Costa Rica ante el retorno de Trump

Maldito País

enero 24, 2025

La sociedad costarricense deberá preservar su identidad plural y valores democráticos en un panorama político cada vez más polarizado, tanto a nivel nacional como regional. El país se encuentra ante la delicada tarea de equilibrar sus intereses nacionales con las nuevas dinámicas geopolíticas impulsadas por el retorno de Trump al poder.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025 marca un punto de inflexión en la política global con serias implicaciones de alcance global y regional que, sin duda, afectarán a Costa Rica. Este cambio de época trae consigo una serie de desafíos, amenazas y oportunidades que este país deberá navegar cuidadosamente en los próximos años, abarcando dimensiones políticas, culturales, geopolíticas, sociales y económicas. A continuación, analizo algunos de estos elementos.

Impacto Geopolítico, Comercial y Diplomático

El retorno de Trump representa un giro en la política exterior estadounidense hacia América Latina. La designación de Marco Rubio como Secretario de Estado sugiere un endurecimiento de la postura hacia regímenes considerados autoritarios en la región, en particular Cuba, Venezuela y Nicaragua. Sin embargo, es posible que las relaciones con países con gobiernos progresistas como Colombia y Brasil, con fuertes vínculos económicos con China reciban presiones de la nueva administración norteamericana para debilitar esos vínculos. 

En el contexto de las relaciones internacionales de Costa Rica, la dinámica con China ha experimentado un enfriamiento importante, particularmente bajo el gobierno de Rodrigo Chaves. Esta tendencia se ha manifestado de manera más evidente en el sector de las telecomunicaciones, donde el ejecutivo costarricense ha implementado medidas controvertidas para limitar la participación de Huawei, la gigante tecnológica china, en la licitación de la red 5G del país.

Este distanciamiento de China evidencia un realineamiento de Costa Rica con las políticas de Estados Unidos, priorizando las relaciones con su socio comercial principal sobre los vínculos económicos con Beijing. Sin embargo, esta reorientación diplomática plantea interrogantes cruciales sobre el futuro económico de Costa Rica, especialmente en lo que respecta a las estrategias de nearshoring y friendshoring. Estas iniciativas estadounidenses, que buscan relocalizar cadenas de suministro en países aliados o cercanos geográficamente, representaban una oportunidad significativa para la economía costarricense.

La incertidumbre radica en cómo la nueva administración Trump manejará estas estrategias. Por un lado, el énfasis en «America First» podría limitar los beneficios para países como Costa Rica. Por otro, la necesidad de contar con aliados confiables en la región para contrarrestar la influencia china podría favorecer al país centroamericano. 

El gobierno de Trump podría retomar la línea proteccionista observada durante su primera administración, lo que se traduciría en una vigilancia más estricta de los acuerdos comerciales o incluso en la imposición de aranceles o condiciones más rigurosas para la importación de ciertos bienes. Esto podría generar incertidumbre en el sector exportador costarricense y afectar los flujos de inversión extranjera directa

Costa Rica se encuentra así en una encrucijada estratégica, buscando equilibrar su alineamiento con Estados Unidos y sus aspiraciones de beneficiarse de las nuevas tendencias en inversión y comercio global. El éxito de esta maniobra dependerá de la habilidad diplomática costarricense para negociar su posición en este cambiante y complejo escenario geopolítico, manteniendo cierta autonomía mientras se adapta a las nuevas realidades del comercio internacional y las relaciones de poder en el hemisferio.

Dimensión Cultural, Política y Social

Este es otro aspecto en el que es muy probable que la llegada de Trump tenga efectos en la región centroamericana y en Costa Rica. La afinidad entre los estilos políticos de Rodrigo Chaves y Donald Trump, caracterizados por elementos populistas y polarizadores, podría tener un efecto catalizador en la dinámica política costarricense. La retórica divisiva de Trump podría intensificar las tensiones sociales existentes en Costa Rica, particularmente en temas de inmigración y diversidad cultural. El país centroamericano se enfrenta ya al desafío de preservar su cohesión social y sus valores de inclusión en un entorno regional cada vez más polarizado y adverso. 

El nacionalismo económico, el discurso anti-inmigración, anti-institucional y anti-woke de Trump podrían tener un impacto cultural profundo, empoderando a sectores conservadores y ultraconservadores costarricenses. Estos grupos podrían sentirse validados por esta narrativa global, lo que podría llevarlos a adoptar posturas más radicales y confrontativas. 

Un aspecto a considerar en esta coyuntura, es que Costa Rica celebrará elecciones en febrero de 2026, apenas un año después del inicio del segundo mandato de Trump. Este calendario electoral hace previsible que la influencia de la retórica trumpista se incorpore al proceso político costarricense, exacerbando divisiones ideológicas y alterando el tono del debate electoral.

Es previsible un proceso electoral con candidatos y candidatas adoptando posturas más extremas para capitalizar el clima político polarizado, que incluirá el cuestionamiento constante a instituciones y poderes del Estado, característico tanto de Trump como de Chaves, orientado a movilizar y radicalizar sus bases y a erosionar la confianza en el sistema democrático. Con estas figuras, existe el riesgo de concentración de poder en el Ejecutivo y un debilitamiento de los contrapesos institucionales necesarios en una democracia.

En este mismo contexto, es también previsible un incremento de la hostilidad hacia la prensa crítica, común en ambos líderes, lo que puede potenciar las fake news,  a la vez que limita el acceso a información plural, basada en datos y objetiva para la ciudadanía, mientras que se fomenta la creación de medios y redes de influencers y troles afines al gobierno, generando un ecosistema informativo sesgado.

El desafío estratégico de Costa Rica

En este contexto, Costa Rica se enfrenta al desafío estratégico de mantener su apertura histórica hacia la inclusión frente a crecientes presiones internas y externas que favorecen políticas más restrictivas. La sociedad costarricense deberá preservar su identidad plural y valores democráticos en un panorama político cada vez más polarizado, tanto a nivel nacional como regional. El país se encuentra ante la delicada tarea de equilibrar sus intereses nacionales con las nuevas dinámicas geopolíticas impulsadas por el retorno de Trump al poder. Esto requerirá una hábil navegación diplomática para salvaguardar su autonomía y principios fundamentales, mientras se adapta a un entorno internacional más volátil y complejo.