Ser joven no es tan bueno como parece
febrero 8, 2022
11 min
La juventud está de moda, así lo anuncian las redes sociales, los medios de comunicación, la publicidad y hasta la música. En Nicaragua después del estallido del 2018 la palabra joven se ligó de manera inmediata con rebeldía, un mejor futuro y cambio social, curiosamente antes de esa fecha el ser joven estaba asociado con todo lo contrario y en los medios tradicionales se publicaban artículos que hablaban de la apatía de los jóvenes frente a la política y el inminente proyecto dictatorial de Daniel Ortega. Y así fue como ser joven se convirtió en una especie de atributo que dice mucho y muy poco a la vez. De manera simultánea puede ser una virtud de representatividad, un sinónimo de cambio, un asunto asociado a la inmadurez y un enorme nicho de mercado. Pero al ser joven desde la pobreza y la periferia hay que sumarle la enorme vulnerabilidad que supone pertenecer a un país que se cae a pedazos.
Para comenzar la discusión es necesario aclarar que la juventud no siempre existió como hoy la conocemos, es una invención moderna y como toda construcción social no está exenta de contradicciones. En el pasado, no había mayores matices entre la transición de ser un niño a convertirse en una persona adulta, en parte porque la esperanza de vida era muy corta debido a la ausencia de la medicina moderna, la falta de higiene y las constantes guerras. Por ejemplo, a finales del siglo XVIII en la Ciudad de México 1, la esperanza de vida era de 25 años para las mujeres y de 28 años para los hombres debido a las altas tasas de mortalidad infantil y adulta.
La idea de juventud es una invención de la posguerra del siglo XX, cuando la esperanza de vida aumentó drásticamente y comenzaron a ganar espacio los discursos sobre derechos humanos y de la niñez. Fue así como iniciaron las reflexiones sobre la adolescencia, la juventud y la necesidad de crear cortes especializadas que apostaran por la rehabilitación y no por el castigo de estos grupos 2.
Las industrias culturales colocaron a los jóvenes en el centro de sus apuestas de mercado. La música, el cine, la moda, todos estos elementos se volcaron frente a un sector ansioso de diferenciarse del mundo de los adultos. El avance de la tecnología y la conectividad impulsó el crecimiento astronómico de estas producciones. Por ejemplo, la industria textil es la segunda más contaminante después de la petrolera y el fast-fashion tiene una gran responsabilidad en este asunto. La forma en que funciona la moda ha cambiado en las últimas décadas, buena parte de esta moda rápida está dirigida a los jóvenes y estas empresas han encontrado en este sector una gran oportunidad de mercado.
La emergencia de la juventud como concepto también plantea retos sobre cómo debe comprenderse esta idea. ¿Es suficiente restringir este fenómeno a elementos biológicos relacionados con la edad? Sin duda esta acotación es insuficiente para explicar la complejidad sobre lo que se considera joven entre distintas culturas y clases sociales. Mientras en contextos de pobreza una persona puede ser adulta a los 17 años como para encargarse de trabajar y llevar dinero a la familia, en otras realidades esa misma persona apenas estará terminando el bachillerato y considerando ingresar a la universidad. Qué es normal o no en la juventud es muy difícil de definir considerando que hace apenas un siglo a los 20 años la gran mayoría de personas no tenían mucho espacio para pensar en el amor, una carrera universitaria o la posibilidad de una vida sin hijos.
Más que virtudes el ser joven significa problemas específicos ligados a nuestra realidad histórica. Parece ser más bien una etapa de decisiones cruciales que podrían definir el resto de nuestras vidas, pero de nuevo, la posibilidad de tomar ciertas decisiones se encuentra mediada por las oportunidades económicas y sociales con las que cuente cada uno. Como punto de partida hablamos de un juego muy desigual y esa misma desigualdad no hará otra cosa que agudizarse a medida que pasen los años. En América Latina un 37% de los adolescentes abandonará la escuela a causa de la violencia, la pobreza y el embarazo a temprana edad 3. En Nicaragua, el 84% de las adolescentes embarazadas no asiste a la escuela 4 y nuestro país es uno de los que tienen los índices más altos de embarazos adolescentes (85 por cada mil)5. La falta de estudios superiores destina a millones de jóvenes a la precariedad laboral, según la Organización Internacional del Trabajo en promedio solo 4 de 10 jóvenes sin educación superior podrán acceder a empleos no vulnerables.
Los jóvenes de la actualidad se enfrentan a retos distintos a las generaciones que los precedieron. Aunque existen problemáticas que atraviesan a jóvenes de todo el mundo como los problemas relacionados al trabajo, la familia o las expectativas de progreso, la vida desde las periferias plantea aún más dificultades que evidencian la desigualdad global y la particular vulnerabilidad de este grupo.
Más educados y conectados, pero el mundo del trabajo no marcha al mismo ritmo
La globalización trajo consigo no solo la hiperconectividad, sino que transformó la idea de vivir y actuar bajo los estados nacionales y sus respectivas sociedades, si bien nos volvimos más cosmopolitas desde nuestras computadoras la realidad es que nuestros Estados parecen cada vez menos capaces de mantener sus propias instituciones destinadas a brindarle seguridad a los ciudadanos.
La neoliberalización de nuestros países que comenzó a finales del siglo XX planteó no estar en contraposición a los ideales de la democracia, pero después de varias décadas este modelo ha generado sus propios monstruos y contradicciones democráticas. El neoliberalismo ha pasmado hasta a los propios liberales que no saben cómo responder frente a los atropellos de las grandes corporaciones trasnacionales sobre los derechos de los usuarios y los trabajadores precarizados. Frente a la debilidad del Estado y los derechos sociales, lo que entendemos por democracia tradicional parece estar siendo cuestionado por los propios ciudadanos que no encuentran una mejoría real en su forma de vida en las últimas décadas. La idea de democracia suena vacía frente a la facilidad con que los caudillos de turno pueden hacer uso de las instituciones para legitimar el saqueo y el autoritarismo.
Néstor García Canclini 6 habla de una “desdemocratización” de la sociedad que explicaría el surgimiento de fenómenos como Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos o Vox en España. Según la encuesta de Latinobarómetro del año 2018, en promedio el apoyo a las democracias en América Latina no llega al 50%, una cifra inferior a la de 1995 donde el 64% de los encuestados consideraban que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”. En medio de ese desgaste surgen figuras como Nayib Bukele que dándole un manotazo a los políticos tradicionales ha cimentado su proyecto autoritario en un tiempo récord y con gran apoyo popular.
Ante un panorama lleno de incertidumbres económicas, políticas y el debilitamiento de los derechos sociales, los jóvenes se han visto obligados a crear formas de autoempleo que los presionan a adquirir una serie de habilidades diversas que les permitan complementar sus ingresos. Canclini menciona que la versatilidad es un rasgo clave de la existencia joven, y aunque algunos lo consideren una virtud no necesariamente es así para todos:
[…] donde los economistas veían mayor libertad de los emprendedores gracias al autoempleo, los antropólogos hallamos precariedad y la ansiosa autoexplotación de trabajadores que no saben cuánto va a durar lo que hoy hacen y cuál va a ser su próxima ocupación; donde los empresarios y gobernantes encontraban emoción e intensidad en el uso del tiempo de los trabajadores independientes, su vida diaria revela pérdida de derechos laborales, nuevas discriminaciones de género y étnicas. (p.67)
La situación de los jóvenes es paradójica debido a que pese a que poseen mayores logros educativos que sus padres es menor la probabilidad de que accedan al empleo formal y que consigan bienes más valiosos como una casa, entonces no queda más que conformarse con una PC, un nuevo celular, un par de suscripciones a plataformas de streaming y llegar a los 30 años compartiendo casa o apartamento con otras personas para pagar el alquiler. Todas estas contradicciones son a su vez las contradicciones que deben enfrentar los jóvenes que se encuentran en las etapas más “productivas” de sus vidas. No hay mercado que acoja toda esta fuerza laboral, peor en economías como la nicaragüense donde la mano de obra barata y sin mayor conocimiento especializado es el principal atractivo de un país que se oferta de brazos abiertos a las maquilas.
En las últimas décadas se habla de cómo América Latina y particularmente Centroamérica está atravesando un profundo cambio en la distribución de su población conocido popularmente como “bono demográfico” esto significa que hay una creciente población en edad laboral al mismo tiempo que sucede una disminución relativa de los grupos de población en edades dependientes como son los ancianos y los niños. Se habla de este fenómeno poblacional como una oportunidad económica para los países siempre y cuando se generen suficientes trabajos que acojan a esta joven población en edad productiva, pero como lo demuestra la evidencia, esto no está sucediendo en los países centroamericanos que se han convertido en países expulsores de sus poblaciones. El bono demográfico fácilmente puede convertirse en una “pesadilla demográfica” ante las condiciones de pobreza, mercados laborales precarios, falta de oportunidades educativas y la violencia.
Según las Estadísticas de Centroamérica se estima que para el 2060 la población en edad avanzada, es decir mayor de 65 años triplicará a la población infantil menor de 15 años. Esa nueva etapa supone un gran desafío económico y social para la región especialmente en temas relacionados a la disponibilidad de la fuerza de trabajo para lograr un crecimiento económico además de la presión que se ejerza sobre el sistema de salud y las pensiones debido al envejecimiento de la población. Con estos datos el futuro no parece ser muy prometedor para los jóvenes de la actualidad que no encuentran empleos de calidad y por ende se les dificulta más inscribirse en el sistema de pensiones.
En los años 80 Centroamérica fue uno de los escenarios de la guerra fría, los conflictos armados dejaron miles de muertos en cada territorio. Nicaragua es un país donde las cifras casi no existen, solo existen los aproximados y las suposiciones, pero aún así, se estima que la cantidad de personas fallecidas durante el conflicto armado va de 30 mil hasta a 90 mil, eso sin incluir el número de personas refugiadas. Estamos hablando de una población en su mayoría joven que debió vivir uno de los episodios más sangrientos de nuestra historia reciente, ahora, 40 años después quienes nacimos en relativa “paz” nos enfrentamos a una realidad que, aunque no nos invita a las armas, nos sugiere el exilio como la mejor manera de sobrevivir frente a la desesperanza.
Notas
[1] Márquez Morfín, Lourdes, & Hernández Espinoza, Patricia Olga. (2016). La esperanza de vida en la ciudad de México (siglos XVI al XIX). https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i96.1404
[2] Reguillo Cruz, Rossana (2000). Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto
[3] Espíndola, E & León, A (2002) La deserción escolar en América Latina.
[4] Fondo de Población de las Naciones Unidas (2020) Consecuencias socioeconómicas del embarazo en la adolescencia en seis países de América Latina y el Caribe. https://lac.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/unfpa_consecuencias_en_6_paises_espanol_1.pdf
[5] Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (2016) Embarazo adolescente en Nicaragua. https://funides.com/wp-content/uploads/2019/09/Causas_y_consecuencias_del_embarazo_adolescente_en_Nicaragua_Octubre_2016.pdf
[6] García, N. (2019). Ciudadanos reemplazados por algoritmos. https://editorial.udg.mx/gpd-ciudadanos-reemplazados-por-algoritmos.html