Miss Universo 2023: Usando a las mujeres para maquillar el autoritarismo en El Salvador
Maldito País
noviembre 16, 2023
Desde ofrendas ancestrales hasta burdos comerciales, los cuerpos de las mujeres se han instrumentalizado durante mucho tiempo y para todo tipo de fines. Aún así, resulta sorprendente atestiguar en 2023 el uso del cuerpo de las mujeres para maquillar las acciones de regímenes autoritarios, tal como ocurre estos días en El Salvador. El sábado 18 de noviembre en San Salvador, representantes de 85 países participarán en el evento de cosificación de las mujeres por excelencia: Miss Universo. Tan solo dos semanas después de que el Tribunal Supremo Electoral resolviera a favor de la inscripción ilegal del actual presidente, como candidato para un segundo mandato consecutivo.
Resulta interesante preguntarse por qué el gobierno de El Salvador acoge con tanto entusiasmo el oneroso evento de una empresa en quiebra. Y es que, según declaraciones de la propia Embajadora salvadoreña en Estados Unidos, el país ha invertido no menos de 12 millones de la billetera pública en esta empresa, un costo que el presidente ha considerado justo para desviar la atención por las críticas a la reelección que tanto anhela y apuntalar su popularidad para obtener más votos en las próximas elecciones presidenciales de febrero de 2024.
Y es que aunque parezca muy astuto de su parte, el presidente Bukele no es el primero en jugar esta carta. El 19 de julio de 1975 el Cnel. Arturo Molina utilizó la edición de turno del Miss Universo para tratar de borrar de la agenda nacional e internacional la represión en escalada que ejercía su gobierno, señalado de ilegalidades desde su propia elección irregular en los comicios de 1972 cuando se tomó las instalaciones de la Universidad de El Salvador. Sin embargo, ese guiño de sonrisa no le duró mucho porque tan solo 6 días después irrumpió en la sede de la universidad nacional en Santa Ana para impedir un desfile de protesta y 11 días después del certamen, el 30 de julio de 1975, ordenó a sus fuerzas militares masacrar una protesta de estudiantes en San Salvador.
Recuerdo que de pequeña leía en los libros de estudios sociales que en 1975 se realizó Miss Universo en el país, y que el profesor explicaba que todo sucedió durante una gran crisis política. A mi me emocionaba saber que en el contexto de ese derroche, existieron organizaciones de estudiantes que alzaron la voz denunciando que en el país existía una dictadura militar, pero también me entristecía saber que tuvieron que pagar un costo demasiado alto por hacerlo. Según testimonios de participantes, al menos 12 personas fueron asesinadas, 20 heridas y 40 detenidas.
Nuestra historia es cíclica, se repite demasiado pronto. Además, las ironías son tales que en esta ocasión el mes del concurso coincide con el mes de la no violencia contra la mujer. Y yo me pregunto: ¿Cuánto se podría hacer con los $12 millones de Miss Universo por las 725 niñas de entre 10 y 17 años embarazadas por agresores sexuales en el primer tercio de 2023 según el Ministerio de Salud? ¿Qué se pudiera hacer con ese dinero por su salud física y mental para que puedan continuar con sus proyectos de vida superando semejante trauma?, ¿y qué se podría hacer por sus hijos e hijas para que puedan aspirar a una vida con calidad y oportunidades? Porque obviamente estas niñas y adolescentes no pertenecen a familias adineradas; es decir que además de nacer mujeres tienen el agravante de ser pobres, por lo que tendrán que cargar toda la vida con una maternidad impuesta por la violencia que nunca pidieron y para la cual no están preparadas.
Finalmente, este tipo de eventos son propicios para promover un estereotipo de belleza único que se pretende imponer a todas las mujeres, y que se traduce en el desprecio a quienes no cumplen con ese estándar tradicional de belleza que consiste en ser una mujer delgada, de tez clara, y con altura superior. Es así como se refuerzan en el imaginario social los cánones aceptables de belleza, haciendo sentir a todas las demás mujeres que no entran en ese molde que no no tienen igual valìa o que no son suficientes para ganar la aprobación social. Y esto último se vuelve concreto en nuestra vida diaria como una forma de violencia emocional, atendiendo a la tipología de ONU Mujeres, porque mina la autoestima de todas las mujeres. Ojalá más temprano que tarde, logremos ver más allá de las investiduras y las luces.