Mártires de la UCA: un compromiso con la Verdad

Maldito País

noviembre 21, 2022

En esta entrevista hablamos con Ana Gabriela Santos, directora del Instituto de Derechos Humanos de la UCA-El Salvador. Nos comenta sobre el contexto de la Masacre de los Jesuitas, sucedida en 1989, cuando el Batallón Atlácatl del Ejército entró a la universidad y asesinó a 6 jesuitas y 2 colaboradoras de la universidad. Este mes se cumplieron 33 años de este suceso y la sociedad salvadoreña todavía sigue exigiendo justicia.

HoraCero: ¿En qué contexto se da la masacre y qué significó para la sociedad salvadoreña?

Ana Gabriela Santos:  Estábamos en un conflicto armado, ese fue el contexto en el que se dio la masacre de los mártires de la UCA de El Salvador, una guerra que inicia formalmente en el 80, pero que ya teníamos años de represión. Generalmente se habla desde el 77 con una represión más marcada hacia la población salvadoreña.  El conflicto civil se da prácticamente entre sectores de la guerrilla  contra los militares y el Estado, en ese contexto se da esta masacre. En el año 89 justo hacia finales se da lo que se conoce como la Ofensiva Final, que es una ofensiva que fue llevada por la guerrilla, un poco también para mostrar la fuerza que tenían y dar final a este conflicto armado, que ya se prolongaba por nueve años. Se lleva a cabo sobre todo en la parte de San Salvador o el área metropolitana, y el jueves 16 de noviembre de 1989 entran mandos militares del Ejército salvadoreño junto con algunos soldados -estos se conocen como el Batallón Atlácatl- a la casa de los sacerdotes jesuitas que estaba dentro de la Universidad.

Entran a la universidad, llegan a la casa donde estaban viviendo y durmiendo los seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras, entran a las habitaciones donde dormían y ahí es donde se da la masacre, los sacan de sus habitaciones, los tienden sobre el jardín y los asesinan. Estamos hablando del martirio de Ignacio Ellacuría, de Segundo Montes que es el fundador del IDHUCA, de Ignacio Martín Baró, de Armando López, de Juan Ramón Moreno, de Joaquín López, Elba Ramos y Celina Ramos.  Para no dejar testigos es que asesinan también a Elba y a Celina.

Eso pasó el 16 de noviembre del 89 hace 33 años y desde ese entonces ha habido una lucha también por la justicia, por la verdad, por el reconocimiento de lo que pasó, por supuesto hay otros casos también que todavía siguen en la impunidad. Luego en 1992 se firman los Acuerdos de Paz, también se firmó y se aprobó una Ley de Amnistía que quedaba como un anclaje para permitir la impunidad de todos estos casos, posteriormente esta Ley de Amnistía es declarada inconstitucional, pero aún así todavía tenemos un gran camino por recorrer en la Justicia y la Verdad de todos estos casos lamentables que se dieron durante el conflicto armado.

HoraCero: ¿Cuál fue el impacto de esta masacre en la sociedad salvadoreña?

Ana Gabriela Santos: Estamos hablando de algo sumamente grave, ya el Ejército había entrado a catear previamente en la casa, pero de alguna manera  hubo esta idea de  “no nos van a hacer nada”, es decir, los mismos jesuitas  habían recibido amenazas, quien era el blanco por decirlo de alguna manera era Ignacio Ellacuría y estaba esta idea de las amenazas, pero también la UCA era una zona protegida, era  impensable que realmente lleguen a atacar a la universidad como tal, pero pues pasó, atacaron la universidad y de alguna manera la lectura en ese momento fue que querían acabar con la UCA porque mataron al rector y mataron también a personas que tenían una influencia muy grande para la UCA, para la Compañía de Jesús y para la sociedad salvadoreña, pero me quedo con las palabras que mencionó el padre de José María Tojeira en su momento cuando justamente fue el funeral de los jesuitas, la misa de cuerpo presente, donde él dice: “No mataron a la Compañía de Jesús”. Y esa idea también  de que las cosas no estaban perdidas,  la crueldad de la guerra en El Salvador fue muy grande.

Un conflicto armado que se empieza a dar y termina en el 92, yo sé que del 89 al 92 parece mucho tiempo pero en realidad para todo lo que estaba pasando fue relativamente rápido. Entonces yo creo que fue una luz también en ese momento de esperanza y de búsqueda de la paz, los Acuerdos de Paz fueron un aspecto importante pero lastimosamente la impunidad fue lo que prevaleció luego esta firma, con muchas masacres y muchos crímenes que quedaron sin conocerse la verdad y sin obtener la justicia, pero en todo caso el testimonio material de los mártires de la UCA permitió también tener esa esa luz, ese testimonio, que implica también un compromiso no solamente para las personas que actualmente y durante ese tiempo laboramos en la UCA, sino también en general para la sociedad salvadoreña. Esa lucha por la justicia y la verdad que ha sido como el baluarte de todo este tiempo y el acompañamiento a las víctimas del conflicto armado, yo me quedo también con esta idea del lema de este año para conmemorar el 33 aniversario de los mártires: “Porque la lucha es justa,  la esperanza no desfallece”. En El Salvador no estamos en nuestro mejor momento y pareciera ser que vivimos en una espiral de violencia, con otras connotaciones, pero es eso, la idea de que la esperanza persiste, que la esperanza no desfallece y que eso es lo que nos anima día a día a pesar de cosas tan terribles, como como una masacre, como un martirio, pero que se vuelven inspiración y compromiso para otras personas.

HoraCero: En investigaciones posteriores mostraron que el Ejército tenía en la mira a Ignacio Ellacuría, ¿por qué este perfil en específico?

Ana Gabriela Santos: Ignacio Ellacuría  era un filósofo pero también tenía todas estas características de una persona que llevaba un mensaje de esperanza y también un mensaje de paz, y las ideas que él tenía también de denuncia,  no solamente de esperanza y paz -que es importantísimo-, pero lo que ha caracterizado siempre a la universidad y al legado de los mártires y en particular el pensamiento de Ignacio Ellacuría era la denuncia, él era uno de los grandes pensadores también dentro del marco de la Teología de la Liberación, la idea de la liberación como tal era nuclear en  el pensamiento de Ignacio Ellacuría. Es la idea de liberación pero integral,  no una liberación de “yo tengo mis libertades individuales y no me importa lo demás”, esa no era la idea de liberación que tenía Ignacio Ellacuría, sino realmente liberación de la opresión de todos los poderes económicos, Ellacuría también intentaba ser una una luz en ese aspecto, pero una luz que implica fuego, no es una luz pasiva, sino más bien el hecho de pues proponer ante el poder y proponer ante la población también la de que existiera diálogo, buscar soluciones, pero entender lo que hay de fondo, que era la opresión de las mayorías sometidas al poder y que por tanto había necesidad de un cambio estructural en la sociedad. Implicaba obviamente que a quienes tenían el poder en ese momento no les gustaba eso, escuchar una voz de denuncia constante. 

Por esos motivos es que Ellacuría se volvió en un blanco y junto con él, bueno, se fueron dentro los demás compañeros suyos de misión, incluidas Elba y Celina Ramos. Ese es el problema que vivimos hoy en día también, alguien tiene el poder, no le gusta que se le cuestione y que se le diga lo que está haciendo mal aún cuando sea evidente. Y lo que va a buscar en vez de hacer eco a esas denuncias va a ser callar al que denuncia, eso fue lo que se vivió hace 33 años.

HoraCero: ¿Cómo ha sido el proceso de búsqueda de justicia?

Ana Gabriela Santos: La Ley de Amnistía fue declarada inconstitucional en 2016, a raíz de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso del Mozote y lugares aledaños, que fue otra de las masacres más grandes a nivel de América Latina, con más de mil campesinos, mujeres y niños asesinados por el Ejército también. La UCA ha apostado para que este caso sea conocido y resuelto en instancias salvadoreñas, porque este caso se ha llevado también en el extranjero,  estamos hablando de sacerdotes de nacionalidad española, pero la idea es siempre poder tener justicia acá y no solamente el hecho de tener justicia para los jesuitas y sus colaboradores, sino que esto puede ser un precedente para poder saber la verdad y obtener la justicia de otros muchos casos que han sido dejados de lado y que se cometieron acá en El Salvador durante el conflicto armado. Ahora este caso al final se fue archivando prácticamente en un proceso penal y constitucional que tuvo grandes obstáculos, se solicitó precisamente la declaratoria inconstitucional y  la reapertura del caso en el 2017. Ahora bien, ¿qué es lo que sucede? Bueno, ahí se quedó esta reapertura, pero nosotros tenemos varias complejidades..

El año pasado el primero de mayo asumió la nueva  Asamblea Legislativa con una mayoría abrumadora por el partido oficialista y una de las primeras acciones que tomaron fue la destitución inconstitucional e ilegal de los magistrados de la Sala de la constitucional, también del Fiscal General, entonces lo que implicó fue que en ese momento las personas que integran desde ese primero de mayo  la Sala lo Constitucional responden al oficialismo, responden a las instrucciones que se dan desde el Ejecutivo, entonces el proceso se reabre efectivamente pero no es una reapertura sin un trasfondo y no es una reapertura sin empañamiento o sin intereses ocultos, ese es el problema que tenemos actualmente, desde que pasó la masacre ha existido una insistencia para que este caso sea llevado por las instancias nacionales pero ha tenido muchísimas trabas.