Un nuevo HoraCero para unos tiempos convulsos
Maldito País
agosto 12, 2022
Cuando fundamos HoraCero lo hicimos desde la inmediatez, desde la urgencia de hablar después de una década de silencio, un silencio que heredamos sin entender porqué. Éramos esos jóvenes “futuro de la nación, reserva moral” título que le gustaba tanto a los medios en esos momentos, esos mismos que hace un par de años eran solo vistos como una generación apática y narcisista. De repente todo estalló, todos sabíamos que pasaría pero a la vez nadie lo esperaba, y en medio de aquella euforia surgieron miles de voces llenas de ansias de decir, de cuestionar, de proponer y de imaginar otro país y otro mundo posible.
Nacimos gracias a aquella euforia y esos sueños, mismos que aún conservamos y que defendemos firmemente. Nuestro horizonte era construir lo que parecía imposible y para eso necesitábamos el cómo. Creamos un espacio híbrido, queríamos comunicar porque sentíamos que teníamos mucho que decir, pero con el tiempo nos dimos cuenta que más que hablar debíamos prestar atención y escuchar a quienes por años se han dedicado a estudiar y comprender lo que pasa en nuestro país, entonces nuestro compromiso fue poder transmitir todo ese conocimiento, sacarlo de las bibliotecas y los repositorios para llevarlos a un pequeño dispositivo portátil. También nos dimos cuenta que queríamos ayudar a que otros crearan, construir una red de trabajo colectivo. Fue ahí que decidimos aliarnos con decenas de mentes jóvenes y brillantes para pensar en espacios de intercambio de conocimientos, otros le dirán espacios educativos, seminarios o talleres, nosotros a puertas cerradas amorosamente nos referimos a esos entornos como la escuelita, en diminutivo, no porque sea chiquita ni menos importante sino porque es más cercana, creada con entusiasmo y esperanza. Y como era de esperarse, en medio de todo esa efervescencia de ideas compañeras y compañeros han propuesto investigaciones que nos enorgullecemos de acompañar.
En este transitar de casi cuatro años nuestro enfoque fue ampliándose inevitablemente ¿Por qué decimos que era inevitable? Porque muy pronto comprendimos que las preocupaciones que padecemos no eran solo nuestras, tampoco el miedo, la incertidumbre y la violencia. Los puentes por los que caminamos ya los tendieron otros desde hace muchos años, nosotros rendimos homenaje a ese legado decidiendo transitarlos. Nos referimos a tantos centroamericanistas que defendieron una hermandad regional más allá de las alianzas económicas, una hermandad que nos permita en solidaridad deshacernos de los lastres del autoritarismo y la impunidad que tanto nos aquejan.
Treinta años después de la firma de los Acuerdos de Paz en Centroamérica nuevamente generaciones enteras hemos partido al exilio, víctimas no solo de la persecución política sino de la pobreza, el cambio climático y el abandono absoluto de nuestros estados y nuestras instituciones. Morir lejos de casa parece ser mejor opción que morir a manos de la Policía, el Ejército y los paramilitares que día y noche patrullan nuestras calles para recordarnos que quienes controlan el Estado no han decidido protegernos sino silenciarnos.
Por todas estas razones decidimos decir “es ahora” el momento no solo de pensarnos a nosotros mismos sino a los demás, de soñarnos en colectivo y de lo que hemos heredado construir algo mejor, más justo para todas y todos.