
Estados Unidos y El Salvador: Tensiones y oportunidades en la era Trump- Bukele
Maldito País
enero 24, 2025
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos coincide con el segundo mandato de Nayib Bukele en El Salvador, configurando una relación bilateral con características inéditas. Ambos líderes comparten estilos populistas, discursos disruptivos y enfoques pragmáticos en temas clave como seguridad, migración y desarrollo económico. Sin embargo, esta afinidad no garantiza una relación sin tensiones. Este artículo explora los posibles escenarios que podrían definir la relación entre ambos países en los próximos años.
Un contexto histórico de cooperación sensible
Históricamente, las relaciones entre Estados Unidos y El Salvador han estado marcadas por temas sensibles como la migración, la seguridad y la cooperación al desarrollo. La importancia estratégica de El Salvador radica en su papel como país de origen de miles de migrantes y en su ubicación geopolítica dentro de Centroamérica, una región prioritaria para las políticas de seguridad y control migratorio de Estados Unidos.
El estilo de liderazgo de Trump, caracterizado por su enfoque nacionalista y su política de “America First”, parece encontrar un aliado natural en Bukele, quien ha implementado políticas autoritarias como el estado de excepción y ha centrado su discurso en la lucha contra las pandillas. Esta afinidad podría fortalecer ciertos aspectos de la relación bilateral, aunque también podría generar tensiones en otros frentes, particularmente en temas relacionados con derechos humanos y gobernabilidad democrática.

Escenario 1: Cooperación estratégica y alineación de agendas
En este escenario, la relación entre Trump y Bukele se consolidaría como una alianza estratégica basada en intereses comunes, como la seguridad y la migración.
En temas de Seguridad y combate al crimen, ambos líderes comparten un enfoque pragmático. Bukele ha promovido medidas agresivas contra las pandillas, mientras que Trump ha priorizado la seguridad fronteriza y el combate al narcotráfico. Esto podría traducirse en una mayor cooperación en inteligencia, financiamiento para programas de seguridad y extradiciones de líderes criminales.
En cuanto a Migración, Trump podría impulsar acuerdos para contener los flujos migratorios hacia Estados Unidos, exigiendo a Bukele un mayor control en las fronteras salvadoreñas. A cambio, podría ofrecer incentivos como la renovación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los salvadoreños en Estados Unidos.
De igual manera Trump podría incentivar la inversión privada estadounidense en El Salvador, especialmente en sectores estratégicos como infraestructura y tecnología, alineándose con los planes de Bukele de modernizar la economía salvadoreña.
Este escenario podría fortalecer la relación bilateral y consolidar a Bukele como un aliado clave para Estados Unidos en Centroamérica. Sin embargo, también podría generar críticas internacionales por la validación de políticas autoritarias en El Salvador.
Escenario 2: Tensiones diplomáticas por factores externos
A pesar de la afinidad ideológica entre ambos líderes, factores internos y externos podrían generar fricciones en la relación bilateral.
Si Trump implementa políticas migratorias más estrictas, podría aumentar el número de salvadoreños deportados desde Estados Unidos. Esto generaría tensiones en El Salvador, especialmente si el gobierno no tiene programas efectivos de reintegración para los deportados.
Sumando a las preocupaciones de organismos internacionales y diversos sectores dentro de Estados Unidos por el uso del estado de excepción, la concentración de poder, la erosión democrática y las violaciones a derechos humanos bajo el gobierno de Bukele.
Este escenario podría limitar el acceso de El Salvador a recursos internacionales, afectando programas sociales y de desarrollo. Además, las tensiones diplomáticas podrían debilitar la posición de Bukele en el ámbito internacional.
Escenario 3: Aislamiento y realineación geopolítica
En un escenario más adverso, las tensiones sostenidas podrían llevar a un enfriamiento en las relaciones bilaterales, empujando a El Salvador a buscar nuevas alianzas internacionales.Bukele podría profundizar los lazos con China como alternativa al respaldo estadounidense. Esto incluiría inversiones en infraestructura, comercio y proyectos estratégicos que reduzcan la dependencia económica de Estados Unidos.
Si El Salvador fortalece sus relaciones con China, esto podría contribuir al aumento de la influencia de Beijing en América Latina, debilitando la posición estratégica de Estados Unidos en la región. Este escenario podría generar tensiones no solo entre Bukele y Trump, sino también entre El Salvador y actores internacionales que critican el acercamiento a China. Además, el aislamiento económico y diplomático podría afectar directamente a la población salvadoreña, particularmente en áreas como el empleo y el acceso a remesas.

Factores clave a considerar
- La gestión de la migración será central en esta relación, ya que Trump podría reinstaurar políticas como “Remain in Mexico” o endurecer los requisitos para los solicitantes de asilo, impactando directamente a miles de salvadoreños.
- Las acciones de Bukele seguirán bajo el escrutinio internacional. La presión de organismos como Naciones Unidas y la OEA será determinante para la percepción global del gobierno salvadoreño.
- La relación de Bukele con China será un punto de fricción en la política exterior de Trump, especialmente si se percibe como un desafío a los intereses estratégicos de Estados Unidos en la región.
Colaboración estratégica o confrontación inevitable
El segundo mandato de Trump y Bukele representa una oportunidad única para redefinir las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y El Salvador. Si ambos líderes logran capitalizar sus afinidades y priorizar una agenda común, podrían construir una alianza estratégica que beneficie a ambas naciones en temas como seguridad y desarrollo económico.
Sin embargo, los riesgos de tensiones diplomáticas y un posible aislamiento internacional de El Salvador también son reales. Para Bukele, el desafío será equilibrar sus políticas internas con las demandas externas, mientras que Trump deberá gestionar las expectativas de una región que observa su regreso al poder con cautela.
En última instancia, el rumbo de esta relación dependerá de la capacidad de ambos líderes para mantener un diálogo abierto y construir soluciones que promuevan la estabilidad, el desarrollo y el respeto a los principios democráticos. Este momento marcará, sin duda, un antes y un después en las relaciones entre Estados Unidos y Centroamérica.
