Monarca, el proyecto artístico de música en tránsito y resistencia

Maldito País

octubre 13, 2025

Monarca es un disco colaborativo que fue concebido por un colectivo de artistas migrantes y exiliados. El nombre alude a la especie de mariposa que cruza fronteras, y a su vez hace referencia a los autoritarios de la región, a los “monarcas” que gobiernan en este momento los países de América.

Las mariposas monarcas tienen un par de alas de colores anaranjados con las cuales se embarcan en un fenómeno migratorio inusual. Cruzan más de cuatro mil kilómetros desde el noreste de Estados Unidos y el sureste de Canadá hasta los montes del centro de México. Su nombre científico es Danaus plexippus, que en griego significa “transformación somnolienta”. Por todo ello, no es coincidencia que un colectivo de artistas de Latinoamérica —en el exilio— decidieron titular de esa forma su primer álbum musical en colectivo. 

Monarca nació de la urgencia de expresar y reafirmar el sentido de pertenencia entre artistas desplazados por otros “monarcas”, por los autoritarismos. Con el apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de músicos de Colombia, Costa Rica, Venezuela y Nicaragua nació este compendio musical que aborda el exilio, la migración, el desarraigo y el desafío de adaptarse en el extranjero. El colectivo está conformado por artistas de amplio espectro: poetas, multiinstrumentalistas, narración oral, teatro, flow art, y producción audiovisual. 

“Realmente es un disco multicultural que habla sobre migración, sobre migración forzada. Pero sí, queremos identificarnos dentro de esa interseccionalidad que nos atraviesa a todos”, explica la artista nicaragüense Kenya Nairobi, que llegó a Costa Rica en 2021 y se integró al colectivo que dio vida a Monarca. Kenya se dedicaba en Nicaragua al arte de los títeres.

La idea de este colectivo de artistas es apoyarse, “poder expresar todo lo que se ha pasado en este proceso, desde desarraigarse de la tierra, de la familia, encontrar cosas nuevas aquí, lo difícil que es adaptarse, poder encontrar el amor incluso dentro dentro de la vorágine del exilio”, agrega Kenya.

Un mapa sonoro del desplazamiento

Monarca tiene un sonido heterogéneo: bullerengue sentado, chalupa, chandé, son nica, rumba, rock y toques progresivos, ska, balada, bossa nova, funk y crónica musical. Cada canción trae ritmos y recursos afectivos del artista que la compuso, al cual se le suman las colaboraciones que enriquecen el registro musical y emocional de las piezas. Las canciones se presentan casi como viajes y rutas personales del exilio: la nostalgia y el sostén de la esperanza.

En este contexto, Kenya compone y crea La macumba de la muerte, con arreglos de la percusionista colombiana Anjula Arévalo, en cuyo proyecto se formó en Costa Rica. De acuerdo con su autora, la canción explora la desesperación, rabia y sed de justicia, y también la fuerza de la comunidad que acompaña el desplazamiento.

Otra de las canciones es Adonde vaya, de Andrés Somarriba Palma, la cual a través de los versos: Yo sé que donde vaya iré / con tu recuerdo y sé / que donde vaya van / todos mis muertos hace referencia a las muertes que provocó la represión del régimen en 2018. De acuerdo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), 360 personas fueron asesinadas en el marco de las protestas.

Amia Tikpara de Pauta, es otra de las canciones que componen el álbum. Está escrita en miskito, lengua indígena de una comunidad que está en resistencia por la usurpación ilegal de sus tierras por parte de colonos en complicidad con el Estado. Amia Tikpara significa “no olvides”, y se perfila como una invitación a las comunidades afro e indígenas que se han visto en la obligación de migrar de manera forzada a no olvidar sus comunidades, sus ríos, sus bosques, su cultura.

«Ar Costa Rica ra wama sin (O talvez vayas a Costa Rica también)

Ar bankra España ra wama kra (O quizás vayas a España)

Ar bankra States ra wama sin (O quizás vayas a Estados Unidos)

Kupiam ra bribas (Tenlo en tu corazón)

Kiamka kum sma ba (Que eres un pueblo originario )

Amia tikpara (No olvides)».

El exilio de artistas nicaragüenses

Desde 2018, Nicaragua vive un cierre del espacio cívico provocado por la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) documenta un patrón que tiene el fin de sofocar la disidencia y desmontar a las voces críticas, con impactos sobre medios, academia y cultura. En 2025, la CIDH volvió a denunciar la represión transnacional y llamó a cesar toda forma de persecución.

La ONU y organizaciones de derechos humanos describen una política coordinada de represión que incluye detenciones arbitrarias, tortura, desnacionalizaciones y confiscación de bienes, afectando a periodistas, escritores y trabajadores de la cultura. En paralelo, el gobierno anunció su retiro de espacios multilaterales como el Consejo de Derechos Humanos y, más tarde, de ACNUR, en un choque con los mecanismos internacionales de protección.

Este cerco ha empujado a la diáspora. En abril de 2022 se llevó a cabo una redada de artistas y músicos críticos que mantenían una resistencia cultural en Nicaragua. El 12 de abril, la Policía Nacional detuvo de manera arbitraria a Josué Monroy, vocalista de la banda nicaragüense Monroy y Surmenage; y a los gerentes de Saxo Producciones, Xochilt Tapia y Salvador Espinoza, productores musicales que posteriormente fueron desterrados del país.

Uno de ellos fue Leonardo Canales, productor musical nicaragüense exiliado en Costa Rica y uno de los participantes de Monarca. Canales era director del colectivo La Antesala, quienes se dedicaban a la promoción musical y artística de Nicaragua. 

“El disco (Monarca) fue bastante emotivo y también en el sentido de que nos permitió hacer una especie de cierre”, relata vía llamada telefónica. “No es que con el disco se terminan todos los problemas, pero creo que nos permitió avanzar un poco hacia otras cosas. Sí fue importante como para acompañar el duelo migratorio y para soltar las emociones que cada uno de los compositores tenía guardadas”, agrega.

La música en la sombra de la represión

Los informes internacionales coinciden: cuando los gobiernos cierran el espacio cívico, el arte es uno de los primeros blancos. Freemuse documentó para este 2025 tendencias globales de censura, autocensura y criminalización del discurso artístico. De acuerdo con el reciente informe de esta organización, en entornos autoritarios, las leyes “contra el odio” o de “soberanía” se usan para etiquetar a artistas críticos como “traidores”, habilitando detenciones, juicios y exilio. 

PEN International es otra organización internacional que ha registrado patrones de hostigamiento y violencia contra escritores y creadores, incluido el caso nicaragüense.

En este sentido, Monarca se introduce como un archivo vivo del exilio nicaragüense. Funciona como memoria —para nombrar lo que se quiso callar—, y como acto político. Porque en contextos de represión, el arte se convierte en una extensión de la resistencia.