El capitalismo existe, pero: ¡aquí estamos las mujeres!

Maldito País

marzo 10, 2025

Es cierto que el capitalismo existe, pero las demandas individuales y colectivas y en diferentes puntos del país, recuerdan que, a lo largo de vida, resisten voces de mujeres que históricamente se han visto enfrentadas a todas las formas de violencia, a la racialización, a la desigualdad y a distintas formas de opresión, y aun así existen y sobresalen.

En los debates actuales sobre el modelo capitalista, Nancy Fraser afirma que ya no estamos estrictamente ante un tipo de economía sino ante un tipo de sociedad. Y concretamente, “una sociedad que autoriza a una economía oficialmente designada a acumular valor monetizado para sus inversionistas y propietarios, a la vez que devora la riqueza no económica del resto de los individuos”.

Y es verdad, el capitalismo ha jugado en 4 frentes complejos cuando se concibe como un orden social institucionalizado al separar, por ejemplo, a la producción económica y reproducción social que refuerza los estereotipos de género que fundamenta las relaciones de dominación. También a la economía respecto de la organización política, dejando fuera las agendas políticas de los sectores organizados y comunitarios. 

Otro frente, es la separación ontológica de lo humano y no humano que convierte en mercancía aquello sobre lo cual el humano cree tener control y poder. Y, la división entre la explotación y expropiación que coloca en discusión la “libertad” de la clase trabajadora con el sometimiento no reconocido de los sujetos racializados.

Al final, estas dinámicas establecidas como lo que es y debería ser el mundo, exacerban los límites de acumulación en los territorios, y por ende, en países situados a la periferia de la economía mundial. Justamente en ese límite, están las mujeres. Y hoy, asistiendo a otro 8M, día internacional de la mujer, es verdad que este modelo existe, pero también las mujeres. Y aquí trato de esbozar la ternura, demanda y resistencia, de algunas de ellas, en Honduras. 

Y es que no es nuevo que en Honduras el modelo extractivo ha permeado la mayoría de los territorios a nivel nacional y en cada una de sus modalidades, ha derivado en criminalización, estigmatización, judicialización y asesinato de defensores y defensoras. La Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, publicó en el 2024 su informe: “Rebeldes y persistentes, informe realidad de las defensoras en Honduras”, y parte de sus hallazgos es que entre 2016 y 2023 se han registrado 27 asesinatos de defensoras. En 2023 se documentaron 2.687 agresiones, lo que representa un incremento del 125% respecto a las 1.195 agresiones registradas en 2022.  

De estas agresiones, el 81.5% fueron de carácter colectivo (por ejemplo, durante desalojos, movilizaciones, plantones y campañas de desprestigio). El 15% correspondieron a agresiones dirigidas a defensoras de manera individual. El 10% de las agresiones consistieron en amenazas, mayormente amenazas de muerte, comunicadas de forma directa o mediante mensajes y rumores. Y un 6% se refieren a prácticas de vigilancia y acecho, realizadas en domicilios o espacios de lucha.

Aún en ese contexto de violencia, las defensoras asisten a la defensa territorial. Por ejemplo, Adalinda Gutiérrez, lideresa en el departamento de La Paz, integrante de la Unión de Trabajadores del Campo, La Paz (UTC), de la Red de Mujeres contra la Violencia de Marcala y de la Red Nacional de Defensoras de Derechos en Honduras. En el año 2024, recibió el reconocimiento «Margarita Murillo» otorgado por el Foro de Mujeres por la Vida. El posicionamiento y demanda de Adalinda, ha sido importante en diferentes espacios demandando un alto a la violencia contra las mujeres, exige la protección de las tierras y territorios ancestrales, así como el respeto a los bienes comunes de la naturaleza. Y ha sido reiterativa, en la reducción de la impunidad en el caso de asesinato de defensores y defensoras. 

Tomasa Peralta, coordinadora del Movimiento Ambientalista Social del Sur por la Vida (MASSVIDA) en los departamentos de Choluteca y Valle. Su acción territorial se enmarca en una lucha por los derechos de comunidades afectadas por proyectos de generación de energía o monocultivo que vulneran la vida y el medio ambiente. Desde su espacio político, plantea alternativas de vida y desarrollo sostenible, basadas en la protección de la tierra. Ella ha sido reiterativa en la necesidad de dar visibilidad a las demandas de las comunidades rurales, generando espacios de diálogo y solidaridad con otros movimientos sociales que comparten objetivos similares.

Adilia Castro, defensora de los derechos humanos e integrante del Comité Municipal en Defensa de los Bienes Comunes y Públicos de Tocoa, en el departamento de Colón. Dentro de las facetas de organización política, Adilia ha sido reiterativa en el fortalecimiento de la participación ciudadana y en la defensa de la propiedad colectiva de la comunidad. Es una voz crítica frente a políticas que amenazan los bienes comunes, corrupción y denuncia de estructuras criminales que operan en confabulación con los intereses de las empresas extractivas. Pero también, demanda justicia para los campesinos y campesinas, defensores y defensoras de la Naturaleza, quienes han sido asesinados en el contexto de defensa territorial.

A estas mujeres, las he visto, hablado con ellas y las escucho en cualquier espacio. Al hablar de la coherencia frente a un modelo depredador, solamente podría figurar y dibujar los rostros de estas mujeres, llenas de historias, risas y lágrimas. Es cierto que el capitalismo existe, pero las demandas individuales y colectivas y en diferentes puntos del país, recuerdan que, a lo largo de vida, resisten voces de mujeres que históricamente se han visto enfrentadas a todas las formas de violencia, a la racialización, a la desigualdad y a distintas formas de opresión, y aun así existen y sobresalen. 

Otro día internacional de la mujer, recordemos las razones que sostienen la vida y la Naturaleza.