La edad de oro de los millonarios comienza ahora  

Maldito País

enero 21, 2025

Los grandes monopolios como Google, Amazon, Facebook, Apple o Microsoft no solo han transformado el sector tecnológico sino nuestras vidas de forma radical, por ello no es casual que el presidente de una de las naciones más poderosas del mundo haya decidido poner a estas figuras frente a su gobierno o haya decidido restablecer Tik Tok después que el Tribunal Supremo ratificó su prohibición.

En su discurso inaugural, el presidente Donald Trump anunció que su segunda administración será el inicio de la “edad de oro de Estados Unidos”. De acuerdo a sus palabras, él llegó para salvar a la nación norteamericana de la decadencia en la que se encuentra inmerso. Entre la serie de decisiones que tomó apenas asumió el poder está su intención de enviar tropas a la frontera con México, poner fin a la ciudadanía estadounidense por nacimiento, deportar a millones de migrantes, acabar con la ideología de género y establecer la definición de sexos biológico como únicas opciones en documentos oficiales. 

En medio de tantas amenazas y promesas, existe otro elemento simbólico durante la toma de posesión que no es un asunto menor: la cantidad de millonarios y directores de grandes empresas tecnológicas en primera fila, incluso delante de los miembros del gabinete del nuevo presidente. Si quedaba alguna duda sobre el rumbo que tomará su administración, la foto de Mark Zuckerberg (META), Jeff Bezos (Amazon), Elon Musk (Tesla)  y Sam Altman (OpenAI) confirma que las decisiones del Estado estarán supeditadas a los intereses de quienes concentran no solo enormes fortunas sino importantes monopolios de la información y que por lo tanto tienen la capacidad de influir de forma considerable en la toma de decisiones y opiniones de millones de personas que utilizan estas plataformas tecnológicas. 

La decisión de Trump de colocar a los millonarios al frente es la cristalización del sueño de pensadores de extrema derecha como Curtis Yarvin (uno de los ideólogos de cabecera del vicepresidente J. D. Vance) quien desde hace tiempo considera que la democracia estadounidense es inviable e ineficiente y que debería ser reemplazada por una dictadura encabezada por los directores de las grandes empresas tecnológicas. Si hace unos años muchos hubieran escuchado esta propuesta cuando menos hubieran soltado un par de carcajadas, otros creerían que estas ideas no son más que alguna broma de un grupo de adolescentes que pasa sus tardes en Reddit, por desgracia, esa no es la situación y hoy más que nunca nos enfrentamos a una realidad distópica donde lo que conocemos como democracia y Estado de derecho se ven cada vez más tambaleantes.

Mientras que el siglo XX estuvo marcado por el antagonismo de dos corrientes ideológicas: comunismo vs capitalismo, en el siglo XXI estas disputas se han diluído en la práctica para dar paso al capitalismo voraz, reaccionario y vigilante que militan figuras tan dispares como Trump, el partido comunista Chino, Vladimir Putin o Javier Milei. Economistas como Cédric Durand o Yannis Varoufakis han acuñado el término “tecnofeudalismo” para intentar explicar que en la actualidad nos encontramos inmersos en una sociedad jerarquizada donde los señores feudales controlan el acceso a la tierra (en este caso, el acceso a las plataformas digitales) y nosotros, los siervos, nos dedicamos a trabajar para ellos a cambio de poder utilizarlas. Hemos entregado nuestra privacidad, nuestros datos, hemos hecho publicidad de forma gratuita, hemos sido responsables de alimentar algoritmos desconocidos e inteligencias artificiales para recibir a cambio horas de alienación frente a nuestros dispositivos. 

Los grandes monopolios como Google, Amazon, Facebook, Apple o Microsoft no solo han transformado el sector tecnológico sino nuestras vidas de forma radical, por ello no es casual que el presidente de una de las naciones más poderosas del mundo haya decidido poner a estas figuras frente a su gobierno o haya decidido restablecer Tik Tok después que el Tribunal Supremo ratificó su prohibición. Una vez más, los poderes del Estado estuvieron al servicio de las batallas de las grandes empresas que trascienden fronteras. Sin duda, es innegable que Trump transformará una vez más la forma que conocemos de hacer política y esta vez se ha propuesto que su legado será aún más difícil de borrar.