Nayib Bukele entrega la presidencia a Nayib Bukele: Un retrato del primer quinquenio
Maldito País
junio 1, 2024
En un acto ilegal e inconstitucional, el presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele, se entregará -él mismo- la banda presidencial este 1 de junio de 2024, en compañía de mandatarios de diferentes países que han respaldado su régimen, sin voltear la mirada a los cientos de informes y denuncias por violaciones a derechos humanos, sobre el deterioro de la economía y denuncias por actos de corrupción de sus funcionarios en su primer mandato. Este es el panorama de El Salvador, en el primer quinquenio del presidente “más popular” de la región latinoamericana.
Este país centroamericano ha vivido en los últimos cinco años hechos que han marcado un antes y un después en la forma de gobernar a la que las y los salvadoreños estaban acostumbrados. Se instauró el bitcoin como moneda nacional, la cual, según una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la UCA (IUDOP), el 61,3 % de la población salvadoreña desaprueba la utilización de la criptomoneda y 65,5 % considera el proyecto como un «fracaso».
En materia ambiental, las y los salvadoreños experimentaron los precios de la canasta básica más altos de su historia, proyectos urbanísticos sobre zonas de recarga hídrica, el despojo de tierras a varias comunidades y cooperativas, la indiferencia hacia los temas ambientales por parte del Estado y la persecución a personas defensoras del territorio.
Además, el discurso del mandatario está cargado de desprecio y negación hacia la memoria histórica del país, desconociendo los hechos que marcaron el conflicto armado y de los Acuerdos de Paz de 1992, a los que llamó “una farsa”. Esto, la negativa de abrir los archivos militares para conocer a los responsables de crímenes de lesa humanidad durante el conflicto, y otros hechos similares, vulnera el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas y familiares, que han buscado justicia por más de 30 años.
En medio de esta narrativa y de su apuesta por “refundar el país”, Nayib Bukele buscó anclarse en el poder con el apoyo del congreso, donde la mayoría son legisladores de su partido, Nuevas Ideas. Las pasadas elecciones de febrero y marzo fueron fuertemente criticadas por organizaciones sociales nacionales y extranjeras, debido a los cambios en las reglas del proceso aprobadas por la Asamblea Legislativa. Las reformas consistían en reducir el número de diputados, permitir el voto de salvadoreños en el exterior con Documento Único de Identidad (DUI), la nacionalización de cientos de personas en el exterior, la agrupación de municipios que pasaron de 242 a 44, y la incorporación de la fotografía de los candidatos a la presidencia en la papeleta, entre otros.
Los 13 decretos en materia electoral fueron aprobados de forma express en menos de un año. Líderes de la oposición y diferentes voces de la sociedad civil señalaron que las reformas favorecían al oficialista Nuevas Ideas en las elecciones legislativas y municipales y buscan la concentración del poder en un mismo instituto político.
Sobre la reelección, son al menos 6 artículos de la Constitución de la República los que prohíben la reelección presidencial contínua. Sin embargo, en 2021, la Sala de lo Constitucional -impuesta por el oficialismo-, avaló la reelección inmediata considerando que es el “pueblo” quien debe decidir si el presidente debe continuar y que el texto constitucional “respondía a necesidades, contexto o circunstancias de hace 20, 30 o 40 años”. “Resulta ya no garantista, sino una excesiva restricción disfrazada de “certeza jurídica” y el actuar de representantes que se resisten a escuchar la voluntad del pueblo”, reza la resolución.
Para el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular (BRP), un movimiento que aglutina a varias organizaciones sociales y que ha cuestionado las acciones de Bukele en diferentes ámbitos, el que toma posesión este día es un régimen ilegítimo que da un golpe al proceso democrático que inició con los Acuerdos de Paz, en 1992.
“No reconocemos a este presidente, fruto del engaño, del fraude, de la persecución a personas y a grupos críticos y opositores, de la corrupción y de la violación de los derechos humanos”, sentenció Marisela Ramírez, del BRP.
Un quinquenio que golpeó la democracia y los derechos humanos
Para el BRP, la reelección ha sido el último golpe a la democracia. Bukele ha soltado varios de estos a un incipiente sistema que nació hace 32 años, entre ellos la invasión al Órgano Legislativo con militares, el 9 de febrero de 2020, para exigir a las y los parlamentarios la aprobación de un préstamo para el Plan Control Territorial.
Asimismo, la “nueva” Asamblea Legislativa, conformada en su mayoría por la bancada de Nuevas Ideas, destituyó de forma arbitraria y dejando de lado los reglamentos establecidos, a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General de la República, para realizar una elección exprés de dichos funcionarios. La Sala impuesta es la que aprobó la resolución que permite la reelección presidencial.
Recientemente, el congreso también aprobó un acuerdo de reforma al artículo 248 de la Constitución de la República, para eliminar los límites establecidos y contrapesos que evita la modificación de esta ley suprema. Juristas y organizaciones civiles afirman que esta reforma a la Constitución es un peligro para los derechos fundamentales.
Otra de las medidas controversiales es el régimen de excepción, aprobado en marzo de 2022 y prorrogado 26 veces por el congreso. Si bien la medida ha reducido considerablemente el número de hechos de violencia y ha controlado el actuar de grupos criminales, el gobierno ha utilizado a las fuerzas de seguridad para implementar una política contra la violencia desde la represión, persecución y estigmatización en contra de la población más pobre; agravando con ello la crisis de gobernabilidad democrática y de derechos humanos que atraviesa el país.
Bajo el régimen de excepción han sido capturadas 80 200 personas, una cifra que fue actualizada el pasado 29 de mayo por el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, en una entrevista televisiva. Villatoro aseguró que aún faltan más capturas y, con ello, justificó el recién colocado cerco de seguridad en el distrito de Apopa, departamento de San Salvador.
“Si hay alguien que está incómodo con el régimen de excepción es porque comulga con esos terroristas o porque es un terrorista”, afirmó Villatoro, reforzando un discurso que ha servido de justificante para deslegitimar las demandas de organizaciones de derechos humanos.
Algunas de estas, como Cristosal, el Movimiento de Víctimas del Régimen (MOVIR), el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA) y el Socorro Jurídico Humanitario han denunciado 6 305 casos de violaciones a derechos humanos en el marco del régimen, más una lista de violaciones a derechos dentro de centros penales, como la falta de acceso a medicamentos y atención en salud, torturas, malos tratos, desnutrición, enfermedades y 300 muertes de personas bajo custodia del Estado.
Sobre esto, el representante del MOVIR, Samuel Ramírez, lamentó que el Estado guarde silencio ante las muertes de personas en custodia de Centros Penales y de otras violaciones a derechos humanos y, sobre todo, al derecho a un juicio justo y transparente. “Si bien es cierto que ha mejorado la seguridad, pero a un costo muy elevado, con violaciones de derechos humanos y con el costo de muchas vidas de personas que no debían de estar en la cárcel”, dijo.
“La única obra visible en los cinco años de Bukele es el CECOT. No existen las sedes de la Universidad nacional que prometió, no están los hospitales, dijo que iba a mejorar la salud, la educación, pero lo que tenemos es la mejor cárcel de América Latina, es lo único que le ofrecen a la juventud. Los vendedores del centro son amenazados con el régimen. ¡Ya basta, señor presidente Nayib Bukele, de tanto desprecio a la vida y a los derechos humanos!” expresó Samuel Ramírez.
El régimen de excepción ha dejado también más de mil menores de 18 años privados de libertad, hasta febrero de este año. Por su parte, organizaciones defensoras de derechos humanos han documentado 327 denuncias de desaparición forzada, las cuales habrían sido cometidas desde el inicio del estado de excepción, el 27 de marzo de 2022.
Una de las demandas de la sociedad civil en este periodo es la constante persecución y ataques a personas defensoras, periodistas y cualquiera que muestre una postura crítica frente al gobierno. las organizaciones han identificado barreras al ejercicio pleno de sus derechos dentro del espacio cívico, tales como la supresión de espacios de diálogo, la obstrucción de la labor periodística, la criminalización de las organizaciones de la sociedad civil y de personas defensoras de derechos humanos y la progresiva obstaculización para la legalización de organizaciones de la sociedad civil. Así lo afirmaron en un comunicado esta semana.
La Plataforma de Monitoreo de Agresiones a las Libertades Cívicas, un esfuerzo de organizaciones de derechos humanos y periodistas, registra que de enero a abril de este año, el derecho a la libre expresión constituye el 61.3% de las vulneraciones, la libertad de asociación con el 22.6% y el derecho de reunión pacífica con el 16.1% . Por su parte, la Mesa por el Derecho a Defender Derechos, en su “Informe de agresiones contra personas defensoras y periodistas”, expresó que, pese a que no existen datos oficiales de las vulneraciones a personas defensoras, el recuento de las organizaciones sociales podría llegar a 600 casos en los últimos 3 años.
Las vulneraciones, afirma Gabriela Colocho, de la Mesa, tienen una alza en ciertas coyunturas. Por ejemplo, uno de los meses donde más se registran vulneraciones a personas defensoras es en marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer. “Se están dando discursos de odio y campañas contra feministas, por ejemplo, en 2023, en el marco de la audiencia de la CIDH del caso Beatriz, se han presentado ataques digitales contra las compañeras y contra el caso, por parte de grupos antiderechos. Nos preocupa la carga misógina y el contenido sexualizado de los mensajes”, expresó.
Derechos humanos de las mujeres con mayor desatención
Organizaciones feministas afirman que esta gestión ha desatendido programas e instituciones que brindan atención a las mujeres salvadoreñas. De hecho, una de las primeras acciones de Nayib Bukele al llegar a la presidencia, fue eliminar la Secretaría de Inclusión Social, que ejecutaba diferentes programas como Ciudad Mujer y otros que brindaban atención a mujeres y población LGBTIQ+.
Tanto el proyecto Ciudad Mujer como el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer, ISDEMU, se han visto impactados con recortes importantes. Solo el programa Ciudad Mujer tuvo recortes de 5 millones entre 2019 y 2022.
Además, Nayib Bukele afirmó en una entrevista con la directora nacional de Moms for Liberty, Catalina Stubbe, que en el país no “permiten” contenidos desde el enfoque de la “ideología de género”. Además, dijo que en El Salvador, dicha ideología está prohibida ya que promueve ideas “antinaturales, antidios y antifamilia”, emulando un término falso, creado para deslegitimar los avances en materia de derechos humanos de las mujeres y de otras poblaciones más vulneradas
Para Roxana Rodríguez, integrante de la Asamblea Feminista, son más los retrocesos que los avances en materia de derechos humanos de las mujeres. Para ella, existen diferentes crisis de derechos humanos, de salud mental, salud integral y otros ámbitos a los que el gobierno no voltea la mirada. “Veníamos de una reforma de salud exitosa, veníamos de abordajes integrales en la salud y hemos regresado a programas verticales”.
“Las frases pegajosas como ‘nacer con cariño’, ‘crecer juntos’, están de moda en la narrativa del gobierno pero no vemos cómo se están concretando en la población. La publicidad del gobierno choca con la realidad que enfrentan las niñas, los niños, las familias precarizadas en el territorio”, expresó.
Alejandra Burgos, de la Colectiva Feminista, cuestionó que las prioridades del gobierno estén enfocadas en el tema de seguridad y cómo se ve este desde la publicidad, en lugar de atender las necesidades reales de la población.
“No se está escuchando a la población, si escuchamos a las mujeres, a las juventudes, les interesa que se garantice su derecho a la vida, a la salud, a la educación. El gobierno debe escuchar a la ciudadanía, no a las redes sociales. No se trata de lo que se vea publicitariamente, sino de entender las realidades concretas que les preocupa a la población”.