En un país sometido al yugo de una familia enloquecida por el poder, no debemos olvidar que quienes salgan a marchar este primero de mayo no serán trabajadores para la dictadura, mucho menos personas, serán simplemente prisioneros de un territorio que se ha convertido en una cárcel.
Nicaragua. Abril. 2018. Un estallido social sin precedentes. Rabia, organización, solidaridad. Crímenes de lesa humanidad. Más de 350 personas asesinadas. Más de 800 mil exiliadas. Incontables vidas destruídas, muchas más lágrimas derramadas y otras que todavía no han podido llorarse. De eso va esta reflexión, para contribuir a lo que Judith Butler llama “un imaginario político de una igualdad radical de la duelidad”. Columna originalmente publicada en La Digna Rabia
Actualmente Nicaragua experimenta una de las oleadas migratorias más grandes desde el conflicto armado en los años 80, hablamos con Ariela Peralta del GHREN para entender la situación
Si no hubiera sido abril, el país hubiera estallado en cualquier otro mes porque el espíritu de la rebeldía que floreció en ese entonces fue gestándose poco a poco y de forma ineludible durante años.
Según un artículo de Datacenterdynamics, la empresa KIO expandirá sus operaciones en Latinoamérica, y ha incluido a Guatemala y Panamá para la construcción de nuevos centros de datos. Construir estos centros en regiones cálidas y con estrés hídrico, intensifica los desafíos de gestión y la competencia entre el consumo tecnológico y las necesidades humanas básicas.
Independientemente de si el acuerdo continúa, se congela o no, los movimientos sociales deben tener claro que la responsabilidad principal recae en Ortega, quien ha sido cómplice en el establecimiento de un modelo de acumulación por desposesión.
Aunque el FSLN expresaba públicamente ciertos desacuerdos con el TLC, en realidad fue colocando una serie de obstáculos para impedir que sindicatos, organizaciones estudiantiles y gremios vinculados a ellos se unieran a la campaña de lucha
El liderazgo de Trump apuesta por el retroceso en el reconocimiento de los derechos humanos. desde su primer periodo ha arrastrado discursos de odio y discriminación en contra de pobalciones vunerables y en contra de la comunidad migrante, que es la mano de obra barata de Estados Unidos y que sostiene su economía.
En términos simbólicos a Sandino lo han matado muchas veces, en su momento la familia Somoza, después el proyecto neoliberal de inicios de siglo y sus ideólogos, ahora lo hace, irónicamente, el partido que lleva su nombre.
En un país donde el autoritarismo parece haberse consolidado, las feministas no renuncian a la esperanza de construir un futuro mejor.