El periodista más crítico de Guatemala está preso

Maldito País

septiembre 2, 2022

Gonzalo Montepeque

5 min

El 29 de agosto José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico, cumplió 30 días de estar detenido. Lo apresaron acusado de lavado de dinero, al mejor estilo del régimen de Daniel Ortega. Una justicia acomodada a los designios del presidente Alejandro Giammattei lo refundió en una bartolina donde le permiten ver el sol una hora al día. Con esto, envían un mensaje para atemorizar al resto de periodistas. 

Esta captura es celebrada por los grupos corruptos que ahora se enseñorean de nuevo en las galas oficiales. Zamora ha puesto el dedo en las heridas subterráneas del país, pues lleva tres décadas publicando notas sobre cómo la cúpula del ejército está inmersa en el narcotráfico -junto a las autoridades- para sostener un paraíso criminal donde los delincuentes son los únicos que pueden acceder a los altos puestos públicos. 

Zamora ha demostrado cómo funciona esta rueda sin final, lo que él bien llama “el laberinto perfecto” ya que está diseñado para no tener salida. Todos los gobiernos han sido parte de este engranaje podrido. 

Guatemala tuvo una luz, de 2015 a 2017, cuando la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) destapó casos sin precedentes dejando desnuda a la clase política y empresarial, los artífices de este entramado. Esto impulsó manifestaciones inéditas y generó una implosión que atrincheró a las élites, quienes fraguaron una estrategia de defensa para delimitar un enemigo interno (la CICIG) recostándose en el relato de la Guerra Fría donde acusaban de comunistas a los indeseables para justificar su eliminación. 

Se inventaron que la lucha contra la impunidad era comandada por la izquierda internacional liderada por la ONU -la CICIG era apoyada por las Naciones Unidas- y, al cooptar las instituciones con personas leales a los políticos mañosos, emprendieron una cacería contra los líderes, esta cruzada por la justicia que afectó los intereses de los criminales de cuello blanco.  

Luego de que en 2021 y en el primer semestre de 2022 persiguieran a los fiscales y a la mayoría de jueces decentes, se fueron contra el principal crítico, José Rubén Zamora, que, además de denunciar los desmanes del gobierno, se había ganado una particular enemistad con el presidente por explicitar la relación amorosa del mandatario con Miguel Martínez, quien, sin tener cargo público, se beneficia ilícitamente de los negocios del Estado. 

Como Giammattei niega su homosexualidad al colocarse el traje “provida” y “antigay”, que Zamora haya publicado una fábula donde detalla su ascenso plagado de oscuridades “de la mano” de Martínez, habría sido el detonante para que decidieran encarcelarlo.

Un mes después de la captura de Zamora, la zozobra crece en Guatemala. A pesar de que los medios más importantes del mundo condenan su detención, la comunidad internacional sigue trabajando con el gobierno de Giammattei y se percibe una sensación de que todo irá para peor. El Ministerio Público, hace dos semanas, detuvo a la directora financiera de elPeriódico, Flora Silva. 

El fin que tienen es quebrar al diario elPeriódico. Buscan eliminar la crítica sobre todo de cara a las elecciones de 2023, que ya el gobierno y sus aliados parecen tener controladas. Así podrán, con mayor profundidad, aceitar la corrupción y las transacciones espurias, y sentar un régimen donde haya poca o nula disidencia. Los exilios de dirigentes sociales y periodistas crecen cada día. 

En Guatemala se cocina una dictadura distinta a la de Nicaragua. No se requiere a un solo líder sino que es conducida por una rosca mafiosa donde se coluden familias de la oligarquía, el narcotráfico, políticos, contratistas, militares, pastores evangélicos, que dominan el sistema electoral e impiden que ninguna opción democrática pueda ser viable para ganar las votaciones. Con esto, aseguran que todos los que llegan a la presidencia, la mayoría de alcaldes, diputados y jueces estén financiados por esta rosca -a la que la CICIG le colocó una linterna- lo que equivale a continuar la fiesta de los negocios saqueando abiertamente al Estado.