanco en el Agua y la Salud para El Salvador”, de la Mesa Nacional Frente a la Minería Metálica, indica que el arsénico es omnipresente en el área del proyecto Cerro Blanco, en concentraciones que exceden los estándares para la salud. “En los suelos del área del proyecto, existe en un rango de hasta 50 microgramos por gramo. Las descargas de agua geotermal que hasta el momento la empresa ha lanzado por diferentes quebradas, contienen niveles de arsénico de hasta de 143.13 ppm (miligramos/litro) superando normas internacionales de calidad para la vida acuática y de las personas”.
“Se ha comprobado que el arsénico es un elemento extremadamente tóxico para el organismo humano y no solo en concentraciones altas, donde la exposición causa efectos agudos que pueden llegar a ser letales, también la exposición durante un largo período a bajas concentraciones relativas de arsénico (por ejemplo, por ingestión de agua) tiene efectos negativos crónicos para la salud. Por eso, el arsénico en las aguas superficiales (ríos, lagos, embalses) y subterráneas (acuíferos) susceptibles de ser utilizadas para consumo, constituye una gran amenaza para la salud. Estudios clínicos han demostrado que el arsénico está muy vinculado con una amplia gama de enfermedades, tales como: gastrointestinales, daños hematológicos, respiratorias, daños renales, padecimientos cardiovasculares, diabetes mellitus 2, y males neurodegenerativos”.
Además, el estudio sentencia que el caudal del Lempa y del resto de ríos y quebradas disminuiría de forma drástica, lo que afectaría al abastecimiento de agua de todas las comunidades que habitan alrededor de este mapa hidrológico. Las organizaciones afirman que son las mujeres en las comunidades las más impactadas por la contaminación y el desabastecimiento de agua. “Más allá de esta simple actividad debido a las construcciones sociales de género. La dependencia del líquido, es fundamental para resolver necesidades vitales especialmente las de otros, en términos de usos domésticos, salud, higiene, riego de huertos caseros, aves de corral y más. En tal sentido, al ser alterado el ciclo del agua por actividades antrópicas que la lleva a cambiar en calidad y cantidad, serán las mujeres las primeras en ser sacrificadas”, indica la investigación.
Tanto González como Cortes lamentan que ninguno de los representantes de los tres países estén realizando acciones concretas para detener este y otros megaproyectos que amenazan la vida del río Lempa y, por el contrario, prevalezcan intereses económicos.
“El tema ambiental no debería ser un tema secundario considerando la magnitud de la crisis. También hemos señalado que se ven algunas señales de retroceso en la decisión de la prohibición de la minería en El Salvador. Algunos sectores ven a la minería como una oportunidad económica, algo completamente alejado de la realidad. Está demostrado que en los países donde se desarrolla minería quedan mucho más devastados, degradados o pobres después del desarrollo minero. Hemos visto señales como la creación de una Dirección de Energía, Minas e Hidrocarburos, inclusión del tema minero en el TLC con China, en que el Estado se haga parte del Foro Intergubernamental de Minería y Metales a nivel mundial, que haga un una evaluación del potencial minero en el país, hemos visto estas muestras de querer retroceder en esa decisión y ahí el llamado es a que se respete la voluntad popular y se mantenga la prohibición, por todos los impactos que hemos señalado más allá del beneficio “económico”, es todo el impacto que va a generar y que va a dañar a muchas generaciones en el futuro”, dijo Luís González.
Por su parte, Cidia Cortes hace un llamado a los estados a crear un tratado de aguas internacionales que proteja la cuenca del río Lempa. “En toda la línea de frontera en Guatemala, no crea que sólo es Cerro Blanco, hay un montón de proyectos, hay extracciones de piedra caliza, hay saqueadores de arena, hay de piedra, entonces cuando hay una ruptura de la roca hay metales, allí extraen plomo entonces cuando sale el arsénico genera una dinámica química que yo no sé qué pasa pero hay formaciones de otros metales pesados de muy tóxicos”.
El agua de tres países de Centroamérica se encuentra en peligro. El río Lempa, arteria vital que irriga el corazón de la región, está acorralado por diversas amenazas latentes. El proyecto extractivista Cerro Blanco es solo un ejemplo de cómo la minería metálica deja a su paso no solo impactos ambientales, sino conflictos transnacionales. La resistencia de las comunidades y de las tres naciones, pese a la pasividad de los Estados, avanza y alza la voz frente a cualquier proyecto que amenace la vida de la casa común.