En esta entrevista hablamos con Egly Larreynaga de la Asociación Cultural Azoro(ACA), una plataforma que surgió en 2015 en El Salvador con el objetivo de impulsar proyectos culturales. Esta iniciativa es reconocida por proyectos que vinculan el teatro y los derechos humanos como La Cachada Teatro y Teatro del Azoro.. También hablamos con Alejandra Nolasco, coordinadora de La Nave Cine Metro; un proyecto de ACA que disputa el espacio público en el Centro de San Salvador y realiza actividades en conjunto con la comunidad de vendedores ambulantes de la ciudad.
¿Cómo fue el nacimiento de la Asociación Cultural Azoro?
Egly Larreynaga: Uno de los problemas que han tenido bastante artistas en El Salvador es la poca organización que hay y luego también en cuanto a poder recibir fondos, pues hay que tener una personería jurídica. Eso conlleva un gasto económico y también implica un proceso legal que no es rápido.
Entonces hacer todo eso con el tiempo te desanimas porque sí hay que tener un dinero para ir solventando los gastos que se van dando en ese proceso. Es como que vas trabajando por talleres, alguna que otra presentación, entonces eso no te permite gestionar unos fondos a largo plazo o presentarte a otras convocatorias. Por eso vimos esa premura de crear una asociación. Principalmente somos las socias fundadoras, que es el Teatro del Azoro, que dijimos “hagamos esto”.
La situación no era muy diferente a esta en el sentido político. Ahora está más tenso todo y hay incluso problemas con todo esto que se está viviendo, pero a nivel de ayudas y todo eso pues sigue estando bastante precario, así que sí es bastante parecido. Y la ventaja es que al tener ya una Asociación y una buena gestión nos ha permitido que no solamente sirva para las compañías fundadoras -de ahí se incorporó La Cachada Teatro- sino que también lo que queríamos era generar una plataforma para que otros artistas pudieran presentar propuestas y proyectos
¿Existe una disputa política por el Centro de San Salvador? ¿Cómo funciona La Nave en este contexto?
Alejandra Nolasco: La necesidad de tener un espacio propio era fundamental, o sea, el espacio propio te permite mostrar. Te permite condensar, procurar encuentros, diálogos, crear público, crear laboratorios. Te permite un montón de cosas, es tener casa. El Centro de San Salvador lleva varias administraciones municipales queriendo intervenir, pero la verdad es que sí ha habido una lucha constante en no aceptar qué es el Centro de San Salvador. Este era el Centro donde estaban las principales oficinas de gobierno, pero vino el terremoto del 86 y se lo llevó todo abajo y dejó muchísimos edificios sin funcionar.
El terremoto del 86 dejó a medio San Salvador con escombros tirados y también dejó a muchísima gente sin trabajo que salió a buscarse la vida vendiendo cosas en la calle, porque en el Centro de San Salvador llegaban los buses que venían de todos lados, entonces era un un flujo de gente constante.
Empezaron a poblarse las aceras de estos edificios abandonados con puestos de venta o venta ambulante y así se quedó. Ha habido constantes ejercicios de quitar a esa gente de ahí pero no se le dan soluciones reales, si esa gente no vende ese día no va a comer.
Entonces nosotras como personas de teatro trabajamos entendiendo de dónde viene cada personaje, por qué razones acciona de la manera que acciona, cuál es su historia, qué cosas se juntaron para que esta persona haya hecho lo que hace. Y si no entendemos esa identidad del Centro de San Salvador tampoco estamos siendo coherentes, el teatro que nosotras hacemos también cuestiona desde lo medular del origen los problemas que tienen a este país tan enfermo.
Nosotras no vamos a ordenar el Centro y yo creo que cualquier interés o intención de ordenar el Centro tiene que involucrar y no excluir a la gente que es del Centro. Nosotras llegamos con la comunidad de vendedores a decirles “miren las nuevas somos nosotras”. Queríamos incluirlos y no llegaban. Luego entendimos que no llegaban porque no podían levantarse del puesto, entonces hicimos una actividad exclusivamente para ellos en la hora muerta que era a las 2 de la tarde con un calor espeluznante. Poco a poco se fueron integrando y eso sí es una defensa del espacio público, una defensa del alcance que tiene el arte para transformar en realidad, sí es una defensa del derecho cultural que tenemos todos como seres humanos para acceder al arte.Y sí es una defensa y una declaración de principios nuestra de cómo queremos hacer lo que hacemos.
¿De qué manera se vincula el teatro con los derechos humanos?
Egly Larreynaga: La cultura cumple una función vital no tanto de solamente entretenimiento, sino que es más profunda la relación que tiene el ser humano con el arte. En ese sentido es un derecho el poder acceder a la cultura, por ejemplo lo que mencionaba Alejandra que esta población del Centro estaba excluida muchas veces de estos espacios, y partiendo desde la de la dramaturgia ahí está un resultado artístico como obra, para mí es fundamental hablar de lo que le pasa a la gente, de lo que necesita, es el teatro que me interesa a mí. No es el único, ni es la única forma de escribir mucho menos, pero a mí es la que más me ha interesado.
Con respecto a La Cachada para mí es uno de los proyectos más redondos y que no deja de sorprenderme también a nivel personal, porque cuando empezamos hace 10 años nunca imaginé ni imaginamos todo lo que íbamos a llegar a vivir, y a conseguir. Ha sido un proceso muy redondo, en el que ellas en un principio fueron beneficiarias de un taller que yo propuse, ahora ellas también están realizando talleres y trabajando con otras mujeres ese mismo proceso que ellas vivieron. Hubo una incidencia en su vida, en sus hijos, en su familia, entonces eso es muy potente, y ha sido para mí de los experimentos que me reconfirma el poder que tiene el arte cuando hay tiempo y hay un compromiso, una visión que busca eso.
¿Cómo se desarrolló el trabajo de La Nave durante la pandemia?
Alejandra Nolasco: Justo al siguiente día o a los dos días después de firmar el contrato con los dueños del inmueble se decretó la cuarentena. Entonces claro, super a tiempo haber firmado antes sin embargo no nos servía de nada porque en el convenio nos habían dado un año de gracia con el alquiler para apoyar el proyecto, que al final lo pasamos encerrados, entonces al final renegociamos ese tipo de cosas.
Aunque nos decepcionamos bastante en un inicio, no hay mal que por bien no venga y eso no sirvió bastante para ponerle cabeza a qué queríamos hacer con ese espacio y no empezar a funcionar a lo loco, no empezar a funcionar sin un rumbo tan establecido y sobre todo tan pensado y tan meditado. Entonces nos sirvió bastante para eso, nos sirvió para consolidar qué queríamos y cómo empezar a hacerlo, también hicimos creación de marca y nos presentamos ante la sociedad como Nave Cine Metro y qué era el proyecto. Hicimos una carta abierta como una declaración de principios con varios colegas artistas con los que coincidimos.
Fue una etapa de mucho posicionamiento y de mucha meditación sobre establecer las bases del proyecto. En noviembre del 2020 comenzamos a funcionar con algunas actividades en plazas públicas, espacios abiertos, bajo el nombre de La Nave Cine Metro. Pero todavía no podíamos concentrar mucha gente en un espacio cerrado, entonces sí fue un gran reto.
¿Cuáles son las perspectivas del trabajo cultural en El Salvador?
Egly Larreynaga: Al principio costaba mucho que la gente creyera o que las organizaciones apuntaran a la cultura, pero al ver los resultados y ver el impacto fuimos llamando la atención y eso generóuna credibilidad del trabajo que hacemos y de la importancia de este tipo de cosas. Nosotras también reivindicamos los derechos laborales y luchamos para que se reconozca nuestro trabajo como artistas. Entonces en ese sentido, pues hubo muchas cosas que fui aprendiendo, a raíz de escribir proyectos, de buscar financiamientos, ayudas.
La Asociación Cultural tiene un equipo núcleo, que cuesta sostener y que todas nos sentimos parte de eso. Y para mí digamos que aunque tenga la posición por haber sido fundadora y por saber cómo se ha empezado a dinamizar todo esto, no lo hubiera hecho sola definitivamente. Para mí es importante que las personas también nos sumemos a esto que en el fondo es intentar hacer cultura, hacer arte en este país.
Y de ahí, pues en las crisis buscando soluciones, por ejemplo lo que Alejandra comentaba cuando fue lo de la pandemia, que fue como que todo se estaba desplomando, curiosamente fue el periodo en el que más creció la Asociación y empezaron a moverse otras cosas. Entonces eso fue como bien importante y ahora, pues con este segundo momento por esta ley nueva que criminaliza la cooperación de momento está ahí como en un stand by. Vamos a ver qué alternativa se puede hacer porque la idea es continuar dentro de lo legal y dentro de todo lo que estamos buscando cumplir.