Hoy me tengo que cuidar de las TERF

marzo 8, 2021

El feminismo busca equidad y eso nos incluye aunque les incomode pensar más allá de su esquema binario y transfóbico

TERF: Trans-Exclusionary Radical Feminist en inglés, «Feminista Radical Trans-Excluyente».

No tengo miedo de los pacos, ni de los machos, menos de los fachos, pero, sí de ellas.

Para que entiendan  quién soy usaré etiquetas, no me gustan pero en este momento son necesarias porque ilustran como un acto político el entender desde dónde  me posiciono.

Soy una persona nobinarie género fluido, centromaricana nacida en Nicaragua, blanca, privilegiada, que vive en un cuerpo feminizado, soy queer, soy de izquierda, y vivo en un exilio político a causa de una dictadura de “izquierda”. Estoy  deconstruyendo mi racismo y empiezo a nombrarme antirracista, he cometido errores ¿Quién no?, sigo un camino de deconstrucción infinito porque no quiero oprimir a nadie y siempre hay algo qué  cambiar. También escribiré en neutro (no perfecto seguro con errores), porque hoy me siento así.

Agradezco el acompañamiento y acuerpamiento que me han dado feministas interseccionales, negras y mujeres trans, sin embargo, no me atrevo a decir que escribo por ellas, porque sigo viviendo en el privilegio, tampoco represento a todas las personas nobinaries, porque somos personas diversas, con distintas vivencias. Escribo  desde una vivencia propia y de forma personal, me represento a mí.

La vida de activismo en Nicaragua me enseñó cómo  enfrentarme a una dictadura; a gases  lacrimógenos con trapos llenos de vinagre; a golpes de antimotines que te curaba con Cofal fuerte para deportista; a escapar de balas tirade en el piso de mi propia casa boca abajo protegiendo mi cabeza; a caminar, correr y manejar rápido para esconderme del peligro y a siempre cargar un gas pimienta color rosa en la mano. En el mundo laboral me  enfrenté a machos que se creían más inteligentes que yo; recibí golpes en la cara de machirulos porque les ofendía verme de la mano de la mujer que amaba, golpes que ella después en casa me curó con amor.

Desde que nací en este cuerpo feminizado aprendí a defenderme, pero nunca nadie me enseñó cómo  defenderme de las mujeres, algunas de ellas me cuidaron y protegieron, fueron un espacio seguro, hasta hoy que me tengo que cuidar de las TERF . Dirán que ellas no me golpearan, quizá, pero su discurso me invisibiliza, me llaman traidora del género en femenino por ser  nobinarie, me gritan y sus palabras duelen más que los golpes que recibí.

El año pasado no fuí a la marcha por miedo a la pandemia, este año no iré por miedo a ellas, el autocuidado también es resistencia, me quedo en casa cuidando mi salud mental.  Eso  no significa que mi lucha desde este gris que es mi identidad de género se detenga, desde un feminismo interseccional y no racista sigo luchando por todEs y eso le incluye a ellAs, las que hoy me oprimen. El próximo año quizá esté más fuerte y marche, a pesar de que esta vez no lo haré, agradezco a las feministas negras, a las trans, a les nobinaries que sí lo harán y pondrán sus cuerpos, cuerpas y cuerpes por mí, pero estE cuerpE que se ha puesto tanto hoy ya no dá más.

Queridas, recuerden que ganar espacios y privilegios no les da el derecho de oprimir a otrEs, el feminismo busca equidad y eso nos incluye aunque les incomode pensar más allá de su esquema binario y transfóbico.

Quiero cerrar con un agradecimiento a todas las mujeres cis que de corazón ofrecieron marchar a mi lado para acuerparme, pero se imaginan que lindo sería caminar por una calle sola sin necesidad de que un hombre  te acompañe para estar segura; yo quiero eso sobre mi cuerpo feminizado; también quiero marchar sin necesidad de que vos estés a mi lado para sentirme segure de que otra mujer no me violentará, quiero marchar a tu lado acompañandonos; no por seguridad.

Este texto fue escrito en San José, Costa Rica el 7 de marzo del 2021.