A la memoria de Hermógenes Oswaldo Blanco
y Denis Enrique Blanco Rodríguez, quienes partieron de este mundo
con la fiel esperanza de ver al fin liberada su patria
Crecí en el seno de una familia con profundas raíces revolucionarias, apilado de anécdotas valientes y feroces. Así forjé entonces mi ideología, al momento que encontraba la escapatoria perfecta a mi carácter subversivo . Siempre mi indómito y complicado carácter. Desde muy pequeño comprendí que no se trataba de la militancia de un partido político, sino de la gesta de un pueblo que es parte de nuestra historia, la historia que nos corresponde a todos, de cualquiera de los bandos que sean. Comprendí que el noble ideal del combatiente común de aquella época era el motor de una rebelión y necesidad de cambio.
Año tras año me dediqué a responder mis dudas en cuanto a la figura que crecí viendo en esa tarima adornada pomposamente, supuestamente era quien correctamente tenía que estar después que los demás se fueron al verse con la soga al cuello, cuando las cosechas de la revolución no fueron las esperadas. Año tras año mi amor por Nicaragua lo alimentaba el recuerdo de Julio Buitrago, al pasar frente a la casa donde demostró que una convicción era más fuerte que una bala alimentada por la comodidad de un sistema que siempre es transigente.
Así pues, hagamos honra de nuestra inteligencia y tomemos el camino de la razón, sin titubear. Pues bien se exclama: quien no conoce su historia, está condenado a repetirla. Hemos cargado desde siempre las consecuencias del peso de nuestro conformismo.
Tuvimos en nuestras manos la oportunidad de acabar de una vez por todas con toda la estirpe dictatorial que nos pisó por más de cuarenta años.Llegado el momento de saborear esa victoria hasta el momento final, sabemos que no fue lo esperado, no fue lo planeado, el sueño no pudo ser concretado, era la administración de un país bajo la euforia, al mismo tiempo y más complicada la administración de los “egos”. No era tarea sencilla y el mal fue hecho.
Lamentablemente hoy en día lidiamos con las memorias selectivas, lo que un día vitorearon hoy rechazan. Hubo un tiempo en que se permitían las pintas en las paredes, las protestas universitarias, los golpes contra la estatua del dictador. Hoy el mismo sentimiento insurreccional de los estudiantes y demás civiles con ojos abiertos contra un nuevo dictador, desata el nacimiento de odio y verborrea atroz de muchos fanáticos. Esto me hace pensar si acaso nuestra oscura lista de hechos y muertes en nuestra historia no es razón suficiente para ver el reflejo perfecto de lo que hoy nos mal gobierna.
Las personas que hoy se aferran al modelo de un gobierno decadente, tirano… ¿Podrán pensar que su descendencia y demás es una máquina programable a sus mismas ideas? Pues un día crecerán y tendrán su propio carácter, su propio pensamiento, sus propias conclusiones… y el aparato represivo que hoy defienden los seguidores con tanto esmero y afán, mañana con el mismo esmero y afán les quitará la libertad y hasta la vida de sus similares. Detengan un poco su recalcitrante discurso y tengan cuidado con el futuro que están sembrando. ¿Qué fin hace que su razón quede desplazada a un segundo plano?
La humanidad nos ha enseñado a través de la historia a ser capaces de las gestas más heroicas, de los sacrificios más nobles, de los más lindos arranques de romanticismo, del desligamiento más desinteresado de la vida por encontrar justicia. Pero al mismo tiempo nos ha mostrado el despertar de esa bestia despiadada, sedienta de poder y sangre, arropada por las más atroces acciones, los más perversos y depravados caprichos.
Para mencionar dos hechos lamentables escritos con sangre. El genocidio de Ruanda en 1994, donde a la etnia hutu le bastó nada más que 100 días para esparcir oscuridad y muerte sobre la etnia tutsi , víctimas de asesinatos planificados por los sectores radicales hutus, un millón de personas asesinadas y alrededor de 250,000 mujeres violadas, 95,000 niños privados de su vida y cerca de 400,000 huérfanos. Haciendo uso de propagando radial, incitaron a esta vil matanza, sembrando la asquerosa discordia en las mentes de personas que jamás imaginaron cometer los horrendos crímenes. Tutsis masacrados en iglesias, estadios… Solo era exterminar cucarachas, decían los hutus sobre esos tutsis que una vez fueron vecinos, amigos, colegas.
No podríamos dejar de un lado la maquinaria propagandística monstruosa de la Alemania nazi. Sabiendo que Hitler no es el inventor del antisemitismo, pero sí el detonador y autor de la germinación de un capricho por eliminar al judío. Para esto como lamentablemente sabemos desarrolló una propaganda antisemita tan elaborada que pudo calar en las mentes civiles, militares y de personas cotidianas como vos o como yo. Esas personas que al final poseídas por las palabras vestidas de odio de su “libertador” hicieron nacer en cada uno las acciones o pensamientos más inhumanos posibles, convertidos en radicales. El hombre que comparó al judío con gérmenes y que creó “el antisemitismo inteligente” por medio de formas jurídicas y que con sus ideas radicales abrió el sendero para la masacre en masas, es solo un ejemplo más de la peligrosidad de la reverencia hacia una figura enferma de poder.
Año 2018, corrían los días medios del mes de Abril, la protesta pacífica por la reforma del seguro social, es dispersada por fanáticos a sueldo. Esto enciende la indignación total y se convierte en protesta masiva en barrios, ciudades, departamentos. El monarca se siente ofendido y envía a su guardia pretoriana a la mayor represión en tiempos de paz. Receta cárcel, balas y la libertad a sus secuaces de propinar tiros de gracias. Después aceptó dialogar, vieja treta de los dictadores, pero esta vez no era un teatro como todos sus actos preparados por 12 años para aplaudirle y escuchar el mismo discurso trillado y sin sentido. Aún más ofendido, porque algunos no son capaces de soportar verdades, desató con más furia el desmantelamiento de los tranques al costo de sangre y bala. Desde su cárcel de oro dirige a su guardia y fanáticos a la matanza. Nos convertimos en una nación terrorista por decreto presidencial. Así el gobierno cristiano y solidario, como se autonombran, se deshacía a fuerza brutal de la voluntad popular.
“Nos obligan una y otra vez a afrontar lo inimaginable: que el ser humano es capaz de renunciar por completo a su humanidad por una ideología irreflexiva, de cumplir hasta el exceso las órdenes de unas autoridades carismáticas de que destruya a todo aquel al que etiqueten como ‘enemigo’”.
Truman Capote
La cadena de acontecimientos políticos que nuestro país ha sufrido desde siempre está plagada de oportunismo, conspiraciones, luchas desiguales. Esto lo seguimos soportando hasta nuestros días. Como mencione anteriormente, tuvimos la oportunidad en nuestras manos, 1979 tuvo que haber sido nuestro punto de partida hacia una nación sólida y democrática, una nación que sabría repeler todo afán de perpetuación en el poder, pero el ego pudo más que los sueños.
Actualmente se comete un error en la desacreditación de la lucha sandinista bajo las siglas FSLN, pues esta lucha se basó en los cimientos verdaderos de la conciencia revolucionaria, de convicciones tan arraigadas, capaces de afrontar los peores temores, y con sueños de libertad. Está basada en el sacrificio de miles de hombres y mujeres con hambre de libertad. No se debe mezclar esta lucha justa con la imagen de un oportunista, que ha pretendido desde siempre su total imagen de grandeza. Honremos como merecen a esos que sin dudar desnudaron su pecho ante la muerte. Amemos la verdadera lucha que fue nutrida de esperanza.
Respetemos la memoria, la determinación y el anhelo de la emancipación de aquellos que cayeron por una Nicaragua libre , respetemos la lucha que se hizo con sangre y lágrimas, no por la prolongación de una tiranía, ni el acomodo de una familia sobre la sangre y el obedecimiento de todos. Acabemos de una vez con la pesadilla de la vanagloria de esa figura, de rendir pleitesía a quienes su función tiene por finalidad servir al pueblo, ya que se deben al pueblo.
Liberemos esos símbolos que han usurpado, esos que un día nicaragüenses valientes convirtieron en su fiel estandarte de lucha y liberación.
Conozcamos la historia y sacudamos los mismos errores de siempre. Dejemos de una vez por todas de engrandecer figuras ebrias de poder. Porque este “modelo revolucionario” del cual se jactan, no es más que el cadáver putrefacto de la megalomanía, del narcisismo personificado. Liberemos para siempre nuestros días del opresor maquillado de progreso, bienestar y justicia.
Así entonces, demos lugar a la razón, respetemos el sentido común, respetemos nuestra inteligencia, respetemos nuestra dignidad y sobre todo, respetemos nuestra descendencia a quienes les preparamos el futuro.
Soy un revolucionario que nace de los sueños puros de la libertad… el cambio y muere con la realización de los siempre decepcionados hechos.