Organizaciones opositoras de Nicaragua felicitan a Trump y su gabinete: muestra de mentalidad subordinada  y colonial

Maldito País

noviembre 18, 2024

Esta mentalidad subordinada deja de lado la agenda y la agencia de nuestro propio pueblo, olvidando que las respuestas no se encuentran en Washington ni en Bruselas, sino en los barrios de Managua, en Waspam, en León, en las Segovias y en las comunidades históricamente excluidas.

En los pronunciamientos de felicitación de algunas organizaciones de oposición nicaragüenses hacia Trump, subyace la asunción de una condición de subalternidad propia del colonizado, expresada en un lenguaje que denota un complejo de inferioridad y dependencia.

Esta subalternidad no es un fenómeno nuevo, sino una marca histórica de las élites culturales, políticas y económicas del país. Ha sido un factor determinante en una historia nacional plagada de ocupaciones militares, golpes de Estado y dictaduras, que antecede incluso a la Guerra Fría. Desde la formación del «Estado Nacional», estas dinámicas han sido recurrentes.

A lo largo del tiempo, se ha recurrido a los imperios para resolver conflictos inter oligárquicos entre conservadores y liberales, convirtiendo el territorio en un campo de batalla para enfrentamientos geopolíticos, como los de la mal llamada Guerra Fría. Las élites, carentes de un verdadero proyecto de nación, han optado por clamar abiertamente por el tutelaje extranjero, asumiendo una condición de colonia.

Hoy en día, el orteguismo lo hace con Rusia y China, mientras que algunos de sus opositores recurren a Estados Unidos y Europa. En ambos casos, persiste la incapacidad de mirar hacia el interior del país. Este constante repliegue hacia la dependencia perpetúa la condición de inferioridad y entrega los intereses nacionales a los imperios.

Además, resulta absurdo agradecer a un Estado por cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos, ya que estas no son un favor, sino un deber. El problema además del destinatario de esos agradecimientos es la mentalidad subalterna que los motiva. Esta actitud oculta el doble rasero de las potencias imperialistas, quienes a menudo son cómplices, cuando no responsables directas, de la violencia política en el Sur Global. Estas potencias condenan únicamente la violencia de quienes no son sus aliados o subordinados, mientras protegen a quienes sí lo son.

Esta mentalidad subordinada deja de lado la agenda y la agencia de nuestro propio pueblo, olvidando que las respuestas no se encuentran en Washington ni en Bruselas, sino en los barrios de Managua, en Waspam, en León, en las Segovias y en las comunidades históricamente excluidas.

No existe un bloque internacional verdaderamente democrático, emancipador y comprometido con los derechos humanos, como lo demuestran sus prácticas. Continuar subordinados a estos imperios y sus intereses geopolíticos solo perpetúa un ciclo destructivo de guerras, expolio, dependencia y devastación. Solo nos ofrecen la disyuntiva de un Somoza o un Ortega.

Que renazca la dignidad de mirarnos hacia nosotras mismas y con horizonte sur.