Las matronas bajo la luna
marzo 7, 2022
En el presente ensayo podrán conocer la historia de “Las matronas bajo la luna”, nombre con que bauticé a las voces de las mujeres en este escrito, quienes con mucha valentía y después de 37 años lograron contar qué fue lo que pasó el 24 de marzo de 1984 cuando 6 hombres de la familia Luna Méndez fueron asesinados. Escuchar a estas mujeres me marcó, aún después de 37 años se percibe el dolor con el que aprendieron a vivir. Ese dolor que también es parte de mi historia y puedo sentirlo en el cuerpo después de tantos años de silencio y que gracias al curso “Semillero de las memorias” desarrollado por HoraCero en 2021, logré identificar y nombrar. Reconocer la importancia de la memoria histórica en el sentido de justicia me motivó a realizar este escrito con mucho respeto a cada una de sus víctimas, pero con el compromiso de ser voz de las que han callado y de contar la historia para que no se repita.
¿Quiénes son ellas?
Son mujeres, madres, trabajadoras, que se les vino la vida encima después de perder a 6 hombres de su familia en un solo día. Son las mujeres con las que crecí y han sido ejemplo de trabajo y esfuerzo para mí, son las mujeres a las que vi esconder su tristeza con una sutil sonrisa. Siempre me cuestioné por qué las mujeres de mi familia específicamente del lado materno se han echado la batuta encima de la crianza de los hijos, el trabajo y manutención del hogar solas… y siempre quise indagar en nuestra historia familiar para entender por qué cuando se nos presenta una situación que nos causa rabia, enojo o frustración la manera de expresarnos es llorando y callando. Nos cuesta mucho hablar, nombrar nuestras emociones y también nos cuesta establecer límites, pero pese a todo luchamos por mantener la unión familiar.
Quise llamarlas “Las matronas bajo la luna” porque pese al dolor que han acarreado con ellas toda su vida, han sido luz para sus hijos, han sido fuerza y guía. Han sido la luna iluminada en días de oscuridad, han sido la luna llena de amor y provisiones aún en medio de la escasez y aunque les quitaron a “Los Luna” en un solo día a ellas su entereza las mantuvo encendidas.
La muerte de los Lunas
Era un 24 de marzo de 1984, cuando “El ejército trepó a la pichinga… al primero que agarraron fue al compadre Filemón y lo anduvieron ahí por esa comarca de San Ramón, lo anduvieron torturando, dicen que le andaban los brazos quebrados, las costillas, y así lo anduvieron cargando como un quintal de municiones de tiros y no se sabe si él así dormiría porque ya nadie tuvo derecho, ya nadie pudo hablar con él pero dicen que cuando pasó por su casa donde él vivía, a él no lo dejaron arrimarse a su casa, así que dicen que él se arrimó ahí en un palito de coco que había ahí, se arrimó a reposar la carga que andaba y no le dieron lugar a que los hijos le dieran agua ni nada, ellos sí, ellos entraron e hicieron que la comadre Daysi les matara gallinas, les hiciera comida y después se fueron para el lado de pichinga y al segundo que agarraron fue a Andresito, Andresito hijo”. Justa Luna (2021).
Quizá les parezca estar leyendo una novela de terror, violencia y muerte, solo que no es una novela, es una historia de la vida real que ha sido silenciada por 37 años por miedo, porque los asesinos siguen vivos y mantienen el poder. Era un sábado por la mañana cuando Filemón Luna se encontraba destazando un chancho, pero a eso de las 8 de la mañana le agarró un fuerte dolor de cabeza, hizo una pausa y se acostó en un cajón, le dijo a su suegra paulina que le dolía muchísimo la cabeza y de pronto vieron a lo lejos acercarse a un grupo grande de sandinistas. “Entonces él [Filemón] se sentó y como el que no la debe, no la teme decía mi papá, los esperó. Pero ahí nomasito lo enchacharon y lo hicieron caminar, y la comadre Aidalina le dice le voy a dar una pastilla y dijeron No, no, no, no necesita nada él, y él le dice aliñeme una mudada. No, tampoco le dicen, no necesitas mudada, no necesitas nada le dicen y lo arriaron ahí, como a los 15 minutos de haberse ido caminando por la montaña la comadre Aidalina escuchó unos balazos”. J.L (2021)
Luego los sandinistas se dirigieron donde Andresito que andaba trabajando aporreando frijoles, lo esperaron y en cuanto llegó lo golpearon, lo amarraron y lo hicieron caminar en dirección a la casa de otro de sus hermanos, hasta ir reuniéndolos uno a uno. Siguieron con Cayito, que andaba trabajando en el potrero y al llegar a su casa encontró a los sandinistas que tampoco lo dejaron entrar. Siguieron caminando en dirección a la casa de Andrés Luna padre, se llevaron de rehenes a tres de sus hijos: Teyo, Cayito y Andresito.
Ese día más tarde, Doña Dominga Méndez presenció cómo paseaban a sus hijos en fila, descalzos y amarrados, caminando por el patio de su casa. No pudo darles ni agua ni nada porque los guardias no lo permitieron. Llegó la noche y los hacían caminar y caminar en la montaña y en todo el camino los torturaban. El domingo por la mañana Don Andrés Luna como de costumbre por ser fiel católico, se dispuso a la capilla para dar la palabra. Luego la lectura bíblica hizo la reflexión y dio su mensaje a los asistentes: “Entonces él dijo que pues sus hijos estaban en manos del Ejército, pero que pues él confiaba que sus hijos no habían hecho ningún daño a nadie, así que él tenía fe de que sus hijos iban a quedar libre pues porque sus hijos no le habían hecho nada a nadie, así que ellos dijeron le hace huevo ese viejo a hablar, entonces cuando ya mi papá salió de la capilla ahí nomasito ya iba rodeado de los sandinistas y ya llego ahí donde mi mama y ya no lo dejaron ni entrar, mi mama le iba a dar un pozol, pero le dijeron no no no, no lo dejaron ni que le dieran esa bebida y ahí nomasito lo arriaron. Fue el mero día que los mataron, eso fue como a las 11 de la mañana, ya los arriaron sobre el río de Valentín, llegando a cierta parte del camino los metieron a una montaña, cuando iban caminando mi papá padecía de la presión entonces él les dijo ay, ya no aguanto caminar, si me van a matar mátenme aquí solo déjenme orar, entonces lo dejaron… dicen que mi papá se arrodilló oró, lloró, y cuando ya terminó y se sintió listo él se paró y les dijo ya estoy listo y ahí nomasito lo rafaguearon por la espalda”. J.L (2021)
Posteriormente mataron a los demás, los rafaguearon a todos: Cayito, Andresito, Teyo y Abraham, un muchacho que trabajaba con ellos en la finca. Pasaron las horas y por la tarde vieron a los guardias regresar de la montaña sin los muchachos, las familias angustiadas preguntaron qué había sucedido con ellos y les dijeron que los mandaron en helicóptero, pero un amigo de la familia había escuchado unas ráfagas de disparos, así que dijo a ellos no los mandaron, a todos ellos los mataron.
Luego los guardias empezaron a amenazar a los vecinos: “Matamos a unos hijos de la gran p… y al que vaya a la vela lo matamos también”. I.L (2021). Pablo no sabía lo que estaba pasando con sus hermanos por eso se encontraba tranquilo, cuidando su bote junto a su cuñado Humberto Guillén, cuando llegaron los sandinistas que iban buscando sus lanchas para irse, pero encontraron al que les faltaba, luego de decir: “Pablo Luna, vení”, Humberto solo vio cómo esos hombres armados se lo llevaban camino a la montaña.
“Cuando pasaron por donde Teyo, entonces la esposa de Teyo preguntó que qué pasó, dónde los dejaron, entonces ellos dijeron que ya venían, que los habían mandado en helicóptero, pero que ya venían, así que siguieron y después de eso bajaron al río buscando a Pablo que ese día había llegado de Bluefields a la finca y ya lo sacaron de donde lo tenían, estaba durmiendo, las 11 de la noche eran, entonces ya llegaron de noche donde estaba Pablo, lo sacaron de la lancha y lo metieron ahí a una montaña y ahí fue que lo balacearon”. R.B (2021).
Pablo fue el último que mataron. “A Pablo no lo golpearon, pero a él le desaparecieron su cabeza de viaje, de tantos balazos en la cabeza se la destruyeron, nosotras solo encontramos pedazos”. R.B (2021). Isabel Luna y Rosaura Bello vivían en Bluefields. Se dieron cuenta que “algo” estaba pasando en la finca de su esposo y de su papá porque Toño, el menor de los hermanos, logró escapar; cuando pasó por donde doña Dominga su mamá, ella le dijo que a todos los demás los habían agarrado de rehenes, así que Toño en vez de continuar en dirección a su casa cambió de rumbo para irse a Matagalpa donde se encontraba su hermana Justa Luna. Llegó a la ciudad del Rama el martes y desde ahí logró llamar a Rosaura para decirle que los sandinistas tenían a todos sus hermanos y a su papá y no sabía lo que podía pasar.
Pablo Luna regresaba a casa los lunes, al ver que el lunes no había regresado y ante la notificación recibida por Toño, Isabel y Rosaura se dirigen a la policía de Bluefields a preguntar lo que había pasado con ellos: “Nos dijeron que quien nos podía dar información era el comandante Caldera, que fuéramos al Bluff, que ese era quien nos podía dar información, pero que íbamos a ir al Bluff, así que lo que yo hice fue alistar el bote y no sé quién nos acompañó, pero alguien nos acompañó y nos fuimos la Chavelita y yo al río, llegamos hasta allá a Terrón y lo mismo, preguntamos por ellos y nos dijeron que ellos no sabían que quien podía darnos información era ese Caldera. Entonces nosotros preguntamos ahí en Terrón a unos amigos que qué sabían de ellos, entonces un señor, Don Abelino Henríquez, ese fue que nos dijo de que a Pablo lo habían matado y que él había ido a echarlo, eso que cavó medio hoyito ahí y que lo había puesto medio tapado con unas hojas ahí pero que él pues el sabia donde estaba”. R.B (2021)
Cuando bajó la guardia sandinista y ya pasaron por donde cayito, sentenciaron a los demás miembros de la familia diciéndoles que cuidadito salían a buscar a esos perros que habían matado, si ellos salían de casa les pasaría lo mismo, haciendo referencia que también los matarían. La familia quedó aterrorizada, pero cuando la guardia se fue, Don Víctor Amador -que era gran amigo de Andrés Luna padre- dijo que los iría a buscar aún corriendo el riesgo de ser asesinado. Al siguiente día Don Víctor con otras personas se fueron a buscarlos, el primer cuerpo que encontraron fue el de Don Andrés Luna, tirado en el monte y rafagueado por la espalda, más adelante encontraron a Cayito, Teyo, Andresito y a Abraham, a todos los rafaguearon por detrás. A Filemón le desbarataron la cabeza a tiros y después le pusieron un montón de ramas y maleza al cuerpo para esconderlo, lo lograron encontrar porque les llamó la atención el tumulto de ramas, vieron las botas salidas y encontraron el cuerpo con la cabeza llena de gusanos. Su esposa lo lavó y le roció un spray para quitarle los gusanos pero tuvieron que enterrarlo de inmediato.
Rosaura decidió regresar a Bluefields para preguntar cómo podía llevar el cuerpo de Terrón a la ciudad de Bluefields, se dirigió al MINSA y estos le indicaron que debía llevar cal, plásticos y el ataúd. Así fue, se consiguió todo y Rosaura regresó a Terrón a buscar el cuerpo de Pablo, su esposo con el que había procreado 3 hijos y 2 hijas. Al llegar al pueblo el ejército sandinista le prohibió llevarse el cuerpo manifestándole que 6 meses después podría hacerlo. Tuvieron que enterrar a Pablo en un cementerio del lugar. Rosaura pudo regresar un año después del asesinato a llevar el cuerpo y enterrarlo en Bluefields, porque cuando se dieron los acontecimientos estaba embarazada de su hijo menor también llamado Pablo, por lo que debió esperar para dar a luz y recuperarse para poder darle cristiana sepultura en el lugar donde vivía él con su familia.
¿Por qué los mataron?
“Mire, es que ellos tenían denuncias, que ellos habían matado, pero eso era por maldad, los culpaban y ellos ni si quiera estaban en la finca cuando mataron a esos hombres y los culpaban a ellos” I.L (2021) El primer problema que enfrentaron los Lunas fue haber sido denunciados por la señora Apolonia García, quien los acusó de robo, asesinatos y violación. Por lo que los apresaron a todos: Teyo, Cayito, Filemon, Pablo, Andres hijo y Andres Luna padre en la ciudad de Bluefields. Aproximadamente 6 meses después fueron puestos en libertad tras haber sido declarados inocentes por las acusaciones. Así que algunas personas decían que los mataron por rencillas personales.
Pero poco tiempo después de haber estado injustamente en prisión, Don Andrés Luna empezó a ser acosado por la guardia sandinista que le decían: “Bueno organízate vos, queriendo dar entender que se metiera a la milicia y él siempre les decía, yo ya vivo organizado”. I.L (2021) Isabel Luna, la mayor de las hijas mujeres también nos relata que ella le decía constantemente a Don Andrés su papá que dejara la finca porque eran demasiadas las amenazas de los sandinistas, pero él se confió porque su conciencia estaba limpia y no le debía nada a nadie. Algunas personas de la comunidad le insistieron para vender sus cosas e irse para otro lado porque esa gente (la guardia) era mala y les podían hacer algo peor. Pero Don Andrés contestaba: “Uno está donde tiene sus cosas, nosotros tenemos la finca ahí, ahí tenemos que estar, entonces ellos, los mismos, todos ahí se quedaron siempre”. R.B (2021).
Poco tiempo después volvieron a encarcelar a Don Andrés Luna junto a sus hijos Pablo y Filemón. Esta vez los acusaban de contras, de cooperar dando comida y municiones a los contras y por no querer organizarse. Los trasladaron al Chipote donde los tuvieron un tiempo, pero algunos alfabetizadores que compartieron con ellos en la zona apelaron por Don Andrés para que lo sacaran libre porque siempre los había tratado muy bien y era buena persona. Dejaron libre a Don Andrés pero mantuvieron por 13 meses en prisión a Filemon y Pablo, a quienes pusieron en libertad en diciembre de 1983 y 3 meses después fueron asesinados a manos de la guardia sandinista dirigidos por un mentado teniente caldera.
Las Viudas se pusieron de acuerdo para no poner denuncias ni exigir explicaciones porque tenían miedo que las mataran junto a sus hijos. “Nada, nada, nada hizo nadie, nadie hizo nada. Pero quién iba a poner denuncias si ellos eran los autores de los hechos, a quién se iba a quejar uno, no había a quién, si toditos eran de los sandinistas, los que hicieron eso. Y ese era el Ejército y entonces no había ni a quien quejarse, ahí nada más era quedarse con la boca callada si no quería que lo mataran a uno también”. J.L (2021)
La vida después
Todas las viudas aterrorizadas por lo que habían presenciado, tuvieron que malvender sus cosas, sus finquitas y animales para poder salir de esos lugares, las cantidades de dinero que recibieron por sus propiedades fueron absurdamente poco pero ellas tuvieron que vender para huir. “Y ya quedaron ese poco de hijos huérfanos, la comadre chagua quedó embarazada de pablito, la Olivia también estaba embarazada de Andresito ellos ya no conocieron a sus padres, solo se les cuenta nada más la historia de lo que fue su familia”. J.L (2021)
Las familiares cuentan que para ellas fue durísimo, perdieron a sus esposos, hermanos y padre en un mismo día, destruyeron a la familia. Primero intentaron difamarlos acusándolos de asesinos, ladrones y violadores, pero nada era verdad y lo lograron mostrar en el juicio cuando fueron absueltos de todos los cargos. Luego como no les siguieron el juego, todos se quedaron en sus tierras trabajando como siempre, los mataron y junto a ellos mataron lo que conocíamos como familia, después de vivir todos cerca y unidos, apoyándose entre todos para salir adelante. Después que en cada semana santa se reunían todos los que venían de Bluefields y de otros lados, era una gran celebración, mucha comida y no solo para la familia sino para todos los de la comunidad, después de tanto pasaron a nada, quedaron solas, de pronto estaban solas y separadas porque se terminaron desperdigando. Rosaura quedó de 32 años, con dos hijos varones, dos mujeres y embarazada del hijo número 5 que al nacer fue bautizado con el nombre de su padre, Pablo Luna.
Los estragos en nuestras vidas fueron grandísimos. “Al año de ellos cumplir un año de asesinados y yo el 24 de marzo amanecí en el hospital, porque todo ese tiempo uuuhh yo no comía y pues estaba enferma, de la desesperación seguramente que no hallaba qué hacer ultimadamente. Pablo tenía 4 meses nada más de nacido, yo con un vómito de sangre porque lo que me dio fue una gastritis y entonces estuve bien mal, pero ya después que salí de ahí me recuperé un poquito y de ahí al tiempito vino el huracán, pero pues ahí sobrevivimos”. R.B (2021)
Poco tiempo después del Huracán fallece el papá de Rosaura, por lo que su mamá se traslada a vivir con ella, le sirve de apoyo y brazo derecho para que Rosaura pudiera hacer viajes a Río Grande con su trabajo de comerciante para poder sacar adelante a sus hijos. Hasta el día de hoy Rosaura sigue haciendo esos viajes, pero ya todos sus hijos e hijas están formados con valores y principios,son todos profesionales. Hay una historia diferente por cada viuda, la madre, cada hijo/a, cada hermana: “Las viudas pasaron mucho trabajo, a la comadre Aidalina ese ejército la vivía sacando de donde ella vivía y la comadre Aidalina era un chavalerío chiquito que tenía, eran 12 y el menor quedó de 6 meses, Eduardo. Esa señora sufrió, por favor, esa señora sufrió. Después esa señora se fue a Costa Rica, se fue por tierra con esos niños, los más grandecitos caminando y los más chiquitos en brazos, esa señora sufrió con sus hijos como ninguna, todas sufrieron claro pero esta tenía más hijos. Pero lucharon y terminaron de criar sus hijos con grandes dificultades porque quedaron todos esos niños en la orfandad”. J.L (2021)
Doña Dominga Méndez, quien había perdido a su esposo y a 5 hijos varones, no logró superar el dolor de la pérdida y murió del corazón dos años después. “Yo digo que ellos la mataron también, porque ella solo vivía recordando” J.L (2021) “Mi mama murió a los dos años porque no aguanto más martirio y ella murió en el mismo mes que a ellos los mataron” I.L (2021). Sus hijas relatan que su mamá antes de morir había manifestado que ya sus hijos estaban llegando a buscarla. Algunos primos hasta hace pocos años se están reencontrando y poco a poco se empiezan a inquietar por conocer lo que cada uno conoce de la historia de la familia que muy poco se ha contado, para irla armando tal cual fuera un rompecabezas. Hace un año un grupo de los hijos varones de los fallecidos: Andres Luna, Electerio (Teyo), Cayito, Filemon, Andresito y Pablo Luna viajaron a la comunidad donde había ocurrido el asesinato y fueron a reconocer el lugar donde quedaron enterrado sus padres para poder al menos dejarle puesta una cruz.
El recuerdo de los Lunas
Que sean recordados con una historia de lo que ellos fueron porque fueron hombres luchadores, trabajadores, que cada uno tenía su finquita y dónde vivir. Ellos le hacían hacían favores a quienes se lo pedían, ellos no fueron malas personas en ningún momento, me gustaría recordarlos como lo que ellos fueron y que no sé si habrán personas creo que sí hay que pueden recordarlos como fueron ellos, unos hombres muy serviciales, me gustaría que los recordaran de esa manera”. J.L (2021) Los Lunas eran apuestos, les gustaba vestir bien, de tez blanca, ojos claros, nariz respingada y de estatura baja, eran muy alegres, pero sobre todo eran trabajadores, amantes de la tierra, creyentes de Dios y muy serviciales.
En 2006 mi abuelita Isabel Luna tenía un miedo descomunal pensando que podía ganar Daniel Ortega, lloraba y le temblaban las manos nerviosa escuchando los resultados en la radio, me dijo que Daniel ortega era tan malo que los podía hacer jabón, en mi mente dije: “Ash mi abuelita, qué exagerada…” mas no entendía el trasfondo de su temor. Finalmente, escuché la historia de parte de ellas de las matronas, ya no son rumores ni supuestos, ellas que lo vivieron me lo han contado y he sentido en mi cuerpo manifestaciones de dolor, frustración y rabia. Me duele saber que han pasado los años pero nada ha cambiado o sí ha cambiado pero a peor. He sentido en carne propia el miedo que sentía mi abuelita cuando le pedía a su papa que dejara su casa y sus tierras con tal de salvaguardar su vida. Lo mismo le decía yo a mi papá hace un mes ya que por ser periodista el asedio y las amenazas iban en aumento, hoy tengo un poco de tranquilidad porque mi papa ya está exiliado sufriendo el dolor de la partida pero sigue con vida, lo que no sucedió con mi bisabuelo ni con sus hijos.
Por fin voy entendiendo por qué a las mujeres de mi familia les cuesta hablar y optan por callar ante las injusticias y es que ellas no han conocido algo diferente, nunca tuvieron justicia ni siquiera el derecho a exigirla. Después de 27 años de ser parte de esta familia logro entender la historia en orden y puedo señalar a los responsables del atroz asesinato, y también reconocer el valor de las mujeres víctimas sobrevivientes.
Por lo pronto han podido leer el relato de 3 mujeres víctimas de los sandinistas, pero todas son importantes e impactantes, así que espero poder ir escuchando una a una y recopilando sus relatos para que los hijos e hijas de los asesinados vayan conociendo la historia y para que nuestros muertos que en paz descansen tengan al menos este reconocimiento.
El tiempo ha pasado y en Nicaragua sigue reinando la impunidad, sigue secuestrada por las mismas personas que hace 40 años mataron, robaron, violaron y cometieron cualquier cantidad de atrocidades que lograron ocultar silenciando a las personas y ocultando esa parte de la historia, qué triste que al día de hoy nada ha cambiado y bien se dice que “el que no conoce la historia está condenado a repetirla”. Gracias Rosaura Bello, Justa e Isabel Luna por atreverse a contar esta dolorosa historia.
Que en paz Descansen sus restos:
Andrés Luna González
Filemón Luna Méndez
Andrés (Andresito) Luna Méndez
Leocadio (Cayito) Luna Méndez
Electerio (Teyo) Luna Méndez
Pablo Luna Méndez
Abraham quien trabajaba con ellos en la finca