¡Que se vayan!

febrero 21, 2022

10 min

¡Que se vayan! ¡Que se vayan! ¡Que se vayan! Esos eran los gritos y los cantos al inicio de las protestas en el 2018. Éramos tan ambiciosxs en esos momentos. ¡Que se vaya la corrupción! ¡Que se vaya la impunidad! ¡Que se vaya la violencia! ¡Que se vaya el machismo! Esas eran las nuevas protestas de una matria libre para vivir. Esas fueron las frases de una nueva era que iluminaría la vida. Los espirales de luz que iban corriendo en la piel. Esos fueron los meses en que el cambio parecía tan cercano como inevitable. Sin embargo, son gritos y cantos que parecen tan lejanos ahora. En estos momentos que seguimos dando pasos inciertos, pero, como dice la canción, vamos cantando. 

No tanto por los tres años transcurridos desde abril 2018, o por la distancia que me impone el exilio, ya de dos años y contando. Se miran tan lejanos esos cantos sobre todo ahora, luego de la toma de posesión de Daniel Ortega el pasado enero y, sobre todo, después de que el gobierno ha tomado posesión de la Universidad Politécnica (UPOLI) – entre otras – y le ha clausurado la personería jurídica. Esa universidad que resistió los embates de la policía y de los paramilitares, hasta el punto que el gobierno pensó que producían armas de destrucción masiva en una de sus aulas. Ese era el grado de miedo que sentía el gobierno de estos  jóvenes. Así de masiva se siente la derrota al ver que las universidades finalmente fueron tomadas. No por lxs estudiantes, sino por los paramilitares y la pareja presidencial. ¡Que se vayan! Y volvieron los  Or-Mu con venganza para tomarlo todo. Mucho me pesa en la cabeza la memoria de los edificios confiscados a Confidencial y 100% Noticias, los cuales fueron cubiertos de rosado chicha, entre otras algarabías que ya conocemos muy bien. Ese acto de roza y quema pintado con el espectro viciado de Sandino es lo que les espera a las universidades. Esa frase esperpéntica de “Seguimos en victorias” sobre edificios tomados, presxs políticxs y los cuerpos de lxs estudiantes.

¡Que se vaya la impunidad! Y las cárceles ahora se llenaron de presxs políticxs, cuya valentía reproducimos en sus videos testimoniales antes de ser atrapadxs. Videos en los que Dora María Téllez o Ana Margarita Vijil  nos prometían que era solo un paso más hacia la libertad. En febrero se reportaron sus condenas a 10 y 15 años de cárcel. En resumen, ahora cada día esperamos que cierren otra universidad y que encarcelen a otra persona.  

¡Que se vaya la corrupción! Pero la única esperanza en el horizonte son las súplicas de un COSEP desvirtuado para volver a establecer un supuesto diálogo. Diálogo para volver a hacer plata, para reactivar la economía. Esa tal llamada “producción” que tanto le gusta decir a lxs empresarixs. Solo que la única producción a la que son buenos es el ensamblaje de pactos con la dictadura de turno. Sí, esxs son lxs mismxs empresarixs que pactaron con Somoza, con Alemán y con Ortega.

Con todo este lenguaje inclusivo que utilizo en estas palabras solo nxs incluyo a todxs en la derrota. ¡Que se vayan! Pero a mí lo que se me va es la vida. La vida lejos de casa. Esta vida dislocada entre vivir en un país donde todo está bien, solo deseando regresar a un país donde todo está mal. A veces se siente como regresar con una pareja abusiva. Como un deseo de muerte disfrazado de amor por la matria. Como ese amor que predica Rosario a punta de muerte y represión. Como ese amor que recibió Zoilamérica, sobre cuyo cuerpo violado pactaron Alemán y Ortega. Mientras, María Fernanda Alemán, Edwin Castro, Coronel Kautz, Bayardo Arce, diputadxs del PLC, diputadxs sandinistas, en fin… todxs nosotrxs que vivimos en esos años: lo observamos. A veces. No sé.  Dudo que seamos distintxs. 

Cada unx de lxs nicas que llegamos a estas tierras lejanas nos preguntamos cuál fue el impulso que seguimos para irnos, en vez de ir a El Carmen a pedir la renuncia de ese bola de asesinxs y violadorxs. ¿Por qué nuestros pasos siguieron el llamado del frío y la oscuridad del desarrollo? Todavía es difícil discernir el instinto que se activó ante esta crisis. Más de cien mil nicaragüenses salieron. El año pasado se registró un aumento récord de las remesas. Una alegría siniestra o una triste victoria. Qué es la vida en estos momentos, sino la vida de éxitos de nicas en el exterior que cargan con la mayor de todas sus derrotas. Vamos ya. Caminemos juntxs a derrumbar a la dictadura. Shantall Lacayo ganó Project Runway. “Orgullo nicaragüense”. Mientras, el alma se va.

Somos una generación a la cual, una vez tras otra vez, nos han robado las más grandes reivindicaciones sociales de nuestra época. El 10 de mayo condenaron a Efraín Ríos Montt en Guatemala por genocidio y crímenes de lesa humanidad, solo para que lo liberaran el 20 de mayo. “Aquí no pasó nada”, todavía dice la gente en Guatemala. Berta Cáceres ganó en 2015 el premio Goldman por sus luchas en aras de defender los derechos a la tierra del pueblo Lenca. Un año después murió asesinada por sicarios y lxs autorxs intelectuales de su asesinato siguen libres.

De estas y muchas cosas más hablamos lxs nicas en la solidaridad internacional. Entre reuniones, en las cuales cada vez nos cuesta más decir o proponer qué vamos a hacer. Traducimos las notas de Mónica Baltodano sobre Hugo Torres y Dora María Téllez. Sus testimonios de vida logran ese extraño efecto. Vuelven alegría y llanto. Vemos el video de Ana Margarita cuando las cosas se ponen difíciles y, aún con la indignación, el cuerpo se vuelve liviano porque sentimos que la estamos acompañando. Y ella, junto con todxs los nicas incluidos en esta lucha, nos acompaña en cada paso que damos, si bien algunxs nxs alejamos. 

¡Que se vayan! Pero nos fuimos nosotrxs. Eso sí, nos fuimos cantando. Ahora nos toca pensar cómo vamos a regresar. Esa es la única esperanza para que la vida no se nos vaya lejos de casa. Como dice Maffe en la canción, “la vida te lo cobra, pero es mía (nuestra) la venganza, sigo caminando, aunque sea descalza”. 

Estas líneas están inspiradas en hechos recientes y en la canción “Espirales de luz” de Gaby Baca y Maffe Carrero.