Juan Orlando Hernández, el expresidente de Honduras que irá a juicio por narcotráfico en la Corte de Nueva York
Maldito País
febrero 15, 2024
Hace dos años (15 de febrero de 2022), el expresidente Juan Orlando Hernández salía de su hogar, en una exclusiva residencial de Tegucigalpa, Honduras, esposado de manos y pies, para entregarse a la justicia e iniciar su proceso de extradición hacía los Estados Unidos. Hoy el exmandatario espera en su celda, al interior del Centro Correccional Metropolitano de Brooklyn, el inicio de su juicio este próximo 20 de febrero.
A Hernández, alias JOH, se le acusa que desde el año 2004 hasta alrededor de 2022 participó en una conspiración corrupta y violenta de narcotráfico para facilitar la importación de cientos de miles de kilogramos de cocaína a los Estados Unidos. Asimismo, la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York lo acusa de haber recibido millones de dólares para usar su cargo, las fuerzas del orden público y el Ejército para apoyar a las organizaciones de narcotráfico en Honduras, México y otros lugares.
Pero, ¿quién es Juan Orlando Hernández y cómo pasó de ser el presidente más joven en la historia de Honduras a ser el recluso 91441-054 del centro penal donde se encuentran los narcotraficantes más peligrosos del continente?
De un pueblo en el occidente de Honduras a la cima de la política nacional
Juan Orlando Hernández nació el 28 de octubre de 1968 en el histórico pueblo de Gracias, en el departamento de Lempira, en la zona occidental del país. A sus 17 años, el segundo hijo del matrimonio de Elvira Alvarado y Juan Hernández dejaría su hogar para pasar a formar parte del Liceo Militar del Norte en San Pedro Sula, donde culminaría su secundaria y tendría su primer acercamiento con las estructuras militares del país.
Tras su paso en la academia militar, Hernández se mudó a Tegucigalpa para estudiar la licenciatura en Ciencias jurídicas y sociales en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Una vez convertido en abogado en 1990, comenzó su carrera profesional en el Congreso, laborando como asistente ejecutivo de su hermano, quien en su momento ostentaba la secretaría de este poder del Estado.
Ese empleo, le permitió a Juan Orlando vincularse directamente con los altos mandos del Partido Nacional de Honduras y para 1993 ya era coordinador departamental de esta estructura política. En 1998 Hernández inició su carrera como congresista, en el 2002 asumió una secretaría en la junta directiva y para el 2010, posterior al golpe de Estado, ya era presidente del Poder Legislativo de Honduras.
Continuando su ascenso en el poder, el 27 de enero del 2014 fue juramentado como presidente de Honduras, cargo que ostentó de manera ilegal hasta el 26 de enero de 2022, tras una fraudulenta reelección en el 2017, que lo convertiría en un dictador más de la región latinoamericana.
Sin embargo, el rápido ascenso de JOH en la política hondureña estuvo marcado por vínculos a estructuras delictivas nacionales e internacionales, la sentencia por narcotráfico de su hermano menor; la controversial muerte de su hermana Hilda Hernández, múltiples casos de macro-corrupción, la militarización de la seguridad pública y, sobre todo, la cooptación del Estado de Honduras por las redes de narcotráfico y criminalidad organizada.
Casi dos décadas en el mundo del narcotráfico
De acuerdo a la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, desde aproximadamente el 2004, Juan Orlando Hernández supuestamente se asoció con algunos de los narcotraficantes más prolíficos del mundo para construir un imperio corrupto y brutalmente violento, basado en el tráfico ilegal de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. Estas vinculaciones van desde hondureños como Geovanny Fuentes, condenado a cadena perpetua, y Juan Antonio Hernández alias TH, hermano del expresidente, también condenado por narcotráfico. Hasta el internacionalmente reconocido Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo.
Según los operadores de justicia, Hernández usó las ganancias del narcotráfico para financiar su ascenso político y, una vez elegido presidente, aprovechó los recursos policiales, militares y financieros del gobierno de Honduras para promover su plan de narcotráfico.
Ahora, Juan Orlando Hernández está imputado por tres delitos: 1) conspiración para importar cocaína a los Estados Unidos, 2) uso y portación de ametralladoras y dispositivos explosivos con el fin de exportar cocaína y, 3) conspiración para usar o portar armas de fuego con relación a la importación de narcóticos.
Pero, pese a que la culpabilidad del expresidente se determinará en juicio, es innegable que para poder alcanzar ese nivel de protagonismo en el mundo del narcotráfico, Hernández tuvo que hacer uso de su poder como presidente para reformar el Estado de Honduras y convertir al país centroamericano en una meca del crimen y la corrupción.
La herencia de Hernández para Honduras
De acuerdo al Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), un centro de pensamiento de Honduras, en el marco del gobierno de JOH, en Honduras lo que se produjo fue una captura del Estado por parte de redes criminales que transformaron y/o readecuaron la institucionalidad estatal en función de sus intereses.
Esta cooptación del Estado, que de acuerdo a operadores de justicia de los Estados Unidos fue liderada por el expresidente Hernández, tiene graves implicaciones en el Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos.
Por eso, más allá del veredicto del juez en el primer juicio a un expresidente por narcotráfico, la ciudadanía hondureña está a la espera de la develación del resto de la estructura criminal que acompañó a Hernández, de conocer el rol que asumieron los demás sectores estatales mientras se convertía al país en un narcoestado y, sobretodo, de ver en manos de un país externo la impartición de justicia que el sistema de Honduras no pudo lograr.