Ascenso y caída de dos expresidentes centroamericanos: Juan Orlando Hernández  y Mauricio Funes

Maldito País

julio 4, 2024

De las 51 personas que han ocupado la silla presidencial en los países centroamericanos entre 1990 y 2024, 19 han sido cuestionados por los sistemas judiciales, debido a presuntos actos ilícitos vinculados a su ejercicio presidencial o a hechos posteriores

En un veredicto histórico que ha sacudido los cimientos políticos y judiciales de Honduras, Juan Orlando Hernández  fue condenado a una pena de 45 años de narcotráfico por un jurado en Nueva York. Este fallo marca el epílogo de un juicio que ha durado varias semanas, caracterizado por testimonios que revelan la profunda infiltración del crimen organizado en las esferas del poder estatal hondureño.

Desde su ascenso político, Hernández estuvo envuelto en acusaciones persistentes de nexos con el narcotráfico. El proceso judicial en EE.UU. corroboró estas sospechas, presentando pruebas contundentes de la colaboración entre altos funcionarios hondureños y carteles de droga, quienes financiaron campañas políticas y aseguraron la protección estatal para sus operaciones ilícitas.

En la primera semana del juicio contra Hernández, uno de los testigos de la fiscalía implicó a tres expresidentes en la recepción de dinero de Geovanny Fuentes, un narcotraficante convicto. Juan Orlando Hernández, Porfirio Lobo y José Manuel Zelaya (esposo de la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro) recibieron cheques mensuales de hasta 250 mil lempiras, según el testigo, así como pagos irregulares de 100 mil lempiras durante sus mandatos. 

Otro testigo declaró haber visto a Hernández a través de una videollamada en una fiesta de cumpleaños de 2012 del hermano del entonces presidente Pepe Lobo. Según el testigo, los Cachiros (uno de los carteles de la droga) acordaron contribuir con US$250 000 para la campaña presidencial de JOH en 2013. Según medios como ContraCorriente e Insight Crime, varios testigos declararon que los traficantes sobornaban a cualquier político que ganara, independientemente del partido al que pertenecían. 

El juicio no solo expuso la corrupción sistémica que permea en Honduras, sino que también ofreció detalles escalofriantes sobre la colaboración entre la policía nacional y la MS13. Testimonios como el de Andrea Santos, que reveló conexiones entre el líder de la MS13 y el jefe de la Policía Nacional, Juan Carlos Bonilla, ilustraron cómo las fuerzas de seguridad fueron utilizadas para facilitar el tráfico de drogas y la violencia desenfrenada.

Además, se reveló que Hernández y su entorno cercano recibieron sobornos multimillonarios de poderosos carteles hondureños como Los Valles y Los Cachiros. Estos fondos ilícitos no solo enriquecieron a los involucrados sino que también comprometieron gravemente la integridad del sistema político hondureño, llegando incluso a sobornar a altos funcionarios y líderes de partidos políticos, como se detalló en el testimonio de Devis Leonel Rivera Maradiaga.

A pesar de la condena de Hernández en EE.UU., las repercusiones en Honduras y la región son inciertas. La experta Christine J. Wade, profesora de estudios centroamericanos en el Washington College, advirtió en declaraciones a medios que tales juicios raramente logran desmantelar las estructuras profundamente arraigadas del narcotráfico y la corrupción en América Central. Honduras continuará enfrentando desafíos significativos en la lucha contra el crimen organizado y la impunidad, problemas que han contribuido a convertir al país en un punto crítico para el tráfico de drogas.

El veredicto, celebrado por muchos como un paso hacia la rendición de cuentas, también deja al descubierto las limitaciones del sistema judicial hondureño y la urgente necesidad de reformas al sistema judicial, donde la impunidad sigue siendo la norma. Según la organización ASJ, la tasa de homicidios para 2022 fue de 35.8, una de las más bajas de los últimos 18 años, pero más alta que Guatemala y El Salvador. De estos, solo el 13% terminaron en sentencia condenatoria. 

Mauricio Funes acumula 28 años de prisión en El Salvador

El ex presidente de la República Mauricio Funes fue condenado -en la misma semana que Juan Orlando Hernández- a ocho años de prisión por el Tribunal Quinto de Sentencia de San Salvador, por su participación en un caso relacionado con la recepción de una avioneta como soborno para favorecer un proyecto de infraestructura durante su administración. Este nuevo fallo conllevó a la emisión de una orden de detención adicional en su contra.

Funes acumula, con esta nueva condena, 28 años de cárcel, resultado de tres fallos judiciales diferentes en su contra. Anteriormente, el 29 de mayo de 2023, Funes fue condenado a 14 años de cárcel por el caso de la tregua con pandillas, donde se reveló su pacto con las pandillas Barrio 18 y MS13 durante su presidencia entre 2011 y 2013. Además, el 6 de julio de 2023, recibió otra condena por evasión de impuestos. Actualmente, Funes enfrenta múltiples órdenes de captura por otros casos, incluido el supuesto lavado de dinero y sobornos, así como su implicación en proyectos de infraestructura bajo sospecha de corrupción.

Huyó a Nicaragua en 2016 y recibió asilo político del régimen de Daniel Ortega, actualmente Mauricio Funes se encuentra fuera del alcance de la extradición debido a la legislación nicaragüense que protege a sus ciudadanos de ser entregados a otros países para enfrentar juicios. 

Expresidentes centroamericanos bajo la lupa judicial

De las 51 personas que han ocupado la silla presidencial en los países centroamericanos entre 1990 y 2024, 19 han sido cuestionados por los sistemas judiciales, debido a presuntos actos ilícitos vinculados a su ejercicio presidencial o a hechos posteriores.

El ex presidente guatemalteco, Álvaro Colom, fue arrestado en su país por presuntos negocios irregulares relacionados con el sistema de transporte urbano durante su gestión de 2008 a 2012. Luego, fue sancionado en julio de 2021 por Estados Unidos, que lo incluyó en el listado de «actores corruptos y antidemocráticos». Falleció en enero de 2023. 

Luego, Otto Pérez Molina asumió la presidencia de este mismo país en enero de 2012 y debió renunciar en septiembre de 2015 debido a acusaciones de liderar una red criminal involucrada en defraudación aduanera. Desde entonces, Pérez Molina está detenido en Guatemala.

Elías Antonio Saca fue el primer mandatario de El Salvador en ser condenado por corrupción, después de los Acuerdos de Paz. Saca fue capturado en 2016 y procesado por el desvío de al menos 246 millones de dólares de fondos públicos, acusado de blanqueo de dinero, peculado y asociaciones ilícitas. 

La corte sentenció a Saca a 5 años de cárcel por peculado y otros 5 años por lavado de dinero, en un “juicio abreviado” con el que logró una pena corta. Recientemente, la Fiscalía General de la República solicitó al sistema de justicia que ordene a Saca y su esposa reintegrar 4.4 millones de dólares al Estado. 

Ricardo Martinelli, presidente de Panamá de 2009 a 2014, fue arrestado en junio de 2017 en Estados Unidos por un escándalo de escuchas telefónicas. Ese mismo año fue extraditado a Panamá, donde es declarado no culpable. Se ordenó repetir el juicio en 2021, del cual fue absuelto. Luego fue acusado por blanqueo de dinero en el caso New Business, por el cual fue condenado a 10 años y 8 meses. Además, tiene un juicio pendiente por supuestos sobornos recibidos de la constructora brasileña Odebrecht. En febrero de este año, el régimen de Daniel Ortega le concedió asilo inmediato por “considerarse perseguido por razones políticas”.

Otros ex presidentes centroamericanos han enfrentado o enfrentan investigaciones judiciales por diversos escándalos de corrupción son los guatemaltecos Alfonso Portillo y Jorge Serrano Elías, los costarricenses Rafael Ángel Calderón Fournier y Miguel Ángel Rodríguez, así como los nicaragüenses Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.

En la lista también figuran el costarricense Óscar Arias, el panameño Ernesto Pérez Balladares y la panameña Mireya Moscoso, entre otros, quienes han sido mencionados en investigaciones judiciales por presunta corrupción durante sus mandatos presidenciales. Este panorama subraya los persistentes desafíos de corrupción política en la región centroamericana, que continúan generando un profundo impacto en la estabilidad política, la democracia y el desarrollo económico de nuestros países.