Latinoamérica y el sueño de la unidad que no llega

Maldito País

enero 24, 2023

El 23 y 24 de enero de 2023 tiene lugar un evento con un nombre muy largo llamado: la VII Cumbre de Jefes y Jefas de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños o que algunos conocemos como CELAC. Este año es Argentina quien acoge el evento y su presidencia temporal con la intención de abordar temas tan variados que la lista no cabe en un solo párrafo: medio ambiente, seguridad alimentaria, energía, tráfico de drogas, corrupción o migración son solo algunos de los temas que se han abordado en esta cumbre que busca funcionar como un mecanismo de diálogo y convergencia en la región.

La CELAC no es la primera organización que nació con el interés de crear alianzas regionales, tenemos como ejemplo el proyecto del ALBA, la Alianza del Pacifico o UNASUR, la diferencia es que la primera ha podido convocar a los representantes de todos los países de Latinoamérica y el Caribe marcando distancia de Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA). En teoría, hasta ahora todo suena muy bien pero la realidad es que la cumbre no ha tenido la capacidad de articular un bloque latinoamericano que pueda hacer frente a las lógicas globales del mercado porque admitamoslo, es el tema económico el que mueve muchos de estos espacios y aún así es muy poco el consenso que se logra. 

Quizás la mayor victoria de la cumbre sea la fuerte alianza que estableció con China (o quizás ese el mayor logro de China) porque finalmente este organismo es el interlocutor directo con el país asiatico al que no le importa demasiado las diferencias ideológicas entre gobiernos, siempre y cuando las naciones involucradas puedan suplir su demanda de materias primas. Muchos estarán contentos porque parece que el mundo multipolar está a la vuelta de la esquina, el problema es que mientras más de dos se disputan el poder global, en América Latina el principal interés sigue siendo a quién darle las concesiones mineras, las ventas de madera o los monocultivos de soya. 

Mientras los empresarios y sus voceros estatales marcan las agendas para sus acuerdos económicos, muy poco se habla en los espacios de “diálogo y consenso” sobre el profundo deterioro democrático de la región, que afecta de forma directa las vidas de todas y todos quienes habitamos este territorio llamado América Latina y el Caribe.

Si bien los llamados a no invitar o reconocer a los gobiernos de Nicaragua, Cuba o Venezuela parecen una buena idea para evidenciar lo ilegítimo de sus gobiernos y las violaciones a derechos humanos que cometen de forma sistemática, muy poco ha cambiado en la vida de sus ciudadanos las políticas de aislamiento. Y mientras se publican estos comunicados, el gobierno de El Salvador se dedica a perseguir opositores políticos y Perú se hunde aún más en una crisis de inestabilidad que comenzó hace muchos años y que se ha agudizado dejando más de 62 muertos desde el inicio de las protestas en diciembre del 2022. 

Los propios estatutos de la CELAC la definen a sí misma como un “mecanismo de diálogo y concertación política y un espacio para hacer frente a los desafíos comunes”. En estos momentos la democracia, los derechos humanos y la protección del medio ambiente forman parte, sin duda, de los desafíos comunes que enfrenta la región pero mientras el único valor compartido de nuestros países sea el dinero, muy poco consenso podrá lograrse por el bien común.