A tres años de iniciadas las protestas de abril, una pregunta circula en el aire: ¿Valió la pena todo? Sabemos que es una pregunta que surge desde el duelo, desde el profundo dolor de quienes perdieron a sus familiares, sus vínculos, sus trabajos; es el cuestionamiento que se hacen quienes debieron exiliarse, quienes vivieron con angustia y esperanza aquellos días de protesta, todo eso para ahora ser espectadores del circo electoral donde la clase política y el empresariado se disputan migajas de poder como grandes victorias.
Entonces ¿Valió la pena? Por desgracia, para eso no tenemos una respuesta, pero sí una invitación a reflexionar: ¿Qué tiene que suceder para que la muerte valga la pena? Nosotros no queremos pensar en la vida de quienes ya no están como prendas de intercambio, como cuotas de sacrificio para obtener la libertad. Una certeza tenemos, quienes ya no están no debieron irse. Franco Valdivia debería seguir cantando en las calles de Estelí, Álvaro hoy sería un muchacho de 18 años recién ingresado a la universidad, Reyneia Lima viajaría a Brasil para visitar a su madre que la espera en casa, con los brazos abiertos. Nos duelen las vidas arrebatadas, y desde el dolor hemos decidido actuar, porque estar del lado de las familias, de quienes sufren la opresión, de quienes buscan la justicia, de quienes resisten ante el olvido, siempre valdrá la pena.
El espíritu de las protestas de abril va más allá de las agendas electoreras y de la posible salida del dictador, nuestro compromiso es con la dignidad y con la transformación de un sistema que sigue cobrando la vida de cientos de personas, que sigue condenando a la pobreza, la exclusión y la migración a quienes buscan salir de la miseria, mientras unos cuantos amasan millones.
“Nadie podrá arrebatarnos la memoria, la certeza de lo justo y lo urgente de nuestra causa”
Nuestro lugar es con las familias de las víctimas porque su dolor también es nuestro, nadie podrá arrebatarnos la memoria, la certeza de lo justo y lo urgente de nuestra causa. Abril nos enseñó que la búsqueda de un mundo más justo es un compromiso de muy largo plazo, es una invitación a cuestionar el poder y la opresión. “Patria libre y vivir” era una de las consignas que inundaron las calles en aquellas fechas, abril nos enseñó a luchar por la vida y a luchar para vivir con dignidad.