Un mundo multipolar: China y la diplomacia del extractivismo
Maldito País
mayo 15, 2023
Pablo Uc: Investigador maya-yucateco del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Estudia temas relacionados a la integración latinoamericana y la geopolítica indigena en América Latina.
Fátima Villalta: Últimamente hemos visto que la izquierda aboga por la idea de “multipolaridad” como la opción deseable para las relaciones internacionales globales, aunque lo escuchamos mucho no entendemos a ciencia cierta qué significa y por qué es algo deseable o no. ¿Nos podrías explicar ambas cosas?
Pablo Uc: Lo que estamos viendo ahora es una presencia del llamado al multilateralismo como la plataforma en donde hay una capacidad de convergencia de distintas instituciones para crear órdenes que vayan más allá de una tradición unilateralista, que fue un orden mundial que alcanzó una fuerza inédita tras la caída del muro de Berlín en 1989, después del orden bipolar en donde la Unión Soviética y Estados Unidos constituía los dos polos de tensión para el ordenamiento de un mundo, aunque en el fondo sabemos que era ficticio sobre todo desde el Tercer mundo y América Latina y el Caribe. El modelo tendía explicar que el mundo estaba constituido por la tendencia capitalista y la tendencia socialista, la segunda fue fragmentándose y la apuesta por un orden multipolar ha sido una consigna que se remonta al Movimiento de Países No Alineados, que surge en la década de los 50. Es así que iniciado el orden de posguerra fría, ya en la década de los 90, se dice que el imperio recae sobre una fuerza de inédita hegemonía que es Estados Unidos.
Es cierto que el que no exista sólo un polo central hegemónico que dirige el ordenamiento de todo el mundo es benéfico en primera instancia en la medida en que genera nuevos equilibrios, que permiten una presencia de los países en desarrollo, siempre aislados o marginados con poca capacidad de incidencia en ese orden internacional, para intervenir y decidir hacia dónde dirigir las relaciones entre países, el tipo de inversiones que quieren y las agendas sociales y democráticas por las que apuestan. Ahora bien, las instituciones que han que materializado esta idea de un orden multipolar son las que ha encabezado países que están en el sudeste asiático, en este caso el protagonismo en su momento de Japón, ahora de China, algunos polos de desarrollo en África como Sudáfrica, en su momento Nigeria por su capacidad petrolera y desde América Latina sin duda Brasil llegó a ser uno de estos polos, la emergencia de los BRICS del eje Brasil, Rusia, India y China es una manifestación de este orden multipolar que se estaba presumiendo como deseable.
Toda la oleada de relativo progresismo que hubo en Latinoamérica tuvo en el centro de su discurso el reclamo de un mundo multipolar, donde está América Latina emergente, próspera en un contexto en el que los precios de las materias primas estaban en alza y con ello también el anhelo extractivista que finalmente caracteriza a estos gobiernos de izquierda, esto les permitiría un auge y una bonanza de mayor inversión social y una agenda en donde se pudiesen separar de esa sombra intervencionista del histórico imperialismo estadounidense y que tuviesen nuevos interlocutores. Dialogar cara a cara con China, Rusia, con la propia Unión Europea hablaba de un mundo en donde aparentemente había una nueva redistribución de poderes, la promesa de un mundo multipolar estaba en emergencia, entonces fue cuando apareció el protagonismo de China.
Fátima Villalta: Se habla de una fractura de la hegemonía estadounidense y de la Unión Europea, en medio de este cambio China aparece como un nuevo actor importante ¿Por qué sucedió esto? ¿Cómo China se convirtió en un país que ahora puede definir las lógicas de las relaciones globales?
Pablo Uc: China aparece como una fuerza con capacidad de rivalidad estratégica por lo que ocurre en el mundo. Hablamos de que hay un alza en los precios de las materias primas, una capacidad tecnológica y productiva desde los grandes talleres que son el centro de la producción de manufactura en el mundo para inicios del siglo XXI en las principales metrópolis de China, que la convierten en el principal acreedor del mundo, y en el principal taller de producción y manufactura. Básicamente lo que hacen es buscar nuevos mercados y los encuentran en todo el Tercer Mundo: en África, en el sudeste asiático y en América Latina que ha sabido vender a buenos precios materia prima, por supuesto, a costas que ahora vivimos una nueva reprimarización de nuestras economías. Es decir volver a volcarnos, no hacia el desarrollo de tecnología y la industrialización que se anhelaba en los años 80 en América Latina sino volver a las minas, extraer nuevos recursos que son necesarios para el desarrollo de nuevas tecnologías, mirar dónde están los yacimientos de litio, de materiales raros que son hoy tan necesarios para el desarrollo de tecnología informática y esto es convergente con la capacidad de una cultura geopolítica que está madurando en China, una nueva consolidación de una élite política dentro del Partido Comunista y una proyección de mundo que es inédita, aunque viene acompañada con una memoria de carácter imperial que hay que reconocer que antecede a nuestra memoria de la historia mundial occidental, dado que el Imperio del Medio como se le ha conocido a China, posee una historia cíclica, mucho más antigua, que rebasa nuestra historia de ciclos de imperialismo occidental y que en el fondo vuelva a poner en el centro un proyecto que interpela una historia memorial que es la Ruta de la Seda.
La capacidad financiera y económica de China le permite ser el principal acreedor del mundo, posee la capacidad para financiar la inversión a grandes proyectos de infraestructura a nivel internacional. La cultura geopolítica China hacia el interior tiene una capacidad de represión de sus minorías étnicas en la región, sobre todo más occidental, que se han visto siempre como territorios de oposición al centralismo e hiper nacionalismo chino.
Después hay una proyección estratégica-militar, China en las últimas dos décadas se convierte en el segundo país con mayor inversión en gasto militar después de Estados Unidos, aún cuando Estados Unidos conserva esa hegemonía, China ha subido del sexto o séptimo lugar en menos de 10 años a ser el segundo. El país también se vuelve un interlocutor válido para los países de la ASEAN, que es esta alianza del sudeste asiático, impulsa a acuerdos comerciales de los tigres asiáticos, el Banco Euroasiático, se convierte en financiador de instituciones internacionales no occidentales, fuera de esos polos estadounidenses o de la Unión Europea. Básicamente se convierte en el principal inversor en infraestructura y financiador de proyectos de desarrollo en todo el mundo. En una década ha transformado las relaciones asimétricas de poder que sostenía Estados Unidos y que había construido a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
Finalmente nos encontramos con el Consenso de Beijing, que es una propuesta o una lectura que se contrapone al famoso Consenso de Washington, en el que Estados Unidos impulsaba una serie de medidas neoliberales para implementar acuerdos de libre comercio, aperturar las fronteras de los países, incidir en sus políticas económicas y también en las dinámicas políticas internas y desde ahí regular todo el comercio internacional. Lo que vemos ahora es un Consenso de Beijing que posee la “cualidad” seductora para los dirigentes en los países en desarrollo de financiar proyectos, pero respetar su política interna. Y esto finalmente ha sido el caldo de cultivo para proyectos de países nacionalistas de corte progresista o de corte autoritario como los que tenemos en México y Centroamérica o en toda América Latina, entonces sea de izquierda, de derecha o de centro, China financia mientras que el Consenso de Washington condiciona desde su retórica democrático-liberal, los financiamientos y la continuidad de relaciones bilaterales.
Fátima: ¿Qué papel puede jugar América Latina en esta nueva lógica multipolar? ¿Cuáles podrían ser los intereses de China en la región?
Pablo Uc: Por ejemplo México ha tenido desde 1994 una integración profunda hacia América del Norte en términos comerciales, pero ya para 2012 la principal inversión e importaciones en relación con China eran las de segundo orden, las segundas más importantes después de Estados Unidos, aún con un tratado de libre comercio. Luego vino el caso de Brasil que se convirtió en su principal socio comercial en la balanza de exportaciones e importaciones, le siguió Uruguay, le siguió también Venezuela y Ecuador paulatinamente durante el gobierno de Correa también tuvo a China como principal socio comercial.
Lo que vemos es una tendencia en donde países protagónicos en los liderazgos que representan para las relaciones internacionales en América Latina ya tienen una relación de dependencia hacia China. Aparentemente estas relaciones multipolares nos dan mayor capacidad de diversidad con la asociación de los países hacia otros centros de poder mundial, no obstante, lo que vemos es que hay finalmente una dependencia hacia el capital financiero internacional, que son las compañías privadas, firmas que tienen un pie en Estados Unidos, otro en Alemania, otro en China y otro en el mercado financiero abstracto, que finalmente hacen que nuestros países dependan del mismo capital financiero. Lo que vemos es una nueva dependencia en donde nuestra sociedades, nuestros territorios, enfrentan una masiva demanda de recursos naturales que para nosotros representan medios de vida, que pensados en el abstracto del mercado internacional son recursos y que además están ya prácticamente convertidos en commodities en la Bolsa de Valores.
Lo cierto es que como pueblos, como territorios, estamos sometidos a una especulación de un extractivismo a ultranza ya sea con capital de origen chino, estadounidense o de firmas mixtas en donde intervienen Canadá y todos los países de la Unión Europea, nuestros territorios siguen sometidos finalmente a una reprimarización de la economía, mientras que la inversión de China para la creación de grandes fábricas, para crear infraestructuras desde nuestros países, lo que ha generado desde mi punto de vista es una idea de oportunidad y de empleos de gran precariedad, con poca capacidad de control sobre las jornadas laborales y a corto-mediano plazo con muy poca perspectiva de sostenimiento en términos de futuro.
Fátima Villalta: En los últimos dos años hemos visto una aproximación de la región centroamericana con China continental, cabe destacar que la región tenía una vinculación más estrecha con Taiwán ¿Cómo pueden interpretarse estos sucesos?
Pablo Uc: Es muy interesante porque tanto Centroamérica como región y con las especificidades de cada uno de los países del istmo podemos entender la relevancia de lo que le significa en el ámbito diplomático para China el poder ir ganando posiciones, también vemos la fuerza de la presión que puede tener China en la negociación de inversión en infraestructura y relaciones comerciales.
Es muy frágil el despliegue diplomático de Taiwán ante el asedio de la China continental, que por sus despliegues de ejercicios militares y sus tácticas político-diplomáticas proyecta una latente invasión o una toma de control sobre los espacios de poder político. Centroamérica le representa a China una tajada que triangula la tensión con Estados Unidos, mediada por estas relaciones entre Taiwán y Centroamérica, entonces lo interesante de leer esto en clave de relaciones internacionales es ver qué poderes de un territorio aparentemente poco estratégico a nivel de escala global, en el fondo son de gran valor simbólico y más aún cuando pensamos en el valor estratégico del istmo, que siempre ha sido leído para los poderes como un espacio que permite una interconexión entre los mares del Atlántico, el Caribe y el mar Pacífico. Es esta dimensión transístmica que hace que Centroamérica sea no solamente un puente de conexión, sino que es un espacio de conexión entre las dos corrientes marítimas que lo vuelven un espacio estratégico predilecto y a la vez también maldito, y China tiene puesto el dedo allí, ya sea por corredores secos o corredores tradicionales como el de Panamá. Anhela un control creciente sobre el istmo y recientemente su financiamiento puede llegar a incidir en la dinámica política interna de los países de Centroamérica. Sabemos que en los últimos años la ampliación del Canal de Panamá se dió en gran medida por la inversión de origen chino, debido al incremento en el tránsito de mercancías proveniente del sudeste asiático y en ello interviene toda la demanda de Europa y de Estados Unidos
Fátima Villalta: Desde las relaciones internacionales tradicionales hablamos sobre la lógica de los Estados y sus alianzas entre sí, pero si analizamos esto desde las poblaciones, sus problemas y sus demandas ¿Qué ventajas o desventajas tiene para ellos está nueva reorganización global?
Pablo Uc: El hecho de leer los territorios como reservorios de recursos cuando deberíamos posicionarnos desde los territorios como espacios vivos, como fuentes de una relacionalidad radical donde nociones como la de Ubuntu que viene de Sudáfrica nos habla de soy en la medida en que somos y que está presente en muchos conocimientos de nuestros pueblos que están re emergiendo, nos habla de una apuesta por una defensa de la vida a nivel planetario, que es la única alternativa profunda a la que podemos apostar, sin negarnos también a participar de las otras plataformas como el hecho mismo de estar usando hoy esta tecnología que nos permite la comunicación, pero en esa búsqueda de equilibrios tan difícil que tenemos, criticando este antropocentrismo, o el capitaloceno como algunos lo llaman, encontrar las mediaciones entre estas diversas perspectivas de mundo es algo que nos permite ir más allá de este extractivismo también de ideas, y poder involucrarnos y participar o formar parte de lo que se nos propone como alternativa y posibilidad de mundo. Siempre es complicado pero al menos tenemos algunas pistas que espero también nos abran ciertos horizontes esperanzadores.
Fátima Villalta: En uno de tus artículos sobre relaciones internacionales mencionás que existe una política internacional y una geopolítica conservadora que nos vende un mundo ordenado por jerarquías y lecturas binarias del sistema-mundo. ¿Por qué crees que es importante leer lo que pasa en el mundo desde la geopolítica crítica? ¿Qué aportes puede darnos esta visión?
Pablo Uc: La propuesta que hemos intentado madurar ha sido la de una agenda de la geopolítica crítica para nuestra América, y fundamentalmente parte de reconocer la dimensión hegemónica de las relaciones interestatales, pero queremos enfrentarnos a esa trampa de la territorialidad que nos impone el Estado- Nación, sus fronteras, sus dinámicas, su economía política para leer desde otras escalas y otros actores (en este caso actores de la sociedad civil, actores no gubernamentales, otras instituciones internacionales) que complejizan este mundo.
La idea de leer los multilateralismos desde esta geopolítica crítica nos ha llevado más allá de los modelos en donde en teoría hay un enfrentamiento entre el Este-Oeste, hoy aparentemente entre un Norte y un Sur, o que hay unas jerarquías ordenadas según lo dice la teoría de sistema mundo: centros hegemónicos que ordenan las periferias y utilizan territorios intermedios que llaman semiperias para que sean explotados y a la vez exploten. La geopolítica crítica apuesta a leer transversalmente esas dinámicas, entender que también al interior de esos centros hay una dinámica de conflictividad. Por ejemplo, el Estados Unidos de hoy es un territorio de origen imperial que instala un colonialismo interno al que también se le interpela y se le responde desde el movimiento de pueblos nativos, como fue el movimiento indioamericano desde el 68 que emergió para interpelar el reclamo de derecho civiles, la defensa de sus territorios, sus reservas, un activismo tan potente que hasta hace unos años fue el principal opositor a un gasoducto en el territorio de Standing Rock, que le dio un sentido espiritual y ritual a un territorio que no puede ser perforado. Y desde esas lógicas si las traemos a la discusión de lo político entonces cambian las claves de las prioridades que en teoría están asentadas y que no se pueden mover.
La geopolítica crítica interviene en estos debates de Relaciones Internacionales y traemos a colación todos estos actores, dinámicas y discursos, entonces si bien se vuelven molestos para la ortodoxia académica finalmente lo que queremos es complejizar, y en ese sentido creo que la apuesta va por una agenda que está en construcción y que sin duda es colectiva, pero creo que poco a poco también los debates académicos se han permeado por estas otras perspectivas y para eso estamos precisamente aquí en colaboración con las redes de activismo, académicas, intelectuales de las cuales formamos parte.