Memorias migrantes (I): Jessi en España y Valeria en Estados Unidos

Maldito País

abril 25, 2024

Nicaragua ha sido históricamente un país que expulsa migrantes y su razón principal era la situación económica. En el transcurso de los últimos años esta razón se modificó, en la actualidad se persigue, encarcela y asesina a quienes no comulguen con los ideales de la dictadura, esta circunstancia permite a muchos nicas acogerse al régimen de protección internacional en países que han ratificado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951.

Los principales países de destino a los que muchos nicaragüenses han migrado desde 2018 son: Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Canadá y España. Lo han hecho mediante diferentes vías de regularización migratoria, las más frecuentes es de solicitantes de asilo o refugio, migrantes por razones económicas y el parole humanitario, opción habilitada por el Gobierno de los Estados Unidos desde enero de 2023.

Seis años de crisis política en Nicaragua

Se conmemoran 6 años de la crisis sociopolítica de Nicaragua, aquella que en abril de 2018 emergió como un volcán que llenó de esperanzas y a la vez de mucho dolor. Para muchas personas la vida ya no será igual, para quienes tuvieron que irse la vida les cambió completamente, en esto coinciden las 4 personas que nos contaron sus historias como nicas migrantes en España, Estados Unidos, Costa Rica y Canadá.

La historia de Jessi en España

Salió de Nicaragua en mayo de 2018, fue una de las primeras nicaragüenses en exiliarse en este país, actualmente es nacionalizada española. Se dedicaba a promover la participación juvenil y ciudadana, incentivaba proyectos locales donde había mucha violencia e inseguridad ciudadana en un municipio de Managua, razón que la volcó a involucrarse directamente en el movimiento autoconvocado de las protestas en 2018 y por lo cual fue perseguida.  “Mi mayor reto como migrante era darme cuenta que mi vida estaba en este país y que yo aún era totalmente ajena a la realidad que tenía encima”, comentó Jessi para este reportaje.  “Mi situación era un exilio, tiempo después viví el duelo migratorio, ya consciente de que no todo era Nicaragua y tenía que rehacer muchas cosas de mi vida en este país”.

Actualmente se dedica a la administración con atención al cliente, aunque su profesión es el Diseño Gráfico, reconoce que esto no le valió de mucho cuando llegó a España. En lo laboral ha sido un reto que la llevado por distintas áreas, desde trabajar en fábricas hasta  labores de cuido de niños y niñas en este país

La historia de Valeria en Estados Unidos

Valeria es abogada de profesión, salvadoreña y nicaragüense -centroamericana- así se describe ella. A inicios de este año llegó a Estados Unidos bajo el  parole humanitario, en Nicaragua se dedicaba a acompañar casos de familias de bajos recursos económicos que buscaban representación legal en el bufete jurídico de la UCA  y por las tardes colaboraba con el Servicio Jesuita para Migrantes, esto lo hizo hasta que la Universidad fue confiscada por el régimen en agosto de 2023. 

En Estados Unidos tiene un permiso temporal de trabajo -aunque sus estudios no han sido reconocidos como quisiera- y al momento de buscar empleo siempre fue cuestionada la temporalidad de su permiso. Tiene 3 trabajos, por las mañanas es asistente legal en una firma que acompaña casos de personas migrantes, por las tardes y noches en dos sitios donde colabora con la limpieza. 

Su mayor reto ahora como migrante en Estados Unidos es que le reconozcan su historial educativo y que de igual forma la remuneración económica sea mejor. Se considera una mujer resiliente: “Vengo de dos países, El Salvador y Nicaragua, países en crisis, con mucha inseguridad que de alguna forma te enseñan a vivir en ambientes hostiles”. 

En su propia experiencia abril de 2018 marcó un antes y un después, piensa en Nicaragua y piensa en su bicicleta, en ella se transportaba y también organizaba giras para recorrer muchos rincones de lo que considera un país excepcional, lleno de muchas riquezas. “Alrededor de la bici conocí gente, incluso aprendí a andar bici en Nicaragua”, agregó. “Formé parte de un colectivo de mujeres que promueve el uso de la bici como medio de transporte y empoderamiento, esa era yo en Nicaragua”.

¿Un recuerdo que les haga pensar en Nicaragua?

Jessi, entre risas responde “anhelo comerme un jocote” es un recuerdo y a la vez un deseo que le conecta completamente con Nicaragua: “Desde que llegué aquí no he podido comermelo y la gente que viene de allá no ha podido traerlo por obvias razones en los filtros del aeropuerto”. También le conecta mucho recordar el movimiento social del que formó parte: “Cuando pienso en ese espacio me siento viva, porque era feliz aunque estuviese cansada lo daba todo” esa es la Nicaragua que no ha salido de Jessi.

Valeria recuerda mucho Corn Island, fue uno de los últimos lugares que visitó en Nicaragua “no hay día que no piense en ese momento estando en una lanchita mientras llegaba a la isla”, comenta.  “Cuando recuerdo todos estos lugares que recorrí me conecto con la Nicaragua que está dentro de mí, porque es un país tan hermoso” pese a que nació en El Salvador su corazón se sembró en Nicaragua y para Valeria es el país al que volvería. 

Los recuerdos y los anhelos para las personas migrantes que han salido por distintas razones de sus países de origen les mantienen de alguna forma vivas, Jessi y Valeria así lo narran, se inspiran cuando hablan de la Nicaragua que sigue dentro de ellas, cuando conectan con un recuerdo y ese recuerdo se traduce a un sabor o un olor como en el caso de ellas con su anhelo por el jocote o su recuerdo en una lancha en el hermoso Caribe nicaragüense. 

En sus historias hay mucha resiliencia luego de tener condiciones tan adversas por la crisis de Nicaragua que este mes cumple 6 años y que aún inunda a un país entero de sentimientos y recuerdos tan agridulce, tan violentos, pero a la vez tan amorosos y de mucha esperanza de que algún día regresaran.