Posibles impactos en un escenario de ruptura del DR-Cafta

Maldito País

febrero 21, 2025

Independientemente de si el acuerdo continúa, se congela o no, los movimientos sociales deben tener claro que la responsabilidad principal recae en Ortega, quien ha sido cómplice en el establecimiento de un modelo de acumulación por desposesión.

Después de aproximadamente 17 años de la implementación del TLC, también conocido como DR-CAFTA, Nicaragua -al igual que el resto de Centroamérica-, ha estructurado toda su organización socioeconómica en torno a este acuerdo. Por lo tanto, una ruptura tendría inevitablemente un impacto social y económico negativo, agravando aún más las condiciones de vida de la población empobrecida y endureciendo la vida bajo una dictadura. Esto afectaría especialmente a los sectores directamente vinculados, como la mano de obra barata en las maquilas, los mataderos, y los sectores agrícolas que abastecen a las multinacionales de la alimentación, así como a los corredores logísticos. Aunque estas áreas operan en condiciones precarias, son precisamente lo que Ortega describe como «ventajas competitivas» y lo que buscan las transnacionales, por lo que una ruptura las golpearía duramente.

Nicaragua sigue dependiendo significativamente de su integración en el área de libre comercio (TLCAN/TLC/ADA). Según el SPIEX, los principales destinos de sus exportaciones son Estados Unidos, con un 49.1%, Centroamérica con un 17.7%, Canadá con un 5.7%, la Unión Europea (UE-27) con un 5.0% y el Reino Unido con un 0.8%. En cuanto a los principales orígenes de sus importaciones, estos son Centroamérica con un 27.5%, Estados Unidos con un 24.8%, China con un 12.7%, México con un 9.4%, la UE-27 con un 4.8%, e India con un 3.4%.

Según el SPIEX 1 , la Inversión Extranjera Directa (IED) en 2023 fue de 2,534 millones de dólares. En el informe del primer semestre de 2024 del Banco Central 2 , se detalla que el flujo neto de IED, según el país de origen, muestra que los flujos procedentes de Panamá totalizaron 179.3 millones de dólares, representando el 22.1% del total, concentrándose principalmente en los sectores financiero, industrial y energético. La IED neta proveniente de Estados Unidos fue de 170.8 millones de dólares, equivalente al 21.1% del total, dirigida principalmente a los sectores industrial, energético y de comercio y servicios.

España contribuyó con flujos netos de 71.7 millones de dólares (8.8% del total), destinados principalmente al sector pesquero. México aportó 42.8 millones de dólares (5.3% del total), enfocados en los sectores de comunicaciones, comercio e industria. Desde Costa Rica ingresaron 39.2 millones de dólares (4.8% del total), orientados principalmente a los sectores de comercio, industria y minería. La IED procedente de Honduras sumó 33.6 millones de dólares (4.1% del total), concentrándose en los sectores de pesca e industria. Barbados registró una IED neta de 32.0 millones de dólares (3.9% del total), principalmente en el sector minero, entre otros.

Estos datos como otros indican que Nicaragua tiene una fuerte dependencia económica de su integración en el área de libre comercio, especialmente con Estados Unidos y Centroamérica. La mayoría de sus exportaciones se dirigen a estos mercados, lo que sugiere que cualquier cambio en las relaciones comerciales con estos países podría tener un impacto significativo en la economía nicaragüense.

En cuanto a las importaciones, Nicaragua también depende en gran medida de Centroamérica y Estados Unidos. China, aunque comienza a tener una presencia en las importaciones, en el balance exportaciones e importaciones, no alcanza los niveles del área de libre comercio.

Como explicamos anteriormente, no podemos analizar los TLC de manera aislada, ya que forman parte de un proyecto globalizador que ha definido, organizado y articulado una región que abarca desde Norteamérica hasta Centroamérica. Además, es importante entender que, más allá de los cuatro países centroamericanos por separado, el TLC nos integra a todos en una sola subregión para que sea rentable. Dado el grado de articulación y encadenamiento de las cadenas de producción, distribución y almacenamiento, así como los corredores logísticos, que están cuidadosamente engranados y planificados para satisfacer al mercado estadounidense, es probable que cualquier alteración en esta ruta desequilibre la subregión del TLC. 

Por lo tanto, la propuesta de congelar el TLC con Nicaragua, para que sea efectiva, pasa por considerar varios aspectos:

  • Posibles consecuencias que provoquen desestabilizar las economías vecinas y las relaciones comerciales.

     

  • La interrupción de las cadenas productivas de bienes y servicios y los corredores logísticos y su afectación a la eficiencia y rentabilidad de las operaciones en toda la subregión.

     

  • Las consecuencias significativas para las economías locales, especialmente en sectores que dependen en gran medida del comercio con Estados Unidos.

     

  • El tipo de coordinación de los otros países centroamericanos con Estados Unidos para minimizar los impactos.

En este contexto, lo que sucede en Nicaragua desestabiliza la organización geopolítica del mercado. Ortega, consciente de esto, ha seguido moviendo fichas para mantener un margen de negociación, mientras perpetúa el modelo vigente con políticas extractivas de los bienes comunes y el manejo de la deuda externa. Hasta ahora, Estados Unidos ha buscado una solución que estabilice el modelo sin dañarlo. Por eso, se resisten a tocar el ADA o el TLC.

La presión se ha centrado en llevar a Ortega a la negociación y a las elecciones, incluso si eso implica conceder impunidad. Hasta ahora eso le ha dado un margen a Ortega-Murillo, ya que saben que no pueden ser golpeados sin afectar al modelo en su conjunto. Como expresó claramente Arturo Cruz, «hay que salvar el CAFTA«, lo que refleja que, para los defensores del gran capital, la democracia, la justicia y la libertad son cuestiones secundarias. No se trata de una preocupación por la población, sino de preservar el proyecto de acumulación por desposesión en Centroamérica, establecido e implementado a través del TLC y el ADA.

También es cierto que, tras múltiples negociaciones orientadas hacia un aterrizaje suave, que incluían salidas que garantizaban impunidad, Ortega ha ido incumpliendo sus acuerdos, agotando así su margen de negociación. Por ello, su apuesta por la represión ha sido total, buscando demostrar que mantiene el control del territorio. Sin embargo, esta estrategia no es sostenible a largo plazo, ni siquiera para el propio régimen.

La dictadura nicaragüense ha estado trabajando en un plan alternativo por si se da el escenario de ruptura o congelamiento. El ALBA, en última instancia, fue privatizado por la familia Ortega y su círculo empresarial, agotándose debido a sus prácticas neopatrimonialistas. Rusia no ha proporcionado la financiación que el régimen esperaba, limitándose a ofrecer apoyo político y asesoría militar, motivado principalmente por su interés en utilizar a Nicaragua como un peón en la disputa interimperialista con Estados Unidos. China, por su parte, aún no ha alcanzado la importancia que tenía Taiwán, que fue un financiador clave hasta en los momentos en que la represión se intensificó. Ortega ha intentado atraer a China con una serie de concesiones para el extractivismo, pero no ha logrado que apuesten decididamente por su régimen.

Entre estas ofertas se encuentra la firma de un TLC, en la misma lógica que los otros tratados. Después de que China mostrara poco entusiasmo por proyectos con nombres rimbombantes como “Cosecha Temprana”, dejó claro que su interés principal radica en un TLC que garantice protección jurídica a sus inversiones, como lo haría cualquier país capitalista.

Este TLC, al igual que los anteriores, perpetúa una lógica extractivista y neoliberal, dejando a Nicaragua doblemente subordinada a las necesidades de las metrópolis imperiales de ambos bloques geopolíticos. China mantiene cierta cautela, ya que no considera a Ortega un aliado estable, a diferencia de otros en la región con quienes ha establecido relaciones más significativas. Como resultado, Ortega se ve cada vez más obligado a mejorar su oferta entreguista a China.

En cualquier caso, Ortega no ha mostrado intención de romper con el TLC. Aunque se ha visto en la necesidad de buscar alternativas, no ha podido avanzar al ritmo que desearía. En este contexto, es probable que Estados Unidos busque forzar de nuevo a Ortega negociar, en aras de conseguir cierta estabilidad en el área de libre comercio, buscando un acuerdo que traiga elecciones y se desestime las relaciones con China.

Desde los movimientos sociales

Independientemente de si el TLC continúa, se congela o no, los movimientos sociales deben tener claro que la responsabilidad principal recae en Ortega, quien ha sido cómplice en el establecimiento de un modelo de acumulación por desposesión. En su defensa, ha desarticulado cualquier intento de resistencia y construcción de alternativas en sindicatos, gremios y colectivos sociales, reprimiendo a las comunidades campesinas e indígenas. Ha favorecido un modelo de desigualdad, asegurando la concentración de la riqueza, flexibilizando leyes para facilitar el ecocidio, las concesiones y la usurpación de bienes comunes, y promoviendo la precariedad laboral bajo el pretexto de «ventajas competitivas«. Todo esto ha sido en detrimento de un modelo basado en la justicia social, los derechos laborales y humanos, el respeto a la naturaleza, la soberanía alimentaria y los derechos colectivos.

Es fundamental seguir apostando por un modelo agroecológico y de justicia social, sostenido sobre políticas públicas estructurales, no asistencialistas ni de parcheo. Este modelo debe poner a disposición los recursos necesarios para la agricultura indígena, familiar, asociativa y comunitaria. Además, es crucial abordar los privilegios de los que han gozado las empresas de agronegocios vinculadas a los círculos de Ortega, así como el grupo Pellas, el COSEP, la AMCHAM y otros grupos empresariales y clanes familiares que se han beneficiado de políticas que han favorecido la concentración de la riqueza.

Es urgente replantear las políticas actuales para evitar que Centroamérica continúe siendo un territorio en venta, junto con sus personas, cultura y ecosistemas. Es imperativo construir una propuesta de transformación que ofrezca soluciones emancipatorias, centradas en la defensa del territorio, tal como lo han concebido los movimientos sociales indígenas en el continente. Una propuesta que debe garantizar que los derechos humanos, la ecología, la equidad, la igualdad y la dignidad humana estén en el centro de todas las políticas sociales, económicas y culturales. Además, es crucial rescatar y fortalecer los proyectos e iniciativas que ya existen en los territorios y que pueden guiar hacia una verdadera transformación social en Nicaragua, pero que actualmente están subordinados, reprimidos y perseguidos por el orteguismo y menospreciados por las élites económicas nicaragüenses.

Para lograr todo esto, es fundamental derrocar a la dictadura, teniendo en cuenta que, incluso después, enfrentaremos años de disputa con sectores que buscan continuar con el modelo de acumulación por desposesión, donde los privilegios de las élites y las transnacionales están en el centro. Sin embargo, es esencial restablecer condiciones que pongan fin a la represión, permitiendo así la reconstrucción de un movimiento social que impulse esta agenda transformadora.

Notas

1. https://www.spiex.gob.ni/es/por-que-nicaragua

2. https://www.bcn.gob.ni/publicaciones/evoluci%C3%B3n-de-la-inversi%C3%B3n-extranjera-directa-en-nicaragua-i-semestre-2024