Ha comenzado la COP30 en el corazón de Brasil. La Conferencia que reúne a líderes y expertos mundiales para abordar estrategias de adaptación y soluciones ante los impactos del Cambio Climático en el mundo representa una oportunidad para exponer los retos a los que se enfrentan los territorios.
En Centroamérica, ambientalistas y personas defensoras del territorio exigen responsabilidad internacional y compromisos más ambiciosos, participación justa de todos los sectores y fortalecimiento desde lo local.
Hay una grave falta de compromiso por parte de las grandes potencias, solamente 37 de 196 países firmantes del Acuerdo de París -un convenio que llega a sus 10 años- han presentado propuestas concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así lo señaló Carolina Amaya, de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) en conversación con HoraCero. Para ella, cuando las potencias con mayor responsabilidad climática no cumplen con su cuota, se evidencian en los graves impactos en los territorios más vulnerables.
Diferentes estudios, como el informe Estado de la Región, realizado por el Programa Estado de la Nación, en Costa Rica, revelan que Centroamérica es uno de los territorios más vulnerables del mundo a los efectos del Cambio Climático, una región que se encuentra el momento más complejo y peligroso en términos de su desarrollo social, económico, ambiental y político desde los conflictos armados en los años 80.
“Como organizaciones ambientalistas tenemos una demanda hacia estas potencias desarrolladas que han creado la crisis, que son responsables de la crisis, pero que los impactos los vivimos en países como el nuestro. Que se responsabilicen, que aprovechen que el planeta nos está dando tiempo para asumir una ambición climática que vaya coherente con la ciencia y acorde a lo que demandan las poblaciones, los territorios y los estados más vulnerables frente a la crisis climática”, dijo.
Amaya considera que el desarrollo basado en el uso de combustibles fósiles es un fracaso. Su mayor prueba es el Cambio Climático y las consecuencias que se viven en los territorios. Ella ve urgente una transición no solo energética, sino integral; un vuelco hacia otros modelos de desarrollo desde la mirada de los pueblos del sur global.
“Queremos reivindicar que no es un problema que hemos creado nosotros como pueblos del sur global, que no es un problema que ha creado la región centroamericana y que, por lo tanto, la demanda tiene que ser hacia fuera. Pero también que hay propuestas a nivel nacional y en los territorios orientadas a la resiliencia, a la protección de los ecosistemas como una medida para sobrevivir a los impactos del cambio climático”.
Los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) son los que más contribuyen al cambio climático mundial, ya que representan más del 75 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y casi el 90 % de todas las emisiones de dióxido de carbono. A medida en que las emisiones de gases cubren la tierra, estos atrapan el calor del sol, que conduce al calentamiento global y al cambio climático, lo que está cambiando los patrones climáticos y alterando el equilibrio de la naturaleza, poniendo en riesgo toda forma de vida en la tierra.
La COP30 se da en el marco del décimo aniversario del Acuerdo de París, el tratado climático acordado en 2015 que busca compromisos de los Estados parte para evitar que el planeta aumente su temperatura a más de 1.5 °C. Sin embargo, los compromisos de las naciones apenas han movido las agujas, los países siguen sin cumplir el objetivo de mantener el calentamiento por debajo de los 2 °C. Además, se espera una superación del 1.5 °C mientras que las proyecciones del calentamiento global durante este siglo son ahora de 2,3 a 2,5 °C según la decimosexta edición del Informe sobre la Brecha de Emisiones.
El financiamiento será uno de los puntos críticos en las negociaciones, considera Victor Campos, director de Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH), quien subraya el obstáculo que significa la falta de financiamiento suficiente para enfrentar las pérdidas y daños causados por el Cambio Climático.
“Lo que ofrece el norte global es realmente insuficiente para poder atender todas las pérdidas y daños que han sufrido los países más vulnerables del planeta. El otro tema importante es que cada país pueda enviar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), que es el mecanismo por el cual se da cumplimiento de los acuerdos de cambio climático. Esperamos que los países tengan compromisos mucho más ambiciosos que los que han sido hasta ahora”, expresó.
Al respecto, un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), concluye que los bosques siguen estando significativamente subfinanciados: la inversión anual debe aumentar de 84.000 millones de dólares en 2023 a 300.000 millones de dólares en 2030 y 498.000 millones de dólares en 2050, lo que deja una brecha anual de unos 216.000 millones de dólares.
Campos insiste en la transparencia en el uso de fondos por parte de los países centroamericanos y en la urgencia de fortalecer la capacidad de estos para atender temas complejos en las negociaciones, en medio de las crisis políticas que dificultan el diálogo regional en este tipo de encuentros.
“La tendencia autoritaria en la región hace que no sea posible este diálogo… y en la medida que no haya diálogo se tiene menos fuerza para llevar esos planteamientos a un consenso internacional, donde nuestras economías son tan pequeñas que no tienen el peso específico para influenciar de manera directa las negociaciones”.
Las organizaciones reclaman dirigir la mirada hacia las poblaciones más vulnerables ante los impactos del Cambio Climático en regiones como Centroamérica, donde hay muy poco avance en materia de derechos ambientales, reconocimiento de personas defensoras del territorio y un ambiente letal para esta labor. Sumado a la falta de financiamiento, supone nuevos desafíos a discutir durante la COP30.
Flory Yax, del pueblo Maya Quiché, Guatemala, critica la falta de participación equitativa de los países convocados a la Conferencia. Además, pide reconocer y potenciar los esfuerzos desde las comunidades, las mujeres y pueblos indígenas.
“Históricamente las mujeres en general, pero específicamente las mujeres indígenas, estamos promoviendo siempre la vida… No solamente hablamos de la defensa de la tierra, sino de todo lo que contiene el territorio, viéndonos en un sistema interdependiente… Somos promotoras del bienestar, promotoras de la vida y eso lo debemos reivindicar permanentemente”, enfatizó.
Yax insiste en que las soluciones se encuentran en una visión holística que promueva no solo la supervivencia, sino un buen vivir para las generaciones presentes y futuras, de la mano de una gestión sostenible de los bienes naturales, lejos del extractivismo. “El esfuerzo individual es importante, pero el poder de lo colectivo es fundamental para poder preservar la vida y una vida con bienestar… Nuestra aspiración no es sobrevivir, nuestra aspiración es tener una buena vida para nosotros, para nuestras familias y para nuestra comunidad”.
Meses antes de iniciar la COP30, diversas manifestaciones desde los territorios se alzaron para exigir compromisos reales y acciones concretas frente a la crisis climática.
Desde México hasta Brasil, la Caravana Mesoamericana por el Clima y la Vida reunió a comunidades indígenas, campesinas y defensores de la naturaleza de Centroamérica y México, llevando exigencias claras: respeto y reconocimiento de los territorios ancestrales, justicia climática real, retiro inmediato de los combustibles fósiles, financiamiento directo a pueblos afectados por el Cambio Climático y participación efectiva en las tomas de decisiones.
La Caravana partió del sur de México y realizó 13 paradas en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, hasta llegar a Belém, en Brasil, el pasado 6 de noviembre, “donde alzaremos nuestra voz en el marco de la Conferencia de la ONU sobre cambio climático (COP30) y en medio de esta Crisis Civilizatoria que amenaza nuestro futuro con un colapso global”, expresaron en un comunicado.
Emulando el esfuerzo de la Global Sumud Flotilla que llevó la solidaridad de los pueblos a Palestina, organizaciones y pueblos indígenas se embarcaron en la Amazon Flotilla, una embarcación que viajó desde Ecuador hasta Brasil en un viaje simbólico para exigir como nuevo paradigma colocar la Amazonía en el corazón de la lucha por la justicia climática y poner fin al uso de los combustibles fósiles.
La Amazon Flotilla Yaku Mama llegó este 9 de noviembre a Belém. En conferencia de prensa, Lucía Ixchiú, del pueblo Maya K’iche de Guatemala y quien acompañó la flotilla, recordó que no puede haber una conversación climática sin la participación de todas las personas. “Necesitamos la participación de todos los sectores para detener la destrucción climática. Es la tierra la que nos salva”, dijo.
“Este viaje es un acto de resistencia y empoderamiento que vincula la crisis climática con sus raíces coloniales y extractivistas, posicionando a los pueblos que menos han contribuido a ella como los más afectados. Es un llamado urgente a la COP30 para que reconozca que la verdadera justicia climática nace en la tierra, fluye con sus ríos y se sostiene en quienes la cuidan”, concluyó.
Estos esfuerzos recuerdan que la respuesta sigue estando en los pueblos indígenas, quienes siempre han estado presentes cuidando de la naturaleza y de la tierra, pero que es la población que sigue siendo sacrificada por el sistema capitalista y extractivista que destruye al medio ambiente y a las comunidades. Ambas movilizaciones concluyeron que los compromisos políticos deben traducirse en acciones justas, financiamientos descentralizados y con enfoque comunitario.
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