Esa otra insurrección: las mujeres dentro de los nuevos movimientos estudiantiles

septiembre 18, 2020

Abril de 2018 marcó un nuevo hito en la historia sociopolítica de Nicaragua, donde los protagonistas fueron los estudiantes universitarios respaldados por la sociedad civil, entre ellos una participación femenina destacable. Las protestas se originaron debido a la paciente y negligente respuesta del presidente Daniel Ortega ante el incendio forestal en la Reserva Biológica Indio Maíz el 3 de abril del 2018, el cual arrasó con más de 5,000 hectáreas de selva y tuvo una duración de 13 días para poder ser apagado (Salinas, 2018).

Fue así que el 11 de abril del 2018, al ver la pasividad con la que actuaba el gobierno sandinista y la ineficiencia estatal para sofocar el incendio, estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) se dieron cita a través de las redes sociales para marchar y exigir acciones contundentes a la Asamblea General de la República de Nicaragua. La respuesta del gobierno fue el uso de las fuerzas policiales para disipar las protestas y la realización de contramarchas. Sumado a esa agitación social, unos días más tarde y de modo sorpresivo y sin llegar a un consenso con la empresa privada nicaragüense, el gobierno anuncia el 16 de abril una serie de reformas al sistema de seguridad social.

El 18 de abril, tan solo dos días después, el presidente Daniel Ortega publica en La Gaceta las reformas a la seguridad social. Sucesivamente, estas medidas excluyentes fueron el detonante de la insurgencia estudiantil en contra la reforma al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) que imponía recortes drásticos en las pensiones e impuestos a los trabajadores y los empleadores. Los adultos mayores demandaron el derogamiento de esa reforma y al ser reprimidos por las fuerzas policiales, las y los jóvenes universitarios salieron a las calles en respaldo. Asimismo, los estudiantes también fueron vapuleados por policías y paramilitares apertrechados, lo que indignó a una gran parte de la población.

De esta manera, diversos sectores de la sociedad civil y los sindicatos se fueron sumando. Lamentablemente, también se fueron sumando en las listas los primeros asesinados en los enfrentamientos violentos entre la policía, estudiantes y ciudadanos.  De este modo, el 22 de abril el gobierno retiró las reformas al INSS, no obstante, una parte de la ciudadanía que reclamaba cambios en el sistema político, judicial y social del país ya estaba movilizada y exigían una transición gubernamental que contemplaba principalmente: la renuncia del presidente Ortega, la realización inmediata de elecciones presidenciales, cambios en las instituciones estatales y justicia para las personas asesinadas en el contexto de protestas, entre otras demandas.

En ese contexto de represión gubernamental encarnada en la figura institucional de la Policía Nacional, las y los estudiantes universitarios salieron a protestar afuera de sus recintos de manera masiva.  El 19 de abril, después de un día intenso de protestas y represión, al caer la noche se contabilizaban los primeros muertos. Fue así como los jóvenes se toparon con la necesidad de organizarse para hacerle frente al gobierno y fueron conformando los diversos movimientos estudiantiles.1 Por lo tanto, la constitución de estos movimientos abrió la posibilidad de cambio y participación política juvenil. Cabe destacar que este proceso por la democratización de Nicaragua fue parte de un proceso más específico de vinculación con la sociedad, al levantar sus voces para ser escuchados y desmentir que fueran “apáticos a la política” y denunciar a nivel nacional e internacional al gobierno sandinista por sus actos de represión y corrupción en contra de la ciudadanía.

Sin embargo, el gobierno de Ortega respondió ante las demandas con autoritarismo, asesinato, persecución, y el encarcelamiento de más de 30 estudiantes universitarios.2 Esto se enmarca dentro de los procesos de caracterización de la historia reciente de Nicaragua, signada por violaciones a los derechos humanos de los estudiantes y población en general, que incluyen persecución, exilio, procesos judiciales, estigmatización y hasta eliminación de los expedientes académicos de estudiantes que participaron en las protestas (Arcia, 2019). Muestra de ello fue la acusación por “terrorismo” por parte del gobierno a nueve estudiantes universitarios que fueron capturados el 20 de julio y al 7 de noviembre de 2018 aún eran presos políticos esperando condena sin haber cometido ningún delito (DW, 2018).

El movimiento estudiantil histórico: Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN)

Es importante destacar que el único movimiento estudiantil oficial en Nicaragua ha sido la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua que, según sus estatutos, l fue fundado el 15 de septiembre de 1914 y antes de llamarse Unión Nacional de Estudiantes (UNEN) -nombre que adoptó en la década de los ochentas- se llamaba Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) que tenía como objetivo principal conseguir la autonomía universitaria. En el Art. 1 de su estatuto nos dice que “es la organización gremial legalmente constituida, amplia, democrática, participativa y representativa de todos los estudiantes de la Educación Superior y Técnico Superior dentro y fuera del país, sin distingos políticos, religiosos, raciales y de ningún otro tipo” (La Gaceta, 2007).

Llamo la atención en el hecho de que UNEN está legalmente constituida, sin embargo, es una organización estudiantil que con el retorno del presidente Ortega al poder político en las elecciones presidenciales de noviembre del 2006, ha funcionado como un brazo político del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) dentro de las universidades públicas con el fin de controlar las acciones universitarias. Fue esa triada de relaciones entre movimiento universitario-partido- gobierno y la realización de constantes actos de fraude en las elecciones de líderes estudiantiles en universidades públicas que permitió la pérdida de legitimidad de UNEN entre algunos estudiantes y la sucesiva demanda de su destitución como organización estudiantil (Cruz, 2019).

De tal modo que la participación estudiantil en los espacios “autorizados” no existía para quienes no estaban a favor del gobierno. Con ello, en abril del 2018, surgen los diversos movimientos estudiantiles los cuales se conforman en medio de la represión, el asesinato y la desconfianza. Como bien lo expresa Tarrow (1997) “la formación de movimientos es producto de la explotación y creación de oportunidades por parte de la gente” (p. 148). Sin embargo, también es importante contemplar las formas de represión que utilizó el Estado nicaragüense las cuales, definitivamente, condicionaron las acciones colectivas de las y los opositores.

Algunos obstáculos en la participación y el ejercicio político de las mujeres

Debido a la desconfianza que surge hacia el movimiento estudiantil histórico UNEN, se van conformando los movimientos estudiantiles emergentes y dentro de cada uno se viven diferentes procesos políticos, diversas dinámicas de diálogo, organización, toma de decisiones, distribución de tareas y roles, entre otras actividades. En el conversatorio digital titulado Obstáculos de orden patriarcal que limitan el ejercicio político de las mujeres dentro de los movimientos universitarios3, las estudiantes de cada movimiento expresaban vivir diversas formas de violencia dentro de los movimientos estudiantiles de parte de sus compañeros de lucha y también de políticos tradicionales que son parte de Coalición Nacional4. De los primeros, expresaban que constantemente los hombres intentan explicarles cómo se hacen las cosas y son quienes hacen una división de las tareas dentro de las organizaciones según el género. Por lo general, las mujeres desempeñan roles operativos y los varones siempre se llevan el crédito del trabajo de ellas. Así mismo, también las acusan de ser muy sentimentales por el hecho de ser mujeres y no validan sus propuestas. De parte de los políticos tradicionales, mencionan que reciben acoso, insinuaciones, y una conducta adultista la cual indica que existen relaciones de poder entre los diferentes grupos de edad que son asimétricas en favor de los adultos, es decir, que estos se ubican en una posición de superioridad (Rodríguez, 2013). Esta visión se expresa en comentarios que resaltan la inexperiencia política de las mujeres, pero también de los hombres por ser jóvenes. También creen que por el hecho de ser jóvenes no están preparados para las discusiones políticas y para los escenarios políticos.

En la misma línea, investigaciones preliminares indican que la cultura patriarcal parece estar presente dentro de los movimientos estudiantiles. En cada grupo hubo roles asignados a las mujeres y una exclusión de los espacios de liderazgo. De acuerdo a las aproximaciones de Rocha (2019):

Cuando se conforman los movimientos estudiantiles y la Coalición, miramos que quienes tenían la mayoría de espacios eran los hombres. Pero en la mayoría de ellos han sido las mujeres quienes han redactado los comunicados y han pensado las estrategias políticas. Y al final el vocero es un hombre (…). El problema no es la participación, ni las tareas asignadas, sino la exclusión de los espacios de liderazgo (p. 140).

En estos espacios “parece que se está larvando una revolución dentro de la revolución ya que una generación de mujeres con estudios se enfrenta a los ancestrales límites de la definición masculina de lo que debe ser una revolución” (Castells, 2012, p. 83). Es evidente, que luego de cuarenta años de la revolución sandinista hay una ruptura con las estrategias de lucha que se caracterizaban por ser armadas y violentas. El 2018 se caracterizó por enarbolar una lucha cívica y pacífica donde los manifestantes invirtieron las consignas revolucionarias como “patria libre o morir” por “matria libre para vivir”5. No obstante, también parecen existir continuidades donde el sistema de género se impone, donde las relaciones de poder excluyen a las jóvenes de los espacios de liderazgo y representatividad.

Este breve ensayo muestra que los trabajos sobre movimientos estudiantiles y género son un camino fértil para ampliar la mirada sobre las continuidades y las rupturas con el pasado reciente de Nicaragua. Y abre posibilidades para nuevas rutas investigativas que visibilicen las narrativas de las y los jóvenes desde los diferentes papeles que desempeñaron en la insurrección de abril 2018. La insurrección narrada desde las voces juveniles, desde las mujeres, es una oportunidad para conocer esa otra insurrección y desmentir el discurso oficial.

Notas

[1] Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), Movimiento Universitario 19 de abril, Movimiento Estudiantil 19 abril, Movimiento Universitario de la Universidad Nacional Agraria (UNA), Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ), entre otros.

[2] Niú. (18 de febrero, 2019). De universitarios a presos políticos. Leer en: https://niu.com.ni/de-universitarios-a-presos-politicos/

[3] Conversatorio digital vía Zoom. Managua.

[4] Es una unión opositora que surge como una nueva propuesta política democrática conformada por campesinos, feministas, indígenas, evangélicos, empresarios, organismos de la sociedad civil y partidos políticos opositores. Cabe mencionar que los movimientos estudiantiles fueron excluidos de formar parte de esta Coalición por que los partidos políticos que la conforman alegan inexperiencia política de parte de los estudiantes y porque no gozan de representatividad (Shiffman, 2020). A pesar de las críticas los movimientos estudiantiles entregaron una solicitud de incorporación a la Coalición Nacional, sin embargo, decidieron retirarla el 13 de mayo del 2020 por las constantes dilaciones, cuestionamientos y condicionamientos a los que los partidos políticos estaban sometiendo a las y los jóvenes.

[5] Sobre el vocablo “matria”, Ernesto Sabato (1961) menciona que “es el refugio materno, algo que ampara y calienta en los momentos de soledad y frío” (p.228).

Referencias bibliográficas:

Arcia, Lester. (06 de junio del 2019). Borran historial académico de estudiante que participó en protestas. El Nuevo Diario. Recuperado de: https://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/493882-unan-managua-nicaragua-estudiantes-protestas/

Castells, Manuel. (2012). Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era del internet. Madrid: Alianza Editorial.

Cruz, Ana (2019, 27 de noviembre). Estudiantes de la UNA acusan a UNEN de querer mostrar un fraude en las elecciones en el recinto. La Prensa. Recuperado de: https://www.laprensa.com.ni/2019/11/27/nacionales/2615785-estudiantes-de-la-universidad-agraria-denuncian-un-fraude-durante-las-elecciones-estudiantiles

DW. (07 de noviembre, 2018). Nicaragua: declaran culpables a nueve estudiantes acusados de “terrorismo”. Recuperado de: https://www.dw.com/es/nicaragua-declaran-culpables-a-nueve-estudiantes-acusados-de-terrorismo/a-46197980

La Gaceta Diario Oficial. (2007, 18 de septiembre). Estatutos Unión Nacional de Estudiantes. Recuperado de: https://elmorterazo.files.wordpress.com/2010/03/estatuto-unen1.pdf

Rodríguez, S. (2013). Superando el adultocentrismo. Santiago, Chile: UNICEF.

Rocha, José Luis. (2019). Autoconvocados y conectados. Los universitarios en la revuelta de abril en Nicaragua. San Salvador: UCA editores.

Sabato, Ernesto. (1961) Sobre héroes y tumbas. Recurado de: http://www.anffos.cl/Descargas/BIBLIOTECA/Ernesto%20S%C3%A1bato%20-%20Sobre%20Heroes%20y%20Tumbas.pdf

Salinas, Carlos. (2018, 10 de abril). Un incendio arrasa más de 5,000 hectáreas de selva en el sur de Nicaragua.  El País. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2018/04/10/america/1523316063_274126.html

Shiffman, Geovanny. (13 de mayo 2020). “Todos se confabularon contra los jóvenes” denuncian estudiantes al desistir de pedir espacio en la Coalición Nacional. Artículo 66.

Niú. (18 de febrero, 2019). De universitarios a presos políticos. Recuperado: https://niu.com.ni/de-universitarios-a-presos-politicos/

Tarrow, Sidney. (1994). El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Universitaria.