Algoritmos, narrativas digitales y fake news en El Salvador

Maldito País

abril 7, 2025

Más allá del evidente narcisismo que Nayib Bukele muestra en redes sociales, especialmente en X, sabemos el uso político que hace de estas plataformas. Utilizan algoritmos que promueven la polarización, la confrontación y la mentira. Incluso, si ello supone activar, las veces que sean necesarias, el aparato de desinformación que lo rodea.

Días previos al plantón digital del 15 y 16 de marzo le pedí a mi hijo que me hiciera una foto en el Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, con un pequeño cartel que decía: “¡No a la minería! ¡Sí a la vida!” Quería  sumarme al plantón digital con una imagen que se ha vuelto un símbolo de resistencia a la minería desde un lugar simbólico para la historia El Salvador ¡Una forma de activismo digital!, pensé.  

“¿Crees que sirva de algo?”, me preguntó mi hijo mientras tomaba la foto. ¡Claro que sí!”, le respondí de inmediato. “¡Ayudamos a recordarle al algoritmo que hay una comunidad activa con un mensaje muy claro! ¡N-o a- l-a- m-i-n-e-r-í-a! Pero la pregunta se quedó en mi cabeza y se sumaron otras: ¿Cómo está procesando la inteligencia artificial de las redes sociales la información relacionada a la minería en El Salvador? ¿Qué narrativa favorecen los algoritmos? 

Más allá del evidente narcisismo que Nayib Bukele muestra en redes sociales, especialmente en X, sabemos el uso político que hace de estas plataformas. Utilizan algoritmos que promueven la polarización, la confrontación y la mentira.  Incluso, si ello supone activar, las veces que sean necesarias, el aparato de desinformación que lo rodea. Lo sabemos, lo hemos visto.  

El 25 de marzo el arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, apareció junto a otros párrocos denunciando un comunicado de prensa que tenía su firma y sello, pero que era falso. En ese documento se deslindaban, como Arzobispado de San Salvador, de Santos Neftalí Ruiz Martínez. Un líder religioso que ha ganado notoriedad en las imágenes de los plantones contra la minería que se hacen frente a la Biblioteca Nacional de El Salvador, BINAES. 

La información falsa circuló en redes sociales y se retomó en otros espacios de entrevistas más tradicionales. Ese mismo día en el Programa de televisión Hablemos Claro con Wil Salgado, conducido por un viejo político que aplaude la narrativa oficialista, se entrevistó a quien describió como analista, astrónomo y astronauta: Remberto Gonzáles. El invitado retomó el comunicado para atacar a quienes se oponen a la minería, sin cuestionar la veracidad del documento. Salgado se lavó las manos, al inicio del programa, aclarando que “sólo retomaban” una publicación hecha por la página. 

Se trata de una maniobra comunicacional de desinformación que activa el régimen y que ya hemos visto en reiteradas ocasiones. Una noticia falsa que surge de una página pro gobierno que fomenta la estigmatización y/o criminalización de los que se oponen al régimen, en este caso a la decisión de Bukele de permitir la minería. 

Dada la magnitud de la desinformación que circula en redes sociales y la manipulación política se hace en torno a estas plataformas digitales me pregunto, ¿cómo están influyendo los algoritmos en la política? 

Si se toma en cuenta que el objetivo es generar engagement con fines comerciales, podríamos pensar que las redes sociales siempre van a favorecer las narrativas que generen beneficios económicos sobre aquellas que hablen del bien común, sobre la verdad y la razón. Generan ganancias sobre la información de los usuarios que almacenan a través de diferentes plataformas. Es un contexto que favorece a quienes tienen el poder adquisitivo para acceder a esos datos a través de una transacción comercial y la manipulación. Tal vez sea así, pero creo que la condición humana es mucho más compleja que cualquier algoritmo. 

Hemos vivido y vivimos en un mundo que se debate constantemente entre la mentira y la verdad. La desinformación difundida a través de diferentes medios es una herramienta que usan, desde siempre, los regímenes autoritarios para manipular a la población. Eso ya lo sabemos. Falta comprender el alcance que está teniendo la inteligencia artificial en la política, sobre todo si se toma en cuenta que en El Salvador las entidades públicas que podrían regular el alcance depende de Casa Presidencial. Si bien, hay leyes que promueven el desarrollo de la inteligencia artificial y la confianza en la ciudadanía, en la práctica son modelos que concentran grandes cantidades de información con muy poco control. 

La Ley de Fomento a Inteligencia Artificial aprobada en febrero de 2025 establece la creación de una Agencia Nacional de Inteligencia Artificial, ANIA, que estará adscrita a la Presidencia de la República. Es decir, al igual que la Agencia Nacional Digital que será creada para proteger los datos personales y vigilar ciberseguridad, dependerán de los intereses políticos y económicos que tenga Bukele y su clan. Sin embargo, pese a estar en un escenario que se alimenta de la polarización, quiero pensar que los algoritmos también tienen un lado positivo. 

Las campañas digitales, como la recién lanzada por ADES y jóvenes ambientalistas de Santa Marta en Cabañas: “Aquí vivimos, aquí resistimos” usan las redes sociales para promover el pensamiento crítico entre los y las jóvenes. Son una propuesta de contra narrativa a la oficial que está generando, junto a otras convocatorias, una comunidad virtual con una clara conciencia ambiental. De hecho, la lucha social frente a la minería tiene cara, un mensaje y un destinatario del mismo. Incluso tienen identidad digital propia. Algo que no se veía desde hacía años en El Salvador.