Entrevista con Khristine Gillard: épica de la resistencia en Nicaragua
Maldito País
agosto 15, 2022
La directora del documental The Minuscules (2021) nos cuenta sobre el proceso para realizar este documental sobre lucha social en Nicaragua desde el año 2014 hasta el 2019.
Duración: 150 minutos. Fotografía: Leonor Zúniga. Producido por MATIÈRE PREMIÈRE & CHACAPA FILMS
¿Cuál fue el motivo para empezar a filmar este documental en el año 2014? ¿Cómo inicia esta épica de la resistencia en Nicaragua?
Hace unos diez años hice otra película documental -se llama Cochihza (que significa en Náhuatl: despierta al que duerme)- bajo el volcán Concepción, en la isla de Ometepe en medio del gran lago, exactamente por donde se supone que pasará el Gran Canal Interoceánico, el gran proyecto chino que cortaría el país en dos partes y destruiría todo en su ruta, bosques, tierras cultivadas, tierras indígenas, y también el gran lago como reserva de agua dulce y de gran biodiversidad.
En 2013 la gente de la Isla me dijo que empezaba a recibir cartas anunciando una posible expropiación de sus tierras, por la construcción del Canal. La prensa internacional no estaba diciendo nada o muy poco. Decidí regresar a Nicaragua para intentar entender lo que estaba pasando. El movimiento campesino estaba comenzando a rebelarse y a organizar las primeras marchas. Filmé una de las primeras marchas en Ometepe. Nunca había sospechado que esta lucha tomaría proporciones tan enormes, a nivel nacional.
Así que traje las primeras imágenes y sonidos de la película en 2014.
Volví varias veces para investigar, viajando, siguiendo la ruta del canal… y en marzo de 2018 rodamos con los habitantes de la ruta, filmando tanto los paisajes que iban a desaparecer, la gente que allí vivía y trabajaba, los animales… y la comunidad campesina organizando su lucha, incluso Doña Chica. Habíamos planeado un segundo rodaje pero entonces estalló el levantamiento ciudadano de abril de 2018.
¿De qué manera se profundiza esta idea inicial cuando surgen las protestas del 2018?
Estaba en Bélgica, editando las primeras imágenes. Y recordando lo que habían dicho los campesinos: «Solo nosotros protestamos, pero toda la gente tendría que salir de sus casas para decir ¡No!». Y entonces veía cientos de miles de ciudadanos en las calles, los diferentes movimientos sociales uniéndose, los campesinos, el movimiento estudiantil, los ecologistas, las feministas, la comunidad LGBTQ+. Y la represión estaba siendo super violenta. Después de la Marcha de las Madres, donde tantos jóvenes cayeron muertos, asesinados por las fuerzas del gobierno, decidí regresar a Nicaragua para seguir acompañando la evolución de esta lucha pacífica, como podía, sin saber lo que iba a pasar.
El país estaba completamente bloqueado por barricadas. Volví a encontrarme con Doña Chica, encontré a los estudiantes que estaban ocupando la UNAN y pude pasar tiempo con ellos, para entender qué les había empujado a entrar en oposición de forma tan valiente contra un gobierno armado, y cómo estaban viviendo esta situación. Conocí a las madres que dormían en el suelo frente a las puertas de la cárcel de El Chipote, intentando tener noticias de sus maridos, de sus hijos, que estaban encarcelados allí, y siendo torturados, por haber protestado, por haber hecho una barricada, por haber atendido a un herido.
Cuando el gobierno por la fuerza aplastó a los opositores en julio de 2018, ante la violencia de la represión, muchos se vieron obligados a exiliarse. Los encontré en el exilio en Costa Rica, donde se estaban curando las heridas y estaban reorganizando la lucha.
¿Cómo ha sido la recepción del documental fuera de Nicaragua? ¿Todavía existe cierto escepticismo sobre lo que está pasando?
La película es muy bien recibida por un público muy diverso. Muchas personas reaccionan diciendo: ¿Cómo es posible que no seamos conscientes de la violencia de lo que está ocurriendo en Nicaragua? Hablando de escepticismo, creo que hay muy poca gente que aún pueda negarse a ver que Ortega, sea cual sea su pasado (y se le apoye o no), es hoy un dictador, que basa su poder en la corrupción, la propaganda, la censura y el miedo. Algunos temen dañar la imagen de la revolución sandinista (o de la izquierda) si lo critican. La pregunta es: ¿Hasta dónde puede llegar?
Creo que la película va mucho más allá de una división izquierda-derecha. Es una película que se pone al lado del pueblo, al lado de Las y los Minúsculos. El levantamiento de 2018 es el resultado de años de represión política. Los campesinos nunca fueron considerados, la juventud nicaragüense no tuvo espacio de organización y representación política, ni espacio de libertad de expresión. Acabó explotando. Y ante los asesinatos de jóvenes en protestas pacíficas vimos a cientos de miles de personas autoconvocadas de todos los movimientos sociales y de todos los colores políticos, sandinistas y no sandinistas, unirse, marchar juntos.
Hoy, creo que todo el mundo puede estar de acuerdo en al menos una cosa: la construcción de una democracia inclusiva y el respeto de los derechos humanos para todos. Creo que nadie ni ningún partido político puede respaldar la tortura. De ahí la exigencia de la liberación de todos los presos políticos. Esto va más allá de cualquier ideología política o «escepticismo».
¿Es posible pensar en hacer cine durante un estallido social? Contanos sobre tu experiencia como Directora en este contexto?
Cuando estalló la revuelta de 2018, ya no era posible entrar en el país con un equipo y una cámara. Así que volví sola en junio, para reunirme con amigos allí y ver qué podíamos hacer juntos. Leonor Zúniga, colaboradora y activista nicaragüense que vivía en Managua, tenía una pequeña cámara y un micrófono. Le propuse seguir filmando juntas en secreto, Leonor con la cámara y yo con el sonido. Y aprovechamos el desorden para intentar pasar desapercibidas. No podíamos planificar nada, todo se improvisaba de un día para otro, de una hora para otra.
Pero no se trataba de correr por todas partes y grabar de cualquier manera. Siempre nos tomábamos el tiempo para estar con la gente que filmábamos, para hablar con ellos, para reflexionar. Creo que, en medio de la locura, es increíble pero conseguimos hacer una película bastante «calma», en la que nos tomamos el tiempo para escuchar realmente el uno al otro. Continuamos esta labor incluso en el exilio, en Costa Rica, donde vive actualmente, como muchos otros nicaragüenses que tuvieron que dejar todo.
¿Dónde se estará presentando el documental próximamente? (festivales, disponibilidad digital o presentaciones)
Por el momento, la película no puede verse en las plataformas por motivos de seguridad. Esperamos que la película continúe su camino por los festivales. Se anunciarán más proyecciones en las redes sociales.